LA CANASTA MECÁNICA

EL STRIPTEASE DIGITAL.- Por primera vez en la historia de la humanidad, los espiados están colaborando con los espías y les simplifican la tarea. La persona promedio siente satisfacción de mostrar su privacidad al suponer que los otros verdaderamente lo ven. No importa si lo que ven los otros es su comportamiento como idiota o incluso como delincuente, dice Umberto Eco.

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La exposición de la intimidad es un fenómeno de la sociedad contemporánea. Las redes sociales incitan al exhibicionismo virtual. Ya no basta con tomarse una foto, ahora es casi obligatorio publicarla. No se piensa que al subir la fotografía a la red se muestra parte de la intimidad. En realidad, lo que busca la persona anónima es ser conocida, volverse visible ante los demás, ser un poco famosa. Y aunque la fama está sobrevaluada, crece la necesidad de ella, lo cual aumenta la exhibición de la intimidad.

Proveemos información de nuestras preferencias, familias, estados de ánimo, movimiento social, laboral, sentimental, entre otras cosas, sin considerar que le estamos facilitando al operador de la red uno de los bienes que más se cotizan en la actualidad: los datos personales.

Quienes administran esos datos acceden a nuestras preferencias y pueden orientar nuestro consumo, manipular nuestros instintos, conocer nuestra ubicación física y controlar la información porque poseen la mercancía y los mecanismos para procesarla. Sin embargo, parecería que le gusta ser espiada a la mayoría de la gente, porque cuentan sus secretos más íntimos para que se enteren sus amigos, vecinos e incluso enemigos. Cuando aparece su majestad el bebé, se expone a un ser indefenso que no es consultado, porque todavía no puede tomar decisiones.

El sociólogo Zygmunt Bauman expresa: “Vivimos en una sociedad confesional, promoviendo la propia exposición en público, fácil y disponible”. Conviene prudencia antes de postear, pensar antes de publicar. El striptease de datos personales puede poner en peligro nuestra seguridad personal y familiar.

Otro fenómeno de exposición que se puso en boga es la nueva costumbre de filmar y hacer públicas las propuestas matrimoniales. Ojalá esta sea una manera de recuperar el contenido sagrado de la unión matrimonial. Las propuestas de matrimonio son producciones de película, verdaderos actos públicos que se filman, luego se publican en Vimeo o YouTube y pueden volverse virales con millones de espectadores. Hay una competencia por ser la propuesta más original, divertida, cursi y hasta peligrosa, en algunos casos.

La idolatría a la nada, a la pose, a la imagen hace que se vaya sustituyendo la ética por la estética. Maquillamos nuestros actos, les hacemos photoshop para mostrarlos. El mundo vive de apariencias, por eso estamos en la ignorancia. El orgullo y la vanidad desplazaron a la humildad y el decoro. “Y el orgullo es la máscara de los defectos”, dice el Talmud.

El apogeo del narcisismo arrastra a exponerse a full para conseguir notoriedad. Hay una gran necesidad de aprobación en la persona narcisista que es intolerante con las críticas y reacciona de mala manera cuando se le señala algún error. El narcisismo genera personas egocéntricas, manipuladoras con una necesidad infantil de ser admiradas y obtener prestigio sobre los demás.

Está al límite de la saturación la competencia por aparentar, por lograr el mayor efecto que impacte y escandalice, a tal punto de que el retorno a las costumbres convencionales, a la discreción, al respeto, a la empatía, a los buenos modales podría convertirse en un gran acto de transgresión.

carlafabri@abc.com.py

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