LA CANASTA MECÁNICA

LA URNA DE LA RISA.- Se acerca la hora de ejercer el escrutinio, de ingresar al cuarto oscuro y depositar el voto. Llegaremos a la urna con inseguridades y miedos, o con certezas y decisión tomada. La gente expresará su preferencia en las boletas electorales más allá de las listas sábanas, más allá del sistema D’Hont, y más allá de posibles trampas y tramoyas. Más acá de lo mismo.

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Hasta el momento de escribir estas líneas, la mayoría de los resultados de las encuestas coinciden en que ganará Marito, que habrá mucho voto cruzado para el Congreso, y que hay nuevas figuras con posibilidades de ocupar bancas en Diputados y Senadores. Una encuesta chistosa expone que el 17 % dice que sabe a quién votará y un 17 % dice que no sabe a quién votará.

Mis analistas me informan de intenciones de voto en blanco, de voto crucial (en cruz), de voto castigo que viene con látigo, y voto útil con kit que contiene aspirina, curitas y un antiácido efervescente. Parte de la ciudadanía declara sentirse más sobornada que esperanzada.

El movimiento en la bolsa de valores morales muestra una tendencia de caída que intenta satisfacer a los grandes intereses de siempre. La indignación ciudadana sigue en alza.

En estas elecciones, otra vez, se presentan por el rekutú algunos candidatos y candidatas que ya son formalmente conocidos por habernos sustraído la billetera desde la función pública. Por otra parte, surgen de la farándula nuevas candidaturas que apuestan a la propia popularidad; el discurso de la mayoría apunta a un país que soñamos, a un país en el que se cumplan los sueños, a un país en el que la gente pueda soñar… Parece un aviso de colchones.

Las promesas electorales son las de siempre: educación, salud, y sexo para todos y todas. Pactos y alianzas se dan entre golpistas y tragasapos, entre argeles y caracúlicos, entre excluyentes e inclusivos. Las acusaciones entre candidatos están a la orden del día. Uno dice que este es el hijo de aquel y este dice que uno es un hachedepe. Como era de esperar, los corruptos se apoyan entre ellos. Un candidato nuevo dijo en conferencia de prensa: “Dadme dinero para la campaña, y yo también compraré votos y cédulas”.

Una empresaria votante declara que seguirá votando lo mismo porque lo otro es peor. Un realista dice que lo que necesitamos no es un cambio de gobierno, sino un cambio de sistema. El práctico asegura que el cambio no se consigue en las urnas, sino en la calle. Una señora de pollera colorada expresa que si la van a seguir robando, prefiere que sean sus correligionarios. Hasta ahora parece que el mejor sistema ideológico es el de la depilación definitiva.

Como casi siempre, el sentido común sigue ausente; por lo tanto, sea cual fuere el desenlace de las urnas el próximo domingo, lo más probable es que habrá que repetir las elecciones hasta que el resultado sea el previsto.

carlafabri@abc.com.py

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