Valorar los árboles y bosques - Ing. Agr. Fernando Díaz Shenker (*)

Lo que numerosos estudios internacionales concluyen, básicamente, lo siguiente: si los recursos forestales se utilizan mejor, de manera planificada y sostenible, entonces, será posible dar una real respuesta a los pueblos originarios, disminuir los niveles de pobreza, contribuir a la seguridad alimentaria, hacer frente al cambio climático, preservar la biodiversidad hoy amenazada, crear fuentes de bioenergía para consumo, así como fuentes de trabajo orientadas a cuidar los bosques existentes, a forestar y reforestar, llevar adelante campañas de concientización a productores y ciudadanía en general.

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Al recordarse ayer el Día del Árbol, urge que las políticas públicas y los programas de los gobiernos diseñen y apliquen estrategias y prácticas agronómicas e industriales que, con la debida tecnología y biotecnología, favorezcan el desarrollo económico y social de los pueblos con un enfoque de sustentabilidad. Esto quiere decir que se produzca, transforme, consuma y deseche con responsabilidad y cuidado del ambiente y recursos naturales.

BOSQUES Y ECONOMÍA VERDE

En este contexto, hay que insistir en la importancia de una gestión sostenible de los bosques nativos y las plantaciones forestales; sumado al cuidado de los árboles urbanos, por su valor y beneficios directos e indirectos en la producción agropecuaria; en la mitigación de los efectos del calentamiento global, en el bienestar animal y cuidado de la biodiversidad. Lamentablemente, en muchos países, como en Paraguay, los temas y desafíos ambientales quedan relegados de los cálculos económicos y de las estimaciones de rentabilidad de tal o cual explotación agropecuaria existente o a instalarse. Como si no hubiese la imperiosa necesidad de estimar el costo ambiental de cada emprendimiento agrícola y pecuario. Y caben varias interrogantes: ¿cuál es el costo para el ambiente de este tipo de acciones, en términos de pérdida del hábitat de especies, de aumento de especies silvestres amenazadas, como las abejas melíferas y otros insectos polinizadores; liberación de gases de efecto invernadero, de fertilidad del suelo, de contaminación del suelo, agua, alimentos? Cuando es bien sabido que al disminuir la deforestación y reforestar, cuando se cuidan los árboles y bosques, estos pueden absorber importantes cantidades de anhídrido carbónico (CO2) atmosférico, quizás el principal gas de efecto invernadero, mitigando los efectos del cambio climático (aumentos de las temperaturas ambientales, lluvias y sequías de mayor intensidad), contrarrestando la degradación de los suelo por erosión y desertificación, preservando el hábitat de especies de flora y fauna, algunas en vías de extinción y otras ya desaparecidas; manteniendo sitios históricos y culturales.

CONCLUSIÓN

No es bueno que el hombre progrese a expensas de la destrucción de los árboles y la naturaleza. Hay que buscar los límites y equilibrios que permitan dicho crecimiento, pero cuidando el medio y lo que hasta ahora nos ofrece. “Únicamente si aprendemos a ver el valor de la naturaleza en sí misma, la naturaleza permitirá que los humanos estemos mucho tiempo más. Debemos aprender a querer y cuidar la mismos.” Tomado de la Carta de la Tierra: una declaración de principios éticos fundamentales para la construcción de una sociedad global justa, sostenible y pacífica en el Siglo XXI, si queremos impedir destruirnos a nosotros.

(*) Especialista en Comunicación Rural.

 

 

 

 

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