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Radio Teleco

En estos días está en el tapete periodístico un conflicto entre una antigua emisora capitalina y la entidad reguladora de las actividades radiomagnéticas. Esa antigua radioemisora, llamada Asunción, empezó a funcionar el 23 de diciembre de 1942, hace 76 años, cuando se inauguró con el nombre de Radio Teleco. El nombre oficial de la emisora era Teleco Paraguaya SA. El presidente de la empresa era el señor Adalberto Friedmann. El director de la estación de radio fue el coronel Sampson Harrison; de programación, el afamado locutor y actor Jacinto Herrera.

El directorio de Teleco Paraguaya SA estuvo integrado, además de Friedmann, por Alberto Kamil, Eugenio Friedmann, Egón Friedmann, Adolfo Mujica, Carlos Carvallo y Enrique Jacquet. La emisora empezó a emitir en onda larga por ZP3 (700 kilociclos) y ZPA2 (11.721 kilociclos). En 1976, la emisora fue adquirida por los hermanos Fernández y pasó a funcionar con el nombre de ZP3 radio Asunción, dirigida por Miguel Fernández, fallecido hace poco tiempo. Esta emisora es, con Cáritas y Radio Nacional del Paraguay, una de las más antiguas en funcionamiento en la capital del país.

P-o, po; m-e, me; l-o, lo… ¡Greifu!

Uno de los cítricos muy apreciados en nuestro medio, por sus propiedades nutritivas y vitamínicas, y cualidades terapéuticas, es el greifu o pomelo, que en estos días podemos ver en pleno proceso de maduración. Si bien es originario, como los otros cítricos, de la lejana India, llegado a España a través de los árabes y de la península ibérica a América, fue en Inglaterra donde ganó preferencia, y fueron los ingleses los mayores difusores de su cultivo y consumo.

De allí el nombre que le dieron –grape fruit– y del cual deriva su particular nombre popular: greifu.

El descubrimiento boliviano de Pitiantuta

Después del descubrimiento paraguayo de la laguna Pitiantuta en 1931, realizado por una expedición terrestre dirigida por el general ruso Belaiev, los bolivianos la descubrieron durante una misión aérea, el 25 de abril de 1932. En días más se cumplirán 86 años. Según el oficial boliviano Óscar Moscoso, “después de una hora de vuelo al NE (40º) con fuerte vegetación contraria divisé a la derecha de nuestra ruta una mancha de agua. Consulté al mayor Jordán si valía la pena desplazarnos al wste para observarla (…) Diez minutos después volábamos sobre una enorme laguna que en parte tenía vegetación y en la que había millones de aves acuáticas. Dimos dos vueltas alrededor de esa mancha de agua cuya superficie era de varios kilómetros. En la orilla del este observamos huella de ganado (…) Dentro del bosque vimos un terreno despejado artificialmente, en el que se levantaban algunas construcciones de barro y paja y corrales cercados, dando todo esto el aspecto de un fortín (…) Desde el primer momento comprendimos que las construcciones formaban un fortín paraguayo y no un campamento de salvajes en el corazón del Chaco”. Pocas semanas después, Moscoso comandó la incursión boliviana que tomó el fortín (comandado por el sanignaciano cabo Olivorio Talavera, muerto en la acción) y, con ello, prendió la mecha que hizo estallar el conflicto chaqueño.

Un viejo e insoluble problema

Uno de los grandes problemas de la ciudad de Asunción y casi todas las ciudades del país es el de la basura, y qué hacer con ella. Un intento tuvo lugar el 9 de mayo de 1919, cuando la Municipalidad de la Capital habilitó varios hornos destinados a la incineración de basura, ubicados en Puerto Sajonia. Por impericia o defectos técnicos, la incineración resultó en fracaso, optándose por rellenar con basura cuanto zanjón existiera en la ciudad.

Asunción de principios del siglo XIX

Según un viajero europeo de las primeras décadas del siglo XIX, “la población blanca asunceña –de unas 10.000 personas– constituía las dos tercias partes de la población. El tercio restante era de indígenas y mulatos –y una modesta proporción de negros–. Las casas de la ciudad eran, en su mayoría, de una sola planta, salvo contadas excepciones. La mayoría de las viviendas estaban construidas de adobe –algunas, solo algunas, de ladrillos cocidos– Otras estaban construidas con el sistema de tapias –encofradas con madera, dentro de las cuales se cargan barro apisonado–. No faltaban las casas hechas con tablas de madera o paredes “francesas” y la mayoría tenía techos pajizos. Muy pocas con tejas españolas y solo algunas con terrazas rodeadas de balaustres. La distribución de las casas de algunas familias pudientes era, por lo general, en cuadrados que tienían un patio en el medio o incluso dos, separados por un cuerpo de la edificación”.

surucua@abc.com.py

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