LA CANASTA MECÁNICA

CONSTRUIR UN CÍRCULO VIRTUOSO.- Para garantizar un futuro de igualdad y libertad en nuestra sociedad, es necesario erradicar la corrupción, darle ejemplar castigo cuando se la descubre y no admitir excusas de ninguna clase.

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Esta semana, un legislador intentó justificar sus actos de fraude, tildando de error el evidente delito contra las arcas del Estado que cometió. Ante el descaro, de inmediato, la ciudadanía se manifestó indignada a través de las redes sociales y medios colectivos de comunicación.

Aumenta la sensibilidad ciudadana ante los actos de corrupción, y también es mayor el número de voces que protesta y exige un cambio en la legislación para incrementar la condena de los mismos. Cala cada vez más honda la idea de recuperar el valor de la honestidad, que permita una transformación de la conciencia comunal.

El Homo Sapiens mejora los resultados, no los deteriora. El Homo corrupto ve en un acto que quiebra la ley una oportunidad para lucrar en su propio beneficio perjudicando a sus semejantes. El corrupto actúa con frialdad emocional, carencia de ética y su comportamiento está basado en el engaño y la manipulación. Se siente superior a los demás y se aprovecha de los otros para conseguir sus fines, sin remordimiento por las consecuencias de sus actos.

Otro vergonzoso escándalo de corrupción que se descubrió a través de investigaciones periodísticas es el de las calificaciones universitarias apócrifas, la venta de diplomas falsos y la existencia de universidades truchas.

Según la denuncia de la legisladora Blanca Ovelar, exministra de Educación: “Los legisladores quienes ocupaban las comisiones de Educación impedían un control estricto por parte del MEC, ya que ellos también eran dueños de centros educativos terciarios, los mismos que hoy están ofreciendo títulos universitarios en Derecho a legisladores sin estudios, especialmente en Derecho Constitucional”.

Estas y otras cuestiones similares deberían alertarnos acerca del tamaño catastrófico que está adquiriendo, entre nosotros, el caldo de cultivo de la corrupción y la delincuencia organizadas.

Profesionales estudiosos aconsejan extremar controles externos y generar legislación en favor de la transparencia, para desmotivar la decisión de corromperse; que la corrupción deje de ser rentable y se impongan fuertes castigos a la misma.

También es necesario que la gente transforme su manera de proceder y ver la vida. Que se construya un círculo virtuoso para contrarrestar el vicioso. Se trata de acostumbrarse a rendir cuentas a los demás o a la propia conciencia. Hace falta una institución que fomente la conducta ética y honesta de la población. El cambio de conciencia empieza en cada uno de nosotros, para luego intentar hacerlo extensible a nuestro grupo cercano y, a continuación, a toda la sociedad.

La integridad es lo que distingue al político de bien del corrupto. Un servidor público íntegro tiene como prioridad cumplir con responsabilidad y mayor eficacia su trabajo, en retribución a la confianza que depositó en él la comunidad que lo eligió.

La decencia de un legislador incluye valores comprometidos con el bienestar de los demás y una conciencia firme que cada día le recuerda que su bienestar personal pasa por ocuparse en mejorar la calidad de vida de la ciudadanía, siempre respetando principios éticos.

carlafabri@abc.com.py

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