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La más antigua secretaría de Estado

El último ministro de la Real Hacienda de la provincia del Paraguay fue don José de Elizalde, quien, si bien fue removido por los diputados adjuntados a la gobernación de Velasco, fue restituido en el cargo y siguió en el mismo hasta tres años después de la gesta independentista de 1811, durante los gobiernos de la Junta Superior Gubernativa y el primer consulado.

Adjuntado a él figuraba don Pedro de Ozcariz. Estos dos funcionarios, según documentos de 1806, figuraban como tesorero, Ozcariz, y ministro de la Real Hacienda, Elizalde. Poco después de la independencia, sin embargo, se resolvió abolir el de tesorero y se mantuvo el de ministro, con el título de ministro tesorero de la Real Hacienda.

Durante los momentos de organización de la nueva República, el Ministerio de la Hacienda tuvo activa participación en abono de las cuentas derivadas de la gesta y la organización del nuevo Estado, en especial de las milicias, que fueron reorganizadas su avituallamiento, manutención y asalaramiento.

En aquellos días iniciales de nuestra República, el Ministerio de la Real Hacienda –que durante varios años mantuvo su regia denominación, si bien ya se había declarado que el Paraguay era un país republicano– contaba con tres oficinas o estamentos recaudadores: el Ramo de Guerra, la Tesorería General y el Ministro de Hacienda.

Posteriormente ejerció el cargo don Francisco Díaz de Bedoya, con el título de ministro tesorero de la Caja Principal y Tesorería General. El señor Díaz de Bedoya siguió en el cargo durante la dictadura del Dr. Francia.

Según documentaciones de la época, el Ministerio de Hacienda contaba con cinco empleados, incluyendo al ministro: dos oficiales auxiliares y dos dependientes.

Para recibir los impuestos, el Gobierno tenía en cada ciudad principal del país agentes y procuradores fiscales, quienes tenían la responsabilidad de cobrar y recaudar, además de informar pormenorizadamente acerca de su actuación a las autoridades nacionales.

A don Francisco Díaz de Bedoya le sucedió en el cargo don José Gabriel Benítez. Posteriormente, asumió don Juan Manuel Álvarez, quien estuvo como titular del Ministerio de Hacienda hasta el final del gobierno del dictador Francia.

Los primeros médicos

A poco del descubrimiento y poblamiento de América, a esta parte del continente vinieron muy competentes médicos y cirujanos, como Pedro de Mesa, el maestre Juan, Sebastián de León, Hernando de Zárate, Fernando de Molina, Hernando de Alcázar, Pedro Genovés y Blas de Testanova.

Cuando el segundo adelantado don Álvar Núñez Cabeza de Vaca vino al Paraguay, también trajo un médico cirujano, Pedro de Sayús o Pedro de Zayas.

Las disposiciones que debía observar Núñez Cabeza de Vaca no solo era traer profesionales médicos, sino también fundar hospitales para el tratamiento de los enfermos. Y no solo eso. En ciertas instrucciones, el rey también recomendaba que “las medicinas que fueren necesarias y los ungüentos que fueren menester, como sean nuevamente hechas, se saquen de la botica y el boticario las provea a costa del príncipe o el señor que envía este ejército formado, porque los soldados que tengan algún refugio y ayuda, con algún alivio que sea bueno”.

Dos décadas después, en 1575, un nutrido grupo de médicos llegó a Asunción: Andrés Arteaga, Luis Beltrán, Juan de Córdoba y Diego Valle. Años después, con la expedición de Ortiz de Zárate, llegó el italiano –de Parma– Lorenzo de Menaglioto, maese cirujano.

Autos “made in Paraguay”

A mediados de 1976, la firma Acisa (Automotores Comercial e Industrial SA), propiedad del finado Antonio Rodolfo Zuccolillo, representante en el país de vehículos fabricados por la General Motor Corporation, ensambló en su planta industrial del km 16, de la ruta 2, aledaña al autódromo Aratirí, algunos cientos de camionetas con partes fabricadas por las marcas de la GM y a las que se les dio la marca Mita’i: motores y chasis Vauxhall y Bedford, cubiertas Good Year y cabinas de producción nacional. Aún hoy, 40 años después, algunos Mita’i siguen circulando con sus provectos carruajes las calles de nuestras ciudades.

Era un vehículo del que, precisamente, no podía decirse que era el summum del diseño automotriz. Era feo, pero simpático y querible.

Un antecesor del Mita’i, como automóvil ensamblado en el Paraguay, fue el Alfa Romeo, de la empresa Iapsa (Industria Automovilística Paraguaya SA), de don José Vianini. Algunos de los modelos ensamblados por dicha fábrica fueron Giulia y GT.

Yendo más lejos, durante la Guerra del Chaco se ensamblaron camiones International, Chevrolet y Ford y, a principios del siglo XX, hasta aviones, como los de Paillette y Pettirossi.

surucua@abc.com.py

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