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Los fusilamientos de Santaní

Hacia el 30 de agosto de 1869 fueron detenidos, en Curuguaty, un hombre y una mujer, por ser sospechosos de actitudes no muy claras. El mencionado hombre estaba armado.

Pudo escaparse, no así la mujer, quien fue conducida a San Estanislao, donde estaba el mariscal López y los restos de su ejército. Por haber permitido el escape del mencionado ciudadano, fue fusilado un sargento de urbanos. La mujer fue sometida a un intenso interrogatorio y declaró ser espía del Ejército aliado y estar en contacto con el alférez Aquino, de la escolta de López, de quien recibía informaciones sobre los movimientos del Ejército paraguayo desde que este estaba en la zona de Azcurra.

Estos contactos –además de comunicar novedades a los aliados– buscaban la sublevación de la escolta y el asesinato del presidente.

Sometido a interrogatorio, el alférez Aquino negó la acusación, pero, sometido a latigazos y cepo uruguayana, confesó al propio López lo tramado.

Aquino delató a otros complicados, y estos a otros y a otros. De esa manera, fueron fusilados 86 hombres de tropa y 16 oficiales, entre ellos el comandante de la escolta, coronel Mongelós, y su segundo, el mayor Rivero, por no estar enterados de lo que sus subalternos venían urdiendo.

En los días siguientes, ya en Capi’ivary, fueron hechas nuevas averiguaciones y otros fusilamientos en masa.

Estando allí se conoció la supuesta implicancia de que su hermano Venancio, sus hermanas Rafaela e Inocencia, junto con su madre, Juana Paula, además el coronel Hilario Marcó, buscaban asesinar al mariscal.

Venancio López fue apresado –murió algún tiempo después, por inanición y a causa de las penurias–. Las hermanas y la madre fueron sometidas a torturas y el coronel Marcó fue fusilado en Zanja Hü, en octubre de 1869.

Los hijos de don Carlos

El matrimonio conformado por don Carlos Antonio López Ynsfrán y doña Juana Paula Carrillo Viana tuvo seis hijos, uno de ellos, el mayor, sucedió a su padre en la presidencia de la República.

Dichos hijos fueron:

Francisco Solano López Carrillo, nacido el 24 de julio de 1827 (otros afirman que en 1826).

Mónica Rafaela López Carrillo, nacida el 23 de noviembre de 1829, casada con Saturnino Díaz de Bedoya, y al estar viuda, se casó con Milciades Augusto Acevedo de Pedra.

Venancio López Carrillo, nacido circa 1830.

Ángel Benigno López Carrillo, nacido el 25 de mayo de 1934.

Juana Inocencia López Carrillo, nacida el 20 de agosto de 1836, casada con Vicente Barrios; viuda, tuvo una hija con el general Cámara.

José María López Carrillo, nacido y fallecido el 12 de junio de 1839.

Un decreto vergonzante

El 1 de enero de 1971, el presidente Cirilo Antonio Rivarola restableció la esclavitud en el Paraguay.

La razón fue que “teniendo conocimiento que los beneficiadores de yerbas y otros ramos de la industria nacional sufren constantemente perjuicios que les ocasionan los operarios, abandonando los establecimientos con cuentas atrasadas”. Por ello, decretó que “en todos los casos que el peón precisase separarse de sus trabajos temporalmente, deberá obtener… asentimiento por medio de una constancia firmada por el patrón o capataces del establecimiento.

El peón que abandone su trabajo sin este requisito, será conducido preso al establecimiento, si así lo pidiere el patrón, cargándosele en cuentas los gastos de remisión y demás que por tal estado origine”.

Firmado: Rivarola, Juan B. Gill.

Según el español Rafael Barret: “El mecanismo de la esclavitud es el siguiente: No se le conchaba jamás al peón sin anticiparle una cierta suma que el infeliz gasta en el acto o deja a su familia. Se firma ante el juez un contrato en el cual consta el monto del anticipo, estipulándose que el patrón será reembolsado en trabajo. Una vez arreado a la selva, el peón queda prisionero los doce o quince años que como máximo resistirá a las labores y a las penalidades que le aguardan. Es un esclavo que se ha vendido a sí mismo. Nada le salvará. Se ha calculado de tal modo el anticipo con relación a los salarios y a los precios de los víveres y de las ropas en el yerbal, que el peón, aunque reviente, será siempre deudor de los patrones. Si trata de huir, se le caza. Si no se logra traerle vivo, se le mata”.

El decreto mencionado más arriba fue derogado en 1901 y cambiado por otro parecido, sin favorecer en nada al obrador.

surucua@abc.com.py

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