Arnold Schönberg o la nueva estructura de la música

A ciento cuarenta años de su nacimiento sigue siendo una de las personalidades musicales más influyentes del siglo XX y lo que va del presente. Arnold Schönberg abrió las puertas a una nueva organización de los sonidos, a un nuevo sistema de composición musical, a un universo desconocido hasta entonces. Nació en Viena el 13 de septiembre de 1874 en el seno de una familia judía. Desde pequeño interpretó el violín; como compositor fue autodidacta, y en su juventud se dedicó también a la pintura. La revolución que trajo al sistema musical no fue un fenómeno aislado; en el campo artístico e intelectual eran los tiempos del expresionismo, movimiento cultural nacido en Alemania en contraposición al impresionismo y que entrañaba las ansias libertadoras del arte que hallaron su primera aparición práctica en la pintura para manifestarse posteriormente en el teatro y en la música.

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Entre la pléyade de ilustres de la Viena de la época encontramos a Adolf Loos, arquitecto, diseñador, escritor, promotor cultural, precursor del minimalismo y amigo de Schönberg, a Sigmund Freud, padre del psicoanálisis y uno de los eruditos más relevantes del siglo XX, al pintor Kandinski, a Kafka, el escritor, y a Arnold Schönberg, cuyo gran aporte a la evolución de la música fue la creación del sistema dodecafónico, con lo que se inicia una técnica compositiva totalmente desvinculada de la tonalidad (organización jerárquica de los sonidos en función de un sonido principal o centro tonal llamado tónica, que indica a su vez el tono en el que está escrita una obra y el ámbito sonoro en el que se desenvolverá; por ello escuchamos decir que una música está en Mi mayor o en Do menor, etc., pues con eso se indica la tonalidad en que se encuentra la obra musical).

Schönberg se apartó del sistema tonal abandonando por completo el concepto tradicional de la música y organizó de una nueva forma los doce sonidos de la escala cromática dando a cada sonido de la serie la misma importancia; vale decir que en el sistema dodecafónico no existe ningún sonido más importante que otro: todos son iguales entre sí. Los sonidos organizados en una serie determinada sirven de célula base para la composición, constituyen la estructura básica de la obra y, como ya dijimos, a diferencia del sistema tonal, no existen sonidos más importantes ni se sujetan a una jerarquía de sonidos.

Pero su evolución hacia el atonalismo comenzó tímida y gradualmente; habiendo considerado la necesidad de un mecanismo que diera un sentido a esta nueva forma de composición, empezó a elaborar una teoría a la que llamó «Composición con doce notas relacionadas solo entre sí», como la fórmula para articular la nueva modalidad. Este método, conocido como dodecafónico o serial (y que posee varias reglas estrictas que podrán ser analizadas en otra ocasión) fue adoptado por compositores de la época y seguidores de la nueva corriente a pesar de la absoluta incomprensión y reprobación del público de entonces, que le negó por muchos años todo reconocimiento; aunque debe decirse que para ese tiempo estas obras eran muy exigentes tanto para escucharlas como para interpretarlas. Teniendo en cuenta lo dicho, el dodecafonismo fue el método desarrollado por Arnold Schönberg con el propósito de facilitar al compositor la estructuración de la música atonal proveyéndole de una serie de principios y procesos que le servirían de guía.

Sus seguidores más cercanos fueron Alban Berg y Anton von Webern, con quienes formó la Segunda Escuela o Moderna Escuela de Viena y que siguieron con fervor las doctrinas del maestro e hicieron posible que este lenguaje se difundiera y llegara a ser cultivado por importantes músicos del siglo XX y lo que va de este, aunque, paradójicamente, él les sobrevivió a ambos.

Se inició como docente en los años 1900, tarea que con mayor o menor intensidad no dejó hasta el final de su vida. Llamado por Richard Strauss para ser profesor de armonía y composición en el Conservatorio Stern de Berlín en 1902, regresó al cabo de un año a Viena, donde entabló una estrecha relación con Gustav Mahler, uno de los músicos más importantes de aquel entonces y cuyas formas compositivas ya contenían los rasgos de desorganización que más tarde él ordenó. A este periodo corresponden los estrenos de sus obras Cuarteto de Cuerdas Nº 1 en Re menor, Cuarteto de Cuerdas Nº 2 y Sinfonía de Cámara, que provocaron grandes polémicas. Alrededor de los años 1910 fue rechazada su solicitud de ocupar una cátedra de composición en la Academia de Viena, por lo que regresó de nuevo a Berlín como docente del Conservatorio Stern. Como resultado de su tarea didáctica publicó su excepcional Tratado de Armonía, una de las mejores obras sobre la materia y uno de los libros más importantes de la literatura musical del siglo XX. También de esa época es Gurre Lieder (Las canciones de Gurre), ciclo de canciones de dimensiones colosales muy influido por la música de Mahler, estrenado por completo en Viena en 1913; un año antes se había estrenado en Berlín el ciclo de canciones Pierrot Lunaire. También por esta época fueron interpretadas en Londres por primera vez sus Cinco Piezas Orquestales, que causaron también desconcierto y desaprobación. En 1915, durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918), Arnold Schönberg se enroló como oficial de reserva, completando su tiempo de servicio en una capilla militar.

Finalizada la Primera Guerra Mundial, Viena seguía ejerciendo una gran atracción como capital de la música, probablemente por su orquesta filarmónica, su ópera, los valses, los niños cantores y por la novedad de erigirse en la cuna de la música moderna. Arnold Schönberg fundaba en su ciudad natal la Sociedad para Ejecuciones Musicales Privadas, cuyo objetivo era ofrecer obras nuevas de diversos compositores, y también suyas; se escucharon, así, composiciones de Maurice Ravel, Bela Bartók, Claude Debussy, Alexander Scriabin, Richard Strauss e Igor Stravinsky, entre otros, pero fue a principios de los años veinte cuando Schönberg formuló su «Técnica de composición con doce notas relacionadas únicamente entre sí», método inédito que revolucionó el mundo musical, presentado oficialmente en el vals de la Suite op. 23 (1923). Fue nombrado director de la Academia de las Artes de Prusia en Berlín en 1925; allí se hizo cargo de la cátedra de composición hasta septiembre de 1933, cuando dieron por terminadas sus actividades en razón de la política nazi de Hitler; un mes después, partió a los Estados Unidos.

Luego de su estadía en Boston y en Nueva York, fue nombrado profesor de composición en la Universidad de California de los Ángeles, en la que alcanzó un gran prestigio. De este periodo datan sus libros académicos de composición, armonía y contrapunto y varias de sus composiciones importantes. La evolución de las obras de Schönberg pasa por todas las etapas de la composición, es extensa y abarca todos los géneros musicales; gran admirador de Brahms y de Wagner, su influencia se siente en