¿Extensión de cobertura o calidad en atención médica?

Cuando los recursos son escasos, hay que elegir y esto implica renunciar. En las políticas públicas de salud actuales de muchos países la elección se inclina a favorecer el acceso universal a la cobertura en salud y a mejorar la accesibilidad a los servicios. Estos criterios, impulsados por la Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud, han llevado a muchos países a establecer sistemas nacionales de salud, a extender la cobertura de la seguridad social o, como en Estados Unidos, a establecer seguros de bajo precio accesibles también a la población de bajos niveles de ingreso.

Un dilema a resolver es cómo acompasar la universalización de la cobertura en salud –que aparece como un imperativo ético en una democracia–, sin desatender la calidad objetiva de la atención, incluyendo el acceso a procedimientos y medicamentos de alto precio.

En Paraguay, al igual que en los demás países de América Latina, donde el presupuesto es siempre una sábana corta, optar entre aumentar la cobertura y mejorar la calidad y la satisfacción de los usuarios, constituye un verdadero dilema. La tecnología pone en el mercado permanentemente nuevos recursos terapéuticos, así como fármacos a un alto precio. El público tiene más información y demanda los tratamientos que exceden las posibilidades de las instituciones prestadoras de salud.

¿Qué hacer frente a esta encrucijada?

Es necesario lograr un difícil equilibrio entre atender las expectativas lógicas de cada usuario y compatibilizar esto con el interés general y los presupuestos disponibles. La cobertura universal debe ser un objetivo, pero también debe ser de buena calidad.

A su vez, es nocivo limitar el acceso a los avances tecnológicos a aquel que puede costearlos. Lo que también se requiere es que nuestros Estados continúen esforzándose para aumentar el número de ciudadanos que pueden beneficiarse de los adelantos genuinos de la ciencia médica.

(*) Director de Farmanuario.