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Como desde hace 32 años, Corazones Abiertos realiza su tradicional campaña de fin de año, que consiste en recorrer diferentes barrios de Asunción para recolectar la mayor cantidad de artículos para el hogar, donados solidariamente por la ciudadanía, para luego venderlos a precios simbólicos a la gente de escasos recursos.
La recolección en los barrios se inició el 12 de diciembre y se extenderá hasta el 23 del mismo mes. Recorrerá las zonas de General Díaz, Recoleta, San Vicente, Mariscal Estigarribia, San Cristóbal, Herrera y parte de Villa Aurelia. Buscan cualquier objeto nuevo o usado que las personas ya no utilicen en sus casas, pero que puedan servir a otros. “Muchas veces nos dan cosas obsoletas pero necesitamos que funcione pues el objetivo de la campaña es justamente llegar a la gente que, normalmente, no puede acceder a elementos como estos por el alto valor comercial que tienen, dando la posibilidad de mejorar su calidad de vida”, explica Alice Flores (17), voluntaria desde 2011 y actual coordinadora de comunicación.
Guillermo Silveira (18), voluntario también desde 2011, comentó la importancia de participar en esta labor solidaria, porque representa conocer gente nueva en un entorno diferente, pues a cada voluntario le ayuda a vencer miedos e inseguridades. Comentó que durante todo el año aguarda con ansias que llegue la época de realizar la campaña. “Son jornadas que a veces empiezan a las seis de la mañana y terminan casi a las nueve de la noche, pero es un sacrificio que vale la pena hacer”, dice.
Para Silvana Duarte (16) y Matías Giménez (16) es su primera experiencia y están cargados de ilusión por la posibilidad de colaborar. Ambos integran el equipo de monitores; llegaron invitados por amigos cercanos que los convencieron de participar. Una vez adentro, se dieron cuenta de la importancia de esta labor y afirman estar preparados para los días de mayor trabajo.
Las jornadas de venta de los artículos están previstas para los días 28, 29 y 30 de diciembre. Según los voluntarios, los precios de los artículos tienen precios bajos desde el inicio, pero cada día van bajando hasta quedar en algo meramente simbólico, como por ejemplo un mueble escritorio por G. 5000.
Las personas vienen desde distintos puntos de la ciudad y del área metropolitana en busca de algún mueble, electrodoméstico u objeto que les pueda servir. Según Alice, algunos vienen buscando algo específico, como una mujer que llegó el último día de la feria en su edición de 2012. “Se acercó a los voluntarios pidiendo un colchón que ya no había en stock; comentó que dormía en el suelo, lo que conmovió tanto a los jóvenes que tuvieron que cederle el que usaban los que se quedaban como guardias en las noches. Había llegado en un carrito tirado por caballos y, al levantarlo, realizó una maniobra con el colchón que hizo que cayera algo de adentro: era dinero en efectivo, cerca de G. 700.000. La mujer, llena de felicidad, volvió adentro de la feria y compró un montón de muebles para equipar su casa”, comenta.
Voluntariado
A pesar de que el operativo ya está en marcha, los jóvenes invitan a más personas a sumarse a la campaña. Para el voluntariado, no existe más requisito que las ganas de ayudar, no hay límite de edad e, incluso, Alice menciona que es importante empezar a involucrarse en tareas sociales desde temprana edad, para que el niño vaya percibiendo la realidad de la sociedad, valore la vida y pueda relacionarse con personas de distintos ámbitos sociales, que durante la campaña trabajan al unísono con la sola intensión de ayudar a quienes necesitan. “La gente normalmente piensa que hay que ser adultos para empezar a ayudar, pero, al contrario, es durante la niñez y la adolescencia lo ideal, porque es cuando se tiene más tiempo para dedicar a la labor. En vez de quedarse en sus casas viendo televisión, jugando con la computadora o el celular, pueden emplear su tiempo en favor de otros”, expresa.
En esta edición, se hace nuevamente una colonia de vacaciones para los más pequeños, despertando en ellos el interés por la labor social. Durante estas jornadas se realizan charlas, juegos y se comparten vivencias muy interesantes.
“Es una experiencia que vale la pena, porque nosotros aprendemos que no todos tienen las mismas posibilidades, que hay realidades duras y que, a pesar de ello, las personas que menos tienen son las que más dispuestas se sienten para colaborar por el bien de los demás. Estamos en época de fiestas, de aguinaldo, y la mayoría de las personas renuevan cosas en sus casas, así que los invitamos a donar lo que ya no usen para darles la oportunidad a otros de recibir un nuevo año con una vida un poco mejor”, finaliza Alice.
Agradecimiento especial: Casa San Pablo.
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