Cultivo de maíz

Este cultivo se realiza desde hace más de 7000 años, era cultivado por los indígenas de las zonas de México y América Central. Pero se considera que los hallazgos más antiguos pertenecen a México. El maíz es un cultivo anual que tiene un tallo firme, y muchas variedades pueden superar los cuatro metros de altura; no tiene ramificaciones, pero posee una médula esponjosa. Su penacho de coloración amarillenta posee una cantidad elevada de polen. De acuerdo a la variedad, tiene sus recomendaciones de cultivo.

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En el Paraguay, el maíz se cultiva especialmente en la zona dieta por, alto para la, San Pedro, Paraguay y ICA agua su punto aunque existen algunos lugares que con modificaciones en el suelo y riesgo han podido superar las barreras de limitaciones que se tenía en este cultivo.

Siempre es recomendable antes de iniciar un cultivo o un año agrícola, realizar un análisis del suelo, con el cual el productor va ahorrar mucho dinero en el abonado o en la preparación del suelo en forma inadecuada, poniendo muchas veces fertilizantes con materiales que no hacen falta o, por el contrario, no satisfaciendo los requerimientos que el suelo necesita para este cultivo.

Cuando se lleva la muestra del suelo al laboratorio, se debe especificar las recomendaciones que necesitan para los cultivos que se van a implantar en ese suelo. Los técnicos de laboratorio, cuando le den el diagnóstico, les dirán si el suelo es apto para este cultivo o necesita el agregado de los diferentes componentes.

Según el ingeniero Silvio Codas, es necesario hacer periódicamente el encalado del suelo, y hace la comparación de que la cal agrícola es para el suelo igual que el aceite es para el motor del auto.

El maíz requiere de suelos fértiles, de consistencia mediana y de buen drenaje. Habíamos nombrado los lugares donde más se siembran en nuestro país, pero lo que hay que recordar que este cultivo requiere zonas templadas y de lluvias regulares. Con la nueva tecnología, muchas variedades se han adaptado al clima cálido, y para que la germinación sea rápida, es necesario que la temperatura ambiente esté por encima de los 13 grados centígrados.

En nuestro país podemos hacer dos divisiones. De acuerdo a lo que hemos anunciado, en la zona Central y Norte, la siembra puede realizarse desde julio, agosto y hasta fin de septiembre. En la zona Sur y Este, la siembra se realiza desde septiembre hasta fin de octubre. Este rango de tiempo generalmente está determinado por el período de lluvia, debido a que en los últimos años ha ido variando significativamente debido a la deforestación y a los cambios climáticos que la misma ha provocado.

Teniendo en cuenta este concepto de la lluvia, podemos decir que en ambas zonas hay una alternativa que va de la segunda quincena de enero hasta fines de febrero, en los momentos en que las precipitaciones son suficientes y las temperaturas aún permiten el cultivo de este grano.

Debido a que el maíz posee una parte materna que es la femenina, y otra paterna que es la masculina, permite la creación de combinaciones, a las que se las llaman cruces, y permiten crear nuevos híbridos para el mercado, de acuerdo a las necesidades del mismo. En este punto hay que tener especial cuidado, porque si el pequeño productor compra una variedad híbrida, debe saber que los requerimientos del suelo varían significativamente a lo que estaba acostumbrado utilizar con la semilla de su finca o local. Además, cuando haga la cosecha del mismo, no podrá ser utilizada como nueva semilla en el próximo cultivo, debido a que este grano tiene propiedades genéticas que solamente pueden ser reproducidas por hibridación.

A fin de recuperar la gran fertilidad del suelo perdida por mal manejo del mismo, es recomendable tener en cuenta los trabajos del ingeniero Kent Moriya, quien ha verificado con éxito la siembra directa en este cultivo.

Este comentario lo hago porque el agricultor va a encontrar en muchos manuales, recomendaciones de aradas y movimientos de tierra que muchas veces no son necesarios.

