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“Empezó con las artesanías después de padecer una enfermedad grave, para distraerse, relajarse y, como ya no podía realizar trabajos pesados, Dios en su infinita misericordia le regaló ese don para poder sobrellevar su nueva realidad”, comenta su sobrina Gloria Sanabria. Es empírica y a través del tiempo fue perfeccionándose, ahora es su pasión y parte de su sustento junto a la venta de las plantas. Estas casitas adornan y dan vida a los jardines, ya que los pajaritos comen, beben agua y algunos se quedan a vivir.