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La escuela de Policía

La primera sede de la Escuela de Policía estuvo ubicada en una amplia casona alquilada de una familia de apellido Isnardi, en la avenida Pettirossi casi Pa’i Pérez, donde hoy se encuentra un sanatorio privado.

El primer director de dicha casa de estudios policiales fue el señor Rolando Degli Uberti y el subdirector, don Roque Cesáreo Giangreco. En los primeros años, el plantel docente enseñó ad honorem.

Luego de dos años, la Escuela de Policía pasó a funcionar en el añejo edificio en el que hoy está la Comandancia de la Policía Nacional. Con motivo de la guerra (in)civil de 1947, la escuela fue clausurada, siendo reabierta en 1950.

El 11 de febrero de 1951, el Estado adquirió una propiedad ubicada en la esquina de las avenidas Mariscal López y San Martín para sede de la Escuela de Policía, que pasó a denominarse Gral. José Eduvigis Díaz. Posteriormente, la escuela se mudó a otros locales, conformando otras instituciones de formación policial.

Para hacer colores

En la exposición de París de 1885, el Gobierno paraguayo expuso 14 materias colorantes de origen vegetal, las cuales se hicieron merecedoras de una medalla de primera clase. En 1889, nuestro país recibió por los mismos productos una medalla de oro.

Los tintes expuestos fueron hechos sobre la base de las cualidades colorantes de las siguientes plantas: arachichu, coca, timbo, yvopé, mureci, mechoacán, urunde’y mí y tuvicha morotî, para el color negro. Juquerí pehy, para el color violeta; ka’a hovy y yryvu retymá, para el índigo. Ka’a shirâ, ñandypa y ka’a hû guasu, para el azul. Ka’a hovy, para el verde. Chilca, ysypo ju, mboi yvoty saindá, ka’a pá y tatajyvá, para el amarillo. Tajípicha’i, ka’atiguá, ka’a asy, ka’a kangá, uruku y yerba de la piedra, para el rojo.

Nueva medida

Una ley del 4 de julio de 1899 dispuso la adopción en el Paraguay del sistema métrico decimal. El mismo se comenzó a poner en práctica a partir del 1 de enero de 1901. Anteriormente se utilizaban otras medidas de longitud, de peso, etc., como la pulgada, la vara, la cuerda, la milla, la onza, la arroba, entre otras. La arroba aún hoy se utiliza en el interior del país, asignándosela un peso equivalente a 10 kg.

Primeros matemáticos

El 1 de octubre de 1853, el presidente Carlos Antonio López fundó la Escuela de Matemáticas.

Esa escuela estuvo dirigida por el maestro francés Pierre Dupuy, quien fue catedrático en el Colegio Federal de Buenos Aires.

Los primeros alumnos de la Escuela de Matemáticas fueron: Pedro Gill, José María Mazó, Luis Báez, Claudio Astigarraga, Eloy Laguardia, Ángel Fernández, Francisco Candia, José Félix Caminos, Timoteo Arce, Joaquín Mendoza, Manuel José Giménez, Vicente Giménez, Juan de la Cruz Giménez, José Dolores Valiente, José de la Cruz Fernández, Dejesús Espínola, Eduardo Cárdenas, Fidel Silva, Martín González, Indalecio Benítez, José Tomás Astigarraga, Policarpo Valdovinos, Eulogio Mazó, Aniceto López, Escolástico Legal, Regalado Moreno, Juan Andrés Olavarrieta, Dionisio Pintos, Nicolás Espínola, Luis Gómez, José Tomás Chaparro, Felipe Darte, Daniel Aquino, Tomás Acosta, Pablo José Llanos, Miguel Haedo, José Benito Escabriza, Regis Neronis, Máximo Marín, Sebastián Díaz, Adriano Morales, Juan Crisóstomo Centurión, Andrés Espínola, Deogracias Lugo, Serapio Candia, Gerónimo Silva, Zenón Notario, Natalicio de María Talavera, Ildefonso Pando, León Ignacio Villalba, Cándido Bareiro y Gaspar López.

La primera batalla aérea

La primera incursión aérea de carácter bélico del continente americano tuvo lugar en cielo paraguayo y ocurrió durante la revolución de 1922-23.

El 5 de setiembre de 1922 apareció sobre el campamento gubernista de Salitre-cué un avión de las fuerzas rebeldes que dejó caer dos bombas, que por suerte hicieron impacto muy lejos de las posiciones de las tropas.

Para responder al ataque, un aviador perteneciente a las filas gubernistas, de apellido Hassett, remontó vuelo en una máquina S.V.A. y persiguió al avión enemigo. Este, al notar la reacción del adversario, emprendió la retirada huyendo hacia su base de Ca’i Puente (Coronel Bogado).

Al día siguiente, el avión rebelde volvió a aparecer sobre el campamento gubernista y fue nuevamente perseguido por el aviador Hassett, quien hirió al piloto, obligándolo a realizar un aterrizaje forzoso en los bosques cercanos a Cangó (Gral. Artigas).

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