La siembra se recomienda hacerla en hileras, para facilitar posteriormente las operaciones del control de la maleza, los tratamientos que se tenga que hacer a la planta y la posterior cosecha. Para ello es necesario dejar el espacio adecuado, y de acuerdo a cada sistema que tenga el agricultor, tomaremos como punto medio entre hileras de 90 centímetros.

En aquellos lugares donde existen desniveles hay que tener mucho cuidado de que las hileras sean transversales a las pendientes dominantes del terreno, siguiendo la curva de nivel del mismo, a fin de evitar de que el agua de lluvia perjudique el suelo produciendo el grave daño de la erosión.

En cuanto a la densidad de la siembra, si se trabaja con semillas de la propia finca se debe tener en cuenta el tipo o variedad de maíz que se está sembrando. Si son de porte bajo, van unas 65.000 plantas por hectárea; para deporte mediano 55.000 plantas por hectárea, y para deporte alto se puede llegar hasta 50.000 plantas por hectárea.

Si se van a trabajar variedades híbridas, es decir, aquellas que se consiguen en el mercado para una calidad específica de grano, se deben seguir las recomendaciones que están en la etiqueta, y consultar con el técnico agrícola de la zona. Porque el costo de la semilla, en estos casos, es más elevado, y no es necesario poner más del indicado, a fin de no gastar dinero de más.

Muchas veces es recomendable en las pequeñas fincas, hacer cultivos de maíz con mayor garantía para el productor, es decir, en lo posible proporcionarles un sistema de riego, que le garantice al agricultor la cosecha y no se pierda por falta de agua, como ocurre en muchos casos. Es mejor garantizar una pequeña parcela y no correr el riesgo con una gran siembra. En experiencias realizadas con riesgo en la Escuela Agrícola Carlos Pfannl, se han obtenido excelentes resultados con riesgo por inundación, donde el Dr. Varela obtuvo rendimientos superiores a los 10.000 kilos por hectárea. También obtuvo la experiencia de que cuando ocurren estas cosas, los requerimientos del suelo eran mayores.

El pequeño productor puede recurrir a técnicas de manejo biológico para el control de las enfermedades que puedan aparecer en la planta. Esto le va a salir más económico, y además puede tener un producto de mayor confianza para el consumo de su familia. Esta técnica de control biológico está muy desarrollada en nuestro país, tal como lo ha demostrado la Fundación ALTERVIDA, en su manual “Producción Agropecuaria Ecológica”, con la colaboración de FECOPROD y el CENTRO COOPERATIVO SUECO, donde podemos encontrar las soluciones de tratamientos que se pueden preparar en la casa con insumos de bajo costo y sin dañar a la naturaleza.

También en este material hay una recomendación que es importante seguir, que la asociación de cultivos, en este caso el maíz, no se puede hacer con poroto, ni con batata o con mandioca. Además aconseja, que cuando se plantan varias hileras de un mismo rubro y al lado varias hileras de otro rubro. Por ejemplo si se cultiva una franja con cebolla, otra con maíz y otra con arveja.

El productor debe seleccionar para qué va usar el maíz, debido a que cada variedad que cada variedad tiene un destino específico y, por supuesto, un costo diferente, es por ello que se debe pensar en una variedad para el consumo humano y otra para la alimentación de los animales, de esa forma se obtendrá mayor producción, y un menor costo en la alimentación animal.

Hoy en día, los rendimientos con variedades híbridas en la Zona Este de nuestro país sobre todo hacia el sur, superan los 7000 kilos por hectárea, esto es importante conocer, por qué se puede planificar un sistema de producción de acuerdo a los costos internacionales, de tal forma que la fertilidad del suelo que se exporta por este grano y por otros, debe ser compensada de acuerdo al rendimiento y a la planificación que se tenga en cuanto a los rubros agrícolas. Quiero resaltar que durante mucho tiempo no se estuvo exportando ni soja ni maíz, sino fertilidad del suelo, la cual fue obtenida por los desmontes muchas veces irracionales que no compensan económicamente, al daño que se ha producido al ambiente, es por ello que hoy en día los cambios climáticos muchas veces perjudican más a los cultivos y a la población, que las ganancias que se obtuvieron por un desmonte no planificado.


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