LA CANASTA MECÁNICA

RÉQUIEM PARA UN MAESTRO DE AMOR.- Recuerdo haber leído en un diario español que el papa Francisco le había dicho a un niño que lloraba por su perrito muerto: “Un día volveremos a ver a nuestros animales en la eternidad de Cristo”. Esa respuesta del papa me confirmó su espíritu de caridad, gran corazón y expandida conciencia.

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Esta semana sufrimos en casa la pérdida de un hermoso ser viviente: un gato que, aparte de ser bello, poseía una elegancia majestuosa y su mirada esparcía amor, ternura, empatía. Compartía un relajador silencio. Casi nunca emitía sonido, al punto que pensamos que podría ser mudo. Lo bauticé con el nombre de Brad Pitt. Llegó a nuestro hogar dos días después de que adoptáramos a una gatita preciosa, inteligente, intrépida de ojos grandes, a quien llamé Angelina Jolie.

Según el etólogo Mark Bekoff, nuestros animalitos tienen un sentimiento moral y en ciertas situaciones saben lo que deberían hacer y lo que no, especialmente en el juego. Los animales fabrican herramientas, viven en sociedad; tienen normas, amigos preferidos, empatía… Es una simpleza decir que todo eso se debe al instinto, dice Bekoff y agrega, pueden simular que se atacan, que se matan, que se reproducen, pero lo hacen como un juego. Nunca traicionan el juego, es decir, no atacan a un congénere cuando han pactado que están jugando. Los animales que conviven mucho tiempo con nosotros reconocen nuestras emociones. Saben cuando estamos tristes, alegres o sentimos enojo. También tienen expectativas y si nos ausentamos por mucho tiempo, el etólogo dice que se les hunde el mundo porque rompimos los códigos y eso les crea confusión, se sienten deprimidos. Pueden llegar a morir de pena, según estudios del comportamiento de nuestras queridas mascotas. También está demostrado que echan de menos al que se va o muere, que se ha estudiado que cuando huelen que un miembro de su entorno cercano ha muerto, muestran comportamiento de duelo.

El primer movimiento que hace un gato al despertarse es una postura de yoga. Cuando salen de un profundo sueño se desperezan de una manera muy especial, con movimientos armónicos, como si administraran su energía para estar en equilibrio. A Brad Pitt le encantaban las plantas, le ronroneaba a las flores y a las hojas, aspiraba el aire con deleite a la mañana, a la tarde y a la noche. Disfrutaba de la música clásica y le angustiaban los sonidos estridentes. Tuvimos obreros de la construcción en casa trabajando en reparaciones, y no solo Pitt, también Angelina Jolie, Neo y Miki-Miki mostraban desesperación cuando alguna máquina chirriaba, alguna conversación se volvía ruidosa, sonaba una cachaca o algún taladro perforaba la materia y nuestros tímpanos. Los gatos saben convivir de manera natural con todos los seres y notan cuando a su alrededor hay gente de baja o alta vibración. Aman el bienestar, el ambiente limpio, la comodidad y se vuelven sibaritas cuando se acostumbran a la buena comida. Son enigmáticos, pareciera que observan dimensiones que no alcanzan a ver nuestros ojos, que escuchan colores y huelen sonidos. Una leyenda dice que existe un puente del arcoíris que queda entre el paraíso y la tierra, al que van los animalitos que han sido muy amados. Allí nos esperan entre valles, lagos y colinas, donde juegan hasta que pasemos a buscarlos. Estoy convencida de que allí estará esperándonos Brad Pitt, silencioso, reflexivo y esparciendo amor incondicional.

carlafabri@abc.com.py

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