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La ceramista Luly Vidal encontró una nueva inspiración a su veta creativa: la artesanía en latas. De material reciclado realiza novedosas obras artísticas, como juguetes, y de ornamentación, entre otras, con un doble objetivo: ayudar al cuidado del ambiente y enseñar a gente de sectores carenciados una salida laboral.
Vidal tenía una fábrica de cerámicas y también enseñaba artesanía en una institución. Pero hace un par de años, luego de una caída, se quebró la mano y tenía que recuperar la movilidad. Los médicos le insistían en que hiciera ejercicio con las manos, entonces, retomó su pasión por la artesanía, pero esta vez con latas y así la unió con su afán de recicladora.
“Siempre me gustó el reciclado; no tirar a la basura objetos que se podían reutilizar. Solía guardar botellas, latas, entre otras cosas”, recuerda. Su primer trabajo fue un muñeco negro. Gustó tanto su obra que fue como su “alta” de curación de la rotura del brazo. Autodidacta, empezó a indagar en internet, pero todo lo que encontraba era muy rústico, como lo que se hace en la escuela con los chicos, sin calidad artística. “Entonces comencé a indagar qué hacer y así nacieron las chiperas. Cuando se acercó la Navidad, hice el arbolito con los muñecos de nieve. Después, en Reyes, ya les regalé a mis sobrinos los robots”, rememora.
Un día cayó en sus manos la foto de un caballito y le gustó tanto que siguió experimentando hasta que las creaciones comenzaron a brotar. Siguieron los elefantes y, luego, los cuatro jinetes del Apocalipsis. “Practiqué mucho hasta que me salió, porque cada uno tiene en la mano su distintivo: la Muerte, el Hambre, la Guerra y la Justicia. Para mí son los representantes de toda esta exposición”, comenta en referencia a la muestra Renacer, en la que se pudo apreciar todos sus trabajos en diciembre pasado.
Así desfilan ante nuestros ojos bonitos objetos creados con todo tipo de latas: de sardinas, conservas, arvejas, pintadas y sin pintar, tapitas de botellas, convertidas en atrapasueños, búhos, perros, etc. Lo que casi no utiliza son las latitas de cerveza, porque son muy blandas para trabajar, aunque también son útiles en algunos casos, como para los brazos de los robots. “Juego mucho con los colores. Me encanta la combinación de tonos”, cuenta.
Revela que su objetivo es poder incentivar a la gente a que haga esto, para sacar los desperdicios de la basura y combatir, el deterioro ambiental. “Estoy muy preocupada por el tema del reciclado. Por medio de una amiga, me enteré de que en la calle Montevideo hay una escuela-taller para niños de escasos recursos y quiero enseñar allí”, afirma.
Su propósito, ahora, es que el intendente de Asunción, Mario Ferreiro, conozca su trabajo y la apoye para que los chicos aprendan el oficio. “Los materiales son gratis, pero tienen valor y se puede hacer una industria”, asegura.
Inquieta, Luly Vidal ahora se está abocando a los vasitos de las máquinas de café y está preparando una exposición para este año. “Esa será la parte de plástico, porque de este material tenemos bastante basura y podemos hacer muchísimas cosas”, afirma.
Los juguetes están a la venta. “Mi principal deseo es que alguien se interese, quiera hacer una industria de esto y que se contacte conmigo, y yo, con mil amores, le enseño porque no tiene una técnica difícil”. Asegura que solo se necesita voluntad y, principalmente, creatividad, porque hay cosas que surgen a medida que uno va creando.
“Mi meta es usar mi negocio para enseñar, y que los chicos de la calle y de capacidades diferentes tengan una salida laboral. En el Paraguay también, podemos hacer muchísimas cosas con las tapitas de la lata”, concluye.
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