Yerba de lucero - Ing. Agr. Msc. José A. Salinas Daiub (*)

En todo este tiempo de experimentar con esta especie, hemos notado que el poder principal de la yerba de lucero (Pluchea sagitalis) radica en “cuidar” de una manera extraordinaria ese “laboratorio” fabuloso que tenemos: el estómago.

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“Sin temor a equivocarnos, el estómago es uno de los órganos que más problemas tiene en el Paraguay, pues comemos muy mal la mayoría de la población, aun así, el mismo realiza un trabajo extraordinario para tratar de digerir todo lo que consumimos (mucha carne, mucha gordura, mucha fritura, harina, azúcar, sal, etc.)”. Pasa el tiempo y aparecen los famosos pŷ`a va`i, pŷ`a jái, que desembocan en gastritis, ulceras, ulceras sangrantes y, lo peor, un cáncer de estómago. Así como “comemos mal” en este tiempo del verano, la naturaleza nos ofrece también la posibilidad de que podamos “contrarrestar” con esta planta medicinal los efectos negativos que puedan ocurrir en el estómago. Basta con hacer una infusión (verter agua hervida sobre 4 a 5 hojitas de la planta por 15 min) y tomar como té o en el mate o tereré.

OTRAS ESPECIES

Varias especies son nominadas y recomendadas para combatir los problemas del estómago (yaguarete ka´a, doctorcito, anís, manzanilla, yerba del pollo, entre otros), pero en el caso de yerba de lucero, su importancia crece al ser una especie de fácil crecimiento, especialmente en los lugares húmedos, inundables, canales de desagües, arroyos y patios muy húmedos. Esta es una característica permanente en el Ñeembucú.

Sin temor a equivocarnos, la yerba de lucero puede salir en cualquier lugar de la casa, de entre los ladrillos, “al abrir la puerta del fondo”. Uno lo puede ir desgajando de a poco, empezando simplemente por las hojas, que vuelven a brotar rápidamente, especialmente en estos tiempos de mucho calor y humedad.

“En un sencillo experimento que realizamos para analizar su poder alcalinizante, tomamos como muestra referencia a las semillas del mijo (único cereal sin gluten y altamente alcalinizante), hemos hecho una infusión con las hojas de la yerba de lucero y las semillas hechas polvo del mijo. Esa infusión duró 15 min, luego colamos y llevamos al laboratorio (en este caso, solicitamos el apoyo del laboratorio de la Essap de Pilar), en las mediciones que realizamos con ambas muestras, coincidentemente lanzaron resultados iguales, es decir, 6,8 de pH, esto es algo sumamente interesante cuando analizamos los valores de pH que van de 0 a 14 en las mediciones del mismo. O sea, considerando que, pasando el valor de 6 en pH, es un valor neutro, ya sea del agua o del suelo, la sustancia se considera levemente alcalina o directamente alcalina cuando pasa a 6,5, tendiendo al 7”.

(*) Técnico en Desarrollo Rural/Pilar/Ñeembucú.

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