Tres contra uno

Hoy se cumplen 151 años de la firma, en Montevideo, del tratado que selló la alianza de tres gobiernos contra el Paraguay. Se iniciaba oficialmente la Guerra de la Triple Alianza contra nuestro país. Una contienda que fue parte del proceso de conformación de los países de la región, con funestas consecuencias en diversos ámbitos: sociales, económicos, políticos, demográficos, etc. Un hecho que nunca más debe repetirse.

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En abril de 1863 se había iniciado la rebelión contra el Gobierno uruguayo del presidente Berro, liderado por el general Venancio Flores. Pero esta no solo era una más de las revueltas que ensangrentaron el suelo uruguayo. No. Con esta, se encendía la chispa de un voraz incendio que abrasaría la región y que se acabaría, siete años después a orillas de un arroyo a miles de kilómetros de allí, en un agreste paraje circundado de serranías.

Si bien hay muchos acontecimientos que fueron haciendo de antecedentes y prolegómenos, este hecho fue el más próximo al estallido de la contienda, el más sangriento conflicto bélico que tuvo lugar en el continente y que protagonizaron la Argentina, el Brasil y el Uruguay, por un lado, y el Paraguay, por otro.

Vísperas

Algunos de los puntos que se pueden considerar como antecedentes cercanos del conflicto son la negativa del Gobierno uruguayo de renovar un tratado comercial y de navegación firmado con el Brasil, en 1851. Esta medida redujo notoriamente la dependencia uruguaya del Brasil.

Por su parte, la consolidación de la República Argentina, de manos de Bartolomé Mitre, tropezaba con la oposición federalista de Corrientes y Entre Ríos, provincias que al utilizar los puertos uruguayos escapaban de la influencia bonaerense, lo que llevó a Mitre a apoyar la sublevación colorada del general Flores contra el Gobierno blanco de Berro. Ante esta situación, Berro buscó crear un equilibrio de fuerzas en la región en el establecimiento de un eje Montevideo-Asunción, al que podrían sumarse otras provincias, como Entre Ríos y Corrientes. Si bien no se llegó a ningún acuerdo, el Gobierno paraguayo expresó su apoyo a su par uruguayo.

La situación empeoró cuando los fazendeiros brasileños establecidos en territorio uruguayo denunciaron supuestos “abusos” del Gobierno uruguayo hacia ellos, por su apoyo a las fuerzas de Flores.

El periodo de Berro culminó en 1864, pero el poder siguió en manos de los blancos, con Atanasio Cruz Aguirre. Los estancieros brasileños pidieron la intervención militar del Imperio. Este intervino, pero no sus compatriotas, para evitar una hegemonía argentina ante un triunfo colorado y distraer la atención de serios problemas internos que venían suscitándose en el Brasil.

Luego de décadas de desencuentros, estos hechos llevaron a unir los intereses de los dos Gobiernos. Para ambos, era importante ejercer una presencia hegemónica en el Uruguay. A esto se sumaba la similitud de tendencias ideológicas liberales, en contra del conservadurismo del Gobierno uruguayo y de los otros futuros protagonistas: Entre Ríos y, especialmente, el Paraguay.

Por otro lado, estaba la cuestión de la libre navegación, especialmente del río Paraguay, muy importante para el Brasil, pues era la única vía de comunicación con sus lejanas posesiones del Mato Grosso.

El Brasil preparó una intervención militar al Uruguay, mientras, a la par, llevaba adelante gestiones diplomáticas para reemplazar a varios ministros blancos por colorados, afines a sus intereses. Esto se acordó en el pacto de Puntas del Rosario, en setiembre de 1864, con la presencia de Elizalde, canciller argentino, y Thorton, embajador inglés, interesado en la no continuidad de las hostilidades, pues afectaban al comercio de sus súbditos en la región.

Una vez conseguido sus propósitos, el Brasil exigió la salida de los funcionarios uruguayos sindicados como responsables de la persecución a los fazendeiros brasileños.

Ante esta situación, protestó el Gobierno paraguayo, pero aun así, el 12 de setiembre de 1864, el Brasil invadió el Uruguay. El Gobierno paraguayo respondió con la captura de un buque brasileño y ordenó la invasión de Mato Grosso, territorio ocupado por el Brasil y en disputa con el Paraguay.

En tanto, con apoyo brasileño, el general Flores asumió el poder en el Uruguay.

En abril, López realizó un acto que fue fatal para sus propósitos: invadió Corrientes, lo que llevó al presidente argentino Mitre acordar con el Brasil un pacto impensado en otras circunstancias, pues la mayoría de los argentinos eran antibrasileños.

Se forma la tríplice

Como reacción a las medidas tomadas por el Gobierno paraguayo, el diplomático brasileño en Buenos Aires se movió para firmar una alianza político-militar con la Argentina. El 24 de abril se llegó a un acuerdo con el Gobierno argentino y se comunicó al Gobierno uruguayo, que se sumó a la alianza. De esa manera, el 1 de mayo de 1865 fue firmado el Tratado de la Triple Alianza, ratificado por los congresos argentino y brasileño. El Brasil y la Argentina intercambiaron sus respectivas ratificaciones, el 12 de junio, y el Uruguay se sumó al día siguiente.

El objetivo de este tratado fue, claramente, el de obtener una victoria sobre el Paraguay, pues consideraban a nuestro país como una amenaza a la paz y la seguridad de sus respectivos países.

Los aliados argumentaron que la alianza era contra el gobernante paraguayo y no contra el pueblo. Lo que no confesaban eran sus pretensiones territoriales. El Gobierno británico, en desacuerdo con varios puntos de lo pactado y lejos de instigar el conflicto –pues ponía en inútil riesgo sus intereses en la región–, optó por hacer público el tratado, en junio de 1865.

En las próximas entregas seguiremos con otros aspectos de este conflicto, desencadenado hace 151 años.

Mitos

Existen muchos mitos acerca de este conflicto. Algunos de ellos dicen que fue promovida por el Imperio británico para suprimir a un emergente país que pudiera rivalizar con aquel. Nada más alejado de la realidad. Inglaterra era un imperio con posesiones en gran parte del mundo, con ingenios que venían produciendo desde más de un siglo antes, con una economía basada en la tecnificación de su producción (fábricas de diversos rubros, miles de kilómetros de ferrovías, importación, industrialización y exportación de productos elaborados), mientras que nuestro país, con una economía basada en la producción agrícola, ganadera y forestal, apenas estaba dando inciertos pasos hacia una incipiente industrialización: 60 km de ferrovías con locomotoras decauvilles, unos pocos buques, astilleros, un alto horno, poco más de 300 km de línea telegráfica, concurso de técnicos… Todos contratados y adquiridos de Inglaterra. ¿Por qué este país querría fundir a un muy buen cliente?

Además, recordemos que el Brasil había roto relaciones diplomáticas con la Gran Bretaña, poco tiempo antes de la guerra –el 25 de mayo de 1863– y restablecidas recién en setiembre de 1865. Por otro lado, ¿qué país fue el que hizo público aquel infame tratado firmado en secreto por los plenipotenciarios de los tres países involucrados?

Por Luis Verón surucua@abc.com.py

Fotos Surucua.

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