Senda actoral

 Partió del Paraguay a los 21 años buscando viajar y conocer culturas. Fue azafata en Dubái, ciudad en la que también se diplomó en marketing. Poco después hizo nuevamente sus maletas. Hace seis años vive en Los Ángeles, donde estudia y trabaja como actriz. Maia Nikiphoroff dice: “Vengo cada año (al Paraguay) y me encanta. No perdí mi identidad ni mi acento”.

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La egresada de la prestigiosa academia de actores Stella Adler resalta: “Nunca dejás de estudiar. Actuar es como un músculo del cuerpo que tenés que entrenar constantemente o lo perdés”. Maia Nikiphoroff Pecci inició su camino actoral haciendo cortos y teatro. Trabajó en escenario con los directores Milton Justice, Tim McNeil y Austin Iredale. En el 2017 ganó el premio a mejor actriz en el Festival de Cine Short and Sweet de Hollywood por su interpretación en el corto Paloma, dirigido por Jean Lee. Arrancó el 2018 interpretando a una prostituta del 1900, en una obra que narra la vida del escritor soviético Isaac Babel. Maia también debutó como coescritora y productora en el largometraje Pecado Original. Si la querés ver, podés encontrarla en la webserie Swing, en el canal de YouTube Stickysitch (https://www.youtube.com/channel/UCjw50qJrEkAXJCxt98Y7vew).

Trabajo, alegría y pasión

Maia es paraguaya con ascendencia ruso-italiana. “Mis padres (Basilio y Graciela) están separados, cada uno se volvió a casar y tengo hermanos de ambos lados. Somos una familia moderna”, resume con una sonrisa. Por supuesto, la joven es bailarina como su tía Marisol. “También estudié con Nicole Dijkhuis y, cuando era chica, hice teatro con Edda de los Ríos”, completa. Conectada con el arte desde pequeña, buscó fuentes de inspiración y movimiento. Siendo azafata recorrió una interesante parte del mundo. “Me gustó mi trabajo y vivir en Dubái por cuatro años y medio, pero siempre quise ser actriz y, por eso, decidí mudarme a Los Ángeles, donde hay más oportunidades”. Maia comparte un departamento con una española, tal como lo hizo en Dubái con dos paraguayas. “Más que nada, para alivianar los gastos y, también, porque da gusto volver a casa y que haya alguien con quien conversar”. La actriz y bailarina trabaja en comerciales, obras teatrales y proyectos virtuales. 

-Pasaste finalmente del deseo a la decisión de ser actriz.

-Siempre quise. Crecí en el mundo del arte y la moda. Cuando terminé el colegio, me daba vergüenza decir “quiero ser actriz”, por eso estudié marketing. Hoy actúo y también me sirve el marketing, porque los actores somos un producto; tenemos que saber vender nuestro talento.

-¿Necesitaste la opinión de tus padres?

-Heredé de ambos la pasión por aquello que me gusta; de mi madre, especialmente, el amor por los viajes. Ellos me apoyan y hasta me salvan con algún mes de renta –por suerte cada vez menos–.

-Será, además, que sos un poco mimada.

-¡Sí, soy! (ríe), pero también me gusta mimar. Vengo cada año a ver a mi familia, amigos y estar en mi país. 

-Al volver, ¿cómo sentís el choque de realidades?

-Asunción creció muchísimo en estos últimos años, bien para algunas cosas y no tanto para otras; se siente mucho el consumismo. Yo lo vivo allá y, aunque no lo apoyo, tengo que comprar los tiques para ver obras y películas. 

-En Pecado Original hablás con acento paraguayo. Contanos sobre esta obra. 

-Es una coproducción entre los Estados Unidos y el Paraguay; una comedia romántica, absurda, sobre una mujer frustrada, un marido estirado y un artista relajado que forman un inesperado triángulo amoroso con resultados impredecibles. Una colega y yo la escribimos. Hablo como paraguaya porque el personaje es una paraguaya casada con un español de clase alta. Si todo sale bien, se estrena este año.

-¿Te da seguridad no tener que cambiar tu acento?

-Me gustó poder contar lo que quería contar. Como escritora, mi esencia es paraguaya. También manejo otros idiomas y acentos. Hace un tiempo me tocó hacer el cockney (popular londinense) y me costó bastante, pero superé el desafío.

