Entérese

Cargando...

Los paï tavytera

Los indígenas de paï tavytera constituyen una etnia componente de la familia ligüística guaraní. El nombre de esta parcialidad significa “habitantes de la ciudad del centro de la tierra”.

Los actuales paï tavytera habitan el norte-este de la región oriental y se extienden también al este de la cordillera del Amambay, en territorio brasileño, donde se les conoce como kaiova. En los últimos años se ha registrado entre ellos numerosos suicidios, incluso de personas muy jóvenes, debido a que encuentran que la vida no tiene sentido fuera de su hábitat tradicional. Muchas comunidades fueron despojadas de sus territorios, que fueron utilizados luego para cultivos de soja y las comunidades arrinconadas en pequeños espacios urbanos. El trastorno cultural debido al cambio radical de su modo de vida tradicional produjo la voluntad generalizada de no seguir viviendo. Para los indígenas la vida trasciende permanentemente lo estrictamente biológico; de manera que faltando elementos básicos para el mantenimiento de sus formas culturales, caen las razones para continuar viviendo.

Según el antropólogo Miguel Chase Sardi, los paï están divididos en tres grandes grupos: yvypytegua, mberyogua y yvypopygua, los dos primeros en la margen derecha del río Mberyo o Aquidabaniguí, siendo estos los más numerosos; el tercero, habitantes de la margen izquierda de dicho río, incluye a los paï habitantes del lado brasileño de la frontera.

La cultura paï tavytera se concentra alrededor y a partir de los cerros, por lo que en su cultura es muy importante el cerro Guasu, que en el lenguaje paï es conocido como Jasuka Venda o Karavíe Guazu. Este cerro, que es en realidad un conjunto de cerros más pequeños, es considerado como el centro del mundo, el lugar de los dioses, el origen primigenio de todo el cosmos. En estos cerros se encuentran también grutas con inscripciones que deberían ser oportunamente descifradas y estudiadas.

Otro cerro importante es el cerro Ka’i Nambi, que sería el lugar donde apareció Ñane Ramoi Jusu Pa Pa, el primer ser divino y que marcó el comienzo del tiempo. Está el cerro Perö o Ipir o Kurupiry, que sería la morada de uno de los dioses de la segunda generación, el dios de la maldad.

Hasta la década del sesenta estos indígenas permanecieron tranquilos en su hábitat sin fuertes presiones económicas sobre su territorio, amparados además por indigenistas que habían establecido importantes contactos socio-culturales y recogiendo el célebre canto Ñane Ramoi Jusu Papa Ñengarete.

Pero la expansión del capitalismo brasileño y multinacional, el avance de las fronteras económicas de la sociedad nacional, el desarrollo de la extracción forestal, el trabajo agrícola y ganadero, así como la promulgación de leyes de fomento de las inversiones extranjeras, redujeron a su mínima expresión el modo de producción indígena. Se deforestaron miles de hectáreas para la venta de madera en rollos al Brasil, praderizando la zona para ganadería o plantando extensas superficies de soja para la exportación y también el contrabando al mismo país.

Tradicionalmente, los paï tavytera eran cazadores, recolectores, pescadores y agricultores. Los cultivos tradicionales eran el maíz, la banana, el poroto, las frutas; luego venían otros cultivos, como la mandioca y la batata. Los niños, hasta los 10-12 años, se alimentaban casi exclusivamente de leche, maíz y banana.

Entre las carnes ocupaban el primer lugar las carnes blancas (pescados) y luego los animales silvestres, especialmente el tapir y el chancho silvestre. Con el aporte de los proyectos en la década del 70, aprendieron a criar animales vacunos como sustituto del tapir, y chancho casero en reemplazo del chancho silvestre. También ahora crían gallinas y patos. Como medio de locomoción e instrumento de trabajo, en la ganadería, usan el caballo. Ahora, las motos.

Jeroky ñembo’e

El jeroky ñembo’e es una danza sagrada de los ava guaraní de la que participa toda la comunidad con sus chamanes cantores, llamados oporaíva, mientras el coro de mujeres marca el ritmo con las takuara que percuten el suelo.

En el jeroky ñembo’e se fortalecen los vínculos con los seres divinos y entre los miembros de la comunidad, podríamos decir que es como un momento de síntesis de todos los aspectos de la cultura ava guaraní. Es un momento de transmisión por parte de los oporaíva de los valores culturales y los relatos míticos a los miembros del grupo. Es, por lo tanto, un momento de formación que tiene como componente la memoria del pasado y, a la vez, rito, celebración, fiesta y alegría.

La vida a bordo 

En el siglo XVI, la tripulación mínima exigida para un navío de 100 ton. ascendía a treinta y una personas: catorce marineros, un artillero, ocho grumetes, tres pajes, despenseros, alguacil de agua, contramaestre y capitán. Si había sacerdote a bordo, asistían en cubierta a una misa seca, es decir, sin consagrar, para evitar que un golpe de mar pudiese derramar el vino. Luego se cantaba una oración y cada cual atendía a sus faenas. A bordo nadie se aburría. Cuando no estaban extendiendo o plegando velas, los marineros tenían que regar la cubierta para mantenerla estanca o achicaban el agua acumulada en el fondo de la sentina por los golpes de mar o por las filtraciones del casco. Los toneleros mantenían sus barriles bajo continua vigilancia, porque las duelas (cada una de las tablas de que se componen los barriles) tendían a desajustarse a causa del continuo vaivén del navío. El timonel, instalado bajo la camareta de popa y sin campo de visión alguno, mantenía el vástago del timón en la posición que le indicaban desde arriba. Los grumetes cumplían una serie de tareas menores: vigilaban los relojes de arena, cuyas ampolletas había que voltear cada 30 min, e iban cantando las horas para que el oficial de guardia las marease en su placa; echaban el escandallo —soga plomada de cuarenta brazas de longitud para calcular la profundidad de las aguas— guisaban, etc.

La cocina del buque solía consistir en una plancha de hierro sobre la que se extendía una capa de arena. En esta reducida superficie se encendía un fuego de leña que servía para hervir la marmita del rancho. Solamente se comía caliente cuando hacía buen tiempo. Si llovía, tampoco se comía caliente, pero este sacrificio quedaba compensado sobradamente por la oportunidad de lavarse un poco.

surucua@abc.com.py

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...