Todo queda en casa

Hubo un tiempo en el que los mandatos indicaban que los hijos debían seguir las profesiones de los padres. Si bien esa percepción cambió, muchos, actualmente, siguen los mismos pasos y sobresalen con idéntica pasión. Tal es el caso de Zulema de Zorrilla.

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Elvia Benítez de Zorrilla comenzó con los cortes de pelo en el seno familiar: primero, en sus hijos; luego, con las vecinas de San Pedrito, en la compañía General Delgado, del departamento de Itapúa. Su hija, Zulema Zorrilla, la recuerda así al hablar de su vocación de peluquera. “No había peluqueras profesionales ni peluquería y era ella la que nos cuidaba en ese aspecto. Siempre fue una mujer sacrificada. Ver ese ejemplo puede que haya influido en mi decisión de seguir esta noble profesión”, expresa.

Viene a su mente la falta de comodidades. “En aquel tiempo no existía la peluquería ni teníamos luz. Los cortes de pelo eran realizados por las mamás”, recuerda en su salón de belleza ubicado sobre la calle Gumersindo Sosa, del barrio Herrera.

Doña Elvia, la que inspiró a su hija, hoy tiene 84 años y siente orgullo por el camino transitado de su primogénita, quien logró forjar una carrera exitosa. Quizá muchos la recordarán. Zulema marcó un hito en la historia paraguaya con relación a los salones de belleza.

Sobre sus inicios cuenta que a los 20 años decidió ser peluquera. “Comencé a capacitarme, primero con los mejores profesionales de Asunción y, luego, recorrí el mundo buscando perfeccionar mis conocimientos y dar lo mejor a mis clientas”.

A su mente vienen esos años difíciles, cuando llegó a la capital. “Vivía en una piecita de alquiler. No fue fácil, pero no decaí en mi meta. Cuando gané mi platita, construí mi peluquería y mi casa a la vez, y comencé a trabajar sin descanso. Tuve la dicha y oportunidad de codearme con los mejores estilistas del mundo, de capacitarme con los más renombrados. Fueron años de sacrificio y, a la vez, de satisfacciones, porque la inversión y el aprendizaje dieron sus frutos. Saqué adelante a toda mi familia. Mis hermanos también abrazaron esta profesión y supieron salir adelante. Mi única hija siguió mis pasos, al igual que mis nietas. En febrero del 2018 voy a celebrar 40 años de trayectoria. Estoy muy feliz y complacida por todo lo andado”.

Zulema, además de ser una excelente profesional, tiene un corazón noble. Da trabajo y hogar a madres solteras. “Tengo a cuatro mamás trabajando y viviendo conmigo, además de sus hijos. Son chicas trabajadoras que merecen una oportunidad y una mejor calidad de vida”, afirma sin dudar.

Su hija, Cinthya de Rodríguez, es colorista, y su nieta Camila, maquilladora. “Somos un clan trabajando al servicio de la belleza femenina. Todas distintas, pero iguales a la vez. Cada una tiene su personalidad y estilo, aunque coincidimos en la pasión. Trabajamos muy bien y nos tenemos mucha confianza”, admite Zulema.

Tienen una creatividad a flor de piel y afirman amar lo que hacen. Son una familia unida por la peluquería y ya anuncian que van por la quinta generación. La esperanza está puesta en la bisnieta, Mia Alessandra, de 10 meses, quien ya comienza a convivir con el oficio de toda la familia. “Nunca sentimos presión para elegir el mismo camino. Fueron decisiones libres y estamos muy contentas. Creo que llevamos en la sangre”, coinciden las mujeres, entre risas.

Zulema dice que su profesión le dio muchas alegrías, entre ellas, que su hija y nieta sigan el mismo camino y se hayan convertido en colegas.

ndure@abc.com.py

Fotos ABC Color/David Quiroga/Archivo.

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