-Acentos, ejercicios e improvisación no son para cualquier soñador de actor.

- Hay que saber lo que uno está haciendo. Como actriz podés hacer muchas cosas, no necesariamente dramas desgastantes física y emocionalmente; también hay que conseguir trabajo y hacer dinero. Por eso, los que lo hacen sienten mucha pasión. 

-¿Qué parte interior tuya permanece cuando interpretás un personaje?

-Los personajes no soy yo, sino personas que trato de entender e interpretar. Pero mi instrumento emocional, la que llora, soy yo. No me pongo límites; no porque no los tenga, sino que tengo mucha hambre por actuar. Si leo el guion y me gusta, lo hago.

-¿Qué no harías?

-No sé, depende de cada proyecto. Mi matemática antes de aceptar un trabajo es la siguiente: si quiero trabajar con ese elenco creativo, si quiero interpretar ese personaje y si me pagan. De esas tres cosas, dos tienen que cumplirse. 

-Tu apariencia no es la típica paraguaya. ¿Eso te beneficia?

-En la industria de Los Ángeles no juega muy a favor no ser étnicamente bien definido cuando estás empezando; prefieren que seas bien latina o bien asiática para darte papeles superespecíficos que puedan rellenar. Igualmente, voy a muchas audiciones latinas y también europeas.

-¿Qué aprendiste interiormente de la actuación?

-Me pasó que descubrí cosas que tenía dentro y no sabía. El regalo más grande que me dio actuar fue descubrir la niña que hay en mí, porque ser actor requiere de mucha imaginación. Cuando me tocó hacer el personaje con acento cockney, dije “¡¿cómo lo hago?!”. Lo trabajé, lo trabajé y salió. Aprendí a no decir “no puedo”. 

-Cuando te ves en la pantalla, ¿te gustás?

-Físicamente me da igual, me acepto, no me digo “tengo que cortarme la nariz”. Actuando, lo que siento va y viene; a veces, me veo muy insegura y después pienso “¡qué tonta!, iba bien”. O en ocasiones quise hacer cosas y no me animé, pero debí hacerlas. 

-Para dar un impulso a la carrera siendo mujer, ¿hay que someterse a papeles humillantes (subidos de tono, vacíos)?

-Quiero creer que no. Me gustaría decir que vamos a pelear para que eso no sea necesario, aunque sí ocurrió y ocurre, por eso en Hollywood se destapó el tema. Ya se están escribiendo otro tipo de papeles para mujeres; de hecho, se busca que hayan más escritoras y cineastas.

-¿Cuál es tu sueño o meta para este año?

-Mi sueño grande es poder vivir de la actuación y, también, seguir contenta como estoy. Para mí, es importante abrir las puertas como mujer y paraguaya, para otras que no quieren seguir carreras tradicionales. Ahora, cuando una compatriota va a Los Ángeles a estudiar arte escénico, me contacta y yo la ayudo en los primeros pasos. Apunto a ser solidaria, a ayudar a las mujeres fuertes. 

-¿A qué actrices fuertes admirás?

-Meryl Streep, Helen Mirren, entre otras. De las jóvenes, a Brit Marling, por su coraje de decirle “no” al rol de rubia sexy y volverse guionista de las historias que realmente quería contar.

-¿Volverás a vivir en el Paraguay?

-Por ahora vivo allá, aunque si hay alguna obra o película paraguaya que me guste, no voy a dudar en contactar para audicionar.

Tímida y emotiva

Maia disfruta cada vez que vuelve a su tierra. “Esta vez estuve muy casera, con mi familia, incluyendo mi perrita. Además, tenía que repasar un guion y pulir mi próximo personaje”, remarca. Personalmente, se define tímida y emotiva: “Soy llorona, me emociono fácil”. De la actuación aprendió a madurar, equivocarse y pasarla bien. “Por suerte no somos como los médicos; los actores podemos equivocarnos y no pasa nada. Te divertís y se divierte el público”. Amante de la moda, le gusta vestir bien, estilo sencillo, cómodo y elegante. Cuida su salud y su cuerpo bailando, haciendo senderismo y pequeñas escaladas.

lperalta@abc.com.py

Fotos: Gentileza.

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