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Hasta el más mínimo espacio que disponemos con acceso a la luz solar, puede ser un potencial huerto. Hay diferentes formas de hacerlo y una de las más sencillas y prácticas es usando planteras. Desde lechugas, acelgas, espinacas, frutilla y cebollita, como también tubérculos como zanahorias, papas, remolacha, cebolla, e incluso árboles frutales como acerola, el limón, ciruela, manzanos, peras y otras variedades, se pueden tener en macetas. Así también, las especias que usamos como condimentos. El secreto está en la tierra que usamos y los desechos hogareños para preparar el compost casero: la basura orgánica que generamos puede ser aprovechada para hacer el abono con algunas lombrices que aceleren la descomposición.
Nunca deben faltar cáscaras de banana y restos de aguacate, por su alto contenido de potasio, como tampoco las cáscaras de huevo, por el calcio que aportan, el resto del café molido y cualquier otro desecho vegetal.
Reciclemos botellas y otros envases, partes de electrodomésticos y pallets para nuestra huerta en el patio. Nuestra mesa se enriquecerá.
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