Mala letra incurable

A quién no le pasó que luego de una cita con el médico, al intentar leer las prescripciones, no entendió la letra. El hecho no pasaría de lo anecdótico si no se prestara desde confusiones hasta errores en las dosis de los fármacos o, incluso, una cirugía incorrecta.

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Muchos pacientes opinan que la mayoría de los médicos tienen mala caligrafía. Y es porque, en ocasiones, se guían por recetas casi ilegibles. Sin embargo, estos se defienden argumentando que no tienen mala letra, sino que la costumbre y falta de tiempo, entre un paciente y otro, los obligan a escribir rápido y mal. Y puede que sea así, puede que no.

De hecho, no hay que olvidar que muchos de estos doctores han desarrollado habilidades de motricidad fina para realizar procedimientos quirúrgicos delicados y precisos, como cirugías del cerebro o cardiacas, por ejemplo; por lo tanto, pueden mover un bolígrafo y escribir bien.

La letra “habla”

Entonces, ¿por qué algunos tienen tan mala caligrafía? “La letra de una persona —estudiada criteriosa y objetivamente con las técnicas de la grafología científica— aporta datos sobre ella, acerca de sus intereses personales, ideales y heridas sicológicas producidas en el pasado”, comenta Rubén Darío Ávalos Gómez, grafólogo forense (*).

En suma, la letra de una persona es una confesión indiscreta; es decir, cuenta todo sobre sí misma; lo cual no se da en la interacción con otras personas, dado que socialmente nos sentimos seguros detrás de nuestra máscara. “Y por nuestra propia seguridad y supervivencia guardamos algunos hechos o detalles de nuestra vida”, agrega.

“¿Recordás en la época escolar cuando te calificaban ‘esmero y aseo’? Si esa conducta es exagerada, podría tratarse de una persona obsesiva, pero en caso contrario, es difícil de precisar. Puede significar muchas cosas”, indica la sicóloga Titu Imizcoz.

Según el grafólogo, el concepto de mala caligrafía no es el mismo que en el ámbito convencional, ya sea pedagógico o social. En realidad, desde la perspectiva de la grafología científica, per se, no es negativo que una persona tenga mala caligrafía, pues se interpreta como grado de autonomía, originalidad, así también de la capacidad de reconceptualizar eficientemente los objetos y elementos con los que el ser humano vive y convive.

Y apunta que el médico preparado académicamente —y que ajusta su trabajo a la ética profesional—, con cada palabra, pausa o gesto que utiliza en cada consulta, con cada paciente, aporta toda su capacidad, experiencia de escucha, análisis de lo escuchado y auscultado para tomar la decisión correcta, para que su paciente encuentre alivio a su enfermedad. La letra ilegible del médico, desde el punto de vista de la grafología científica, implica, principalmente, la forma y velocidad del escrito.

Contrarreloj

¿Y los médicos qué dicen? Para el neurólogo Miguel Ángel Velázquez Blanco, la causa es que en las clases de la facultad se toman apuntes, es decir, se imparten clases magistrales, cuyo contenido no está en ningún libro, sino en varios, y esa información es compendiada por los profesores. Entonces, los estudiantes escriben cada vez con más descuido, solamente como para una ayuda memoria. “Llega un momento en el que ya te quedaste con esa letra y no la volvés a cambiar. Además, ahora, en los hospitales se atiende a 35 pacientes en un determinado tiempo por lo tanto, hay que apurarse sí o sí. Más que nada, esa es la razón de la mala caligrafía de los médicos y el arte de descifrarla es de los farmacéuticos”.

Coincide con él su colega Vladimir Vidal, médico clínico. “Data de la época de estudiante. Al transcribir las cosas usamos abreviaturas, no completamos las palabras y uno se queda con el hábito”. Es una carrera contra el tiempo, porque se escribe y, a la vez, se habla con el paciente. “Se calcula que en algunos nosocomios el tiempo de consulta es entre 7 y 12 min. Y se tiene que escribir rápido si quiere ganar tiempo”, afirma.

El Dr. Roberto Corbeta, clínico y docente universitario, asegura que su caligrafía es buena. “Porque es importante que se entiendan las recetas e indicaciones. La letra fea no es correcta, se presta a errores; en tal caso, se debe escribir con la computadora”. Por su parte, la sicóloga Nena Zelada considera que es muy difícil de comprender el motivo por el cual los médicos escriben así, y coincide con la teoría de que se debería a tantos años de tomar anotaciones velozmente y se acostumbran a escribir así. “A veces, también son tantos los pacientes que atender y deben escribir rápido”.

El arte de descifrar

Y, realmente, para los farmacéuticos es todo un desafío descifrar la caligrafía de los médicos. “Muchas veces, no entendemos los nombres de los medicamentos, pero si se trata de un consultorio privado, la receta tiene un número de teléfono y se le consulta al médico. Pero el problema surge cuando el establecimiento es público. Entonces, es imposible. En último caso, no les vendemos el remedio”, dice al respecto la farmacéutica Gloria Irala. Y resalta que, también, casi siempre los pacientes preguntan acerca de las dosis, porque no se entiende la prescripción.

Su colega Jackqueline Sierra coincide en que se dan muchos casos de recetas con letra ilegible. “Sidudamos, le preguntamos al paciente acerca de su dolencia, consultamos el vademécum, pero, por suerte, los médicos están imprimiendo sus recetas”.

Consecuencias

Pero ¿por qué tanta alarma si otros profesionales —abogados, arquitectos o ingenieros— también tienen la letra fea? El quid de la cuestión es que los médicos tienen en sus manos vidas, y una prescripción incorrecta podría causar más daño que mejoría en el paciente.

El Dr. Velázquez Blanco destaca que, efectivamente, la mala caligrafía se presta a errores. De hecho, se calcula que en el Reino Unido, el 10 % de los pacientes fallecen por errores en la caligrafía médica. “Errores de dosis y droga, inclusive. Por esta razón, últimamente, los médicos imprimen la receta, solo que hay pacientes a los que no les gusta, prefieren la prescripción a la vieja usanza, como si desconfiaran”. Pero el Dr. Vidal resalta que la prescripción impresa hace que el paciente dude de la utilidad de la indicación. “Incluso, a veces, no se engancha con la terapia”.

Recuerdo que una vez el médico me recetó un medicamento contra el resfrío, pero en la farmacia interpretaron que era para dolor de panza. La anécdota hasta es chistosa, pero la mala caligrafía pierde totalmente la gracia cuando se trata de un enfermo terminal, y los parientes, que ya están con el estrés del temor de perder a su ser querido, deben tratar de descifrar, junto con el farmacéutico, de qué medicamento se trata.

Grafología

Es la ciencia que estudia la letra realizada con un elemento inscriptor, que puede ser un bolígrafo, lápiz, marcador u otros elementos. Sirve para obtener informaciones confiables y válidas sobre la estructura sicofisiológica del escribiente. Las informaciones obtenidas desde hace más de 100 años son utilizadas en países del primer mundo para apoyar las labores de las instituciones policiales, judiciales y gubernamentales. En países del hemisferio norte es bastante frecuente el uso de la grafología para seleccionar y reclutar personal en el área empresarial.

La grafología científica tiene rango universitario.

(*) Rubén Darío Ávalos Gómez es grafólogo forense por la Universidad Católica Argentina y catedrático. Además, es máster en Ciencias Forenses, y máster y doctor en Ciencias de la Educación. Ha publicado más de 30 libros sobre grafología científica, criminalística, ciencias jurídicas e historia diplomática del Paraguay.   

mpalacios@abc.com.py

Fotos ABC Color/Gustavo Báez.

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