Huerta familiar

La producción de alimentos en la propia finca y su utilización en la dieta familiar es una estrategia apoyada cada vez más, como medio para contrarrestar la fuga de los ingresos familiares, y para lograr el mejoramiento de la alimentación diaria del productor y su familia. Consultamos a la Ing. Graciela Estigarribia de López, técnica del Dpto. de Horticultura de la Dirección de Extensión Agraria (DEAg), sobre los primeros pasos a seguir para la creación de una huerta familiar.

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La producción de hortalizas es una alternativa ineludible cuando de mejorar la economía y alimentación de la familia se refiere. Las hortalizas son fuentes naturales de vitaminas y sales minerales, siendo su consumo diario de gran importancia para el desarrollo del cuerpo y para la salud de las personas. La ingeniera Graciela Estigarribia de López explicó cómo lograr una huerta en la propia casa, aunque para ello es fundamental conocer algunos puntos específicos relacionados con los preparativos previos y cuidados posteriores a la siembra.

UBICACIÓN

Es importante instalar la huerta cerca de la casa y de una fuente de agua, pues facilita el riego y otros cuidados, dijo la ingeniera. “La abundante disponibilidad de agua es un factor fundamental para la buena producción. Todas las hortalizas son plantas altamente exigentes en agua, porque tienen raíces superficiales y muy delicadas, y porque la mayoría contiene en sus partes comestibles alto porcentaje de agua”. Con respecto al terreno, la profesional señaló que preferentemente debe ser plano, o con declive suave, para evitar los riesgos de erosión. Debe tener buena exposición a la luz solar; es decir, debe estar alejado de árboles grandes u otros obstáculos.

El suelo debe ser suelto, profundo, con buen drenaje, de textura areno-arcilloso y, en lo posible, con cierta fertilidad natural. “Una buena huerta familiar, de 10 m. x 10 m., manejada racionalmente, es suficiente para abastecer de hortalizas a una familia de 6 a 8 miembros, e incluso para vender los excedentes”.

PROCEDIMIENTO

La preparación de tablones es uno de los aspectos más importantes, según la Ing. Estigarribia de López, quien recomienda seguir las siguientes operaciones:
Volteo de la tierra. Se remueve la tierra con pala hasta una profundidad de 15 a 20 cm. En las huertas sin cercado esta operación corresponde a una arada. Eliminación de terrones. El suelo debe quedar bien mullido, suelto, sin terrones. Esta operación se realiza con palas, azadas y rastrillos. Limpieza. Consiste en eliminar los restos de plantas, troncos, piedras o cualquier otro material. Esta operación se efectúa con rastrillos.

Marcación. Normalmente, los tablones miden de 1 a 1,20 m. de ancho con 5 a 10 m. de largo y 15 a 20 cm. de alto. La marcación se hace colocando estacas en las medidas mencionadas, de las cuales se estira un piolín o hilo. “La altura de los tablones varía de acuerdo a la humedad del terreno, donde está ubicada la huerta. En lugares húmedos, los tablones deben ser más altos (20 cm.), mientras que en los lugares secos deben ser más bajos (10 a 15 cm.).

Nivelación y agregado de estiércol. Una buena nivelación de los tablones permite disminuir el efecto de la erosión y, por lo tanto, la durabilidad de los mismos. Antes de realizar la nivelación final con el rastrillo, se debe agregar 4 a 5 k. (4 a 5 paladas) de estiércol de vaca o 1 a 2 k. de estiércol de gallina, por metro cuadrado. Los tablones así preparados están listos para realizar la siembra o para el transplante de hortalizas.

SIEMBRA

La siembra de las semillas, según nuestra entrevistada, se realiza en los tablones, en este caso llamados almácigos, en pequeños surcos transversales separados a 10 cm. unos de otros y a una profundidad de 1 a 1,5 cm., echando las semillas a chorrillo corrido. “Considerando que una buena semilla tiene alto porcentaje de germinación, la cantidad de semillas a ser distribuidas por metro cuadrado no debe ser muy alta”, apuntó la Ing. Graciela, quien también añadió que existen dos formas de siembra: en lugar definitivo y en almácigo. Muchas hortalizas se deben sembrar en lugar definitivo donde permanecen hasta la cosecha, es decir, no son transplantadas.

¿EN LUGAR DEFINITIVO O EN ALMÁCIGO?

Las hortalizas que se multiplican por semillas y que se siembran en el lugar definitivo son: zanahoria, perejil, rabanito, acelga, remolacha, zapallo, zapallito de tronco, calabaza, arveja, sandía, melón, chaucha, pepino, espinaca y poroto manteca. Las hortalizas que se multiplican vegetativamente, es decir, por ramas, como la papa, la frutilla, el ajo y la batata, también se siembran en el lugar definitivo. Otras hortalizas se siembran en el almácigo y luego deben ser transplantadas al lugar definitivo. En este grupo se encuentran la lechuga, acelga, repollo, cebolla de hoja, coliflor, cebolla de cabeza, remolacha, tomate, locote y berenjena. El transplante se realiza generalmente cuando las plantitas tienen 3 a 4 hojitas definitivas.

PREPARACIÓN DEL ALMÁCIGO

El almácigo puede realizarse en cajones o en las modernas bandejas de plástico, de manera más delicada que un tablón, con superficie de tierra más fina, limpia, bien abonada y sin terrones; ya que va a servir de lecho para la germinación de las semillas. El uso del almácigo permite racionalizar el uso del espacio de la huerta y una mejor selección de las mudas, que luego serán transplantadas al lugar definitivo. También es más fácil cuidar de un espacio menor, concentrando toda la atención en ofrecer a las semillas las mejores condiciones de germinación.

APROVECHAR RECURSOS

En nuestro país, se conocen y se cultivan unas 30 especies de hortalizas, lo que indica que la huerta familiar puede proveer alimentos variados durante casi todo el año, según las diferentes clases de hortalizas y su época de cultivo. Una huerta familiar tiene la ventaja de aprovechar eficientemente los recursos de la finca, como estiércol, agua y otros insumos caseros, como así también manos de obra de mujeres y niños, con lo que se abarata el costo de las hortalizas.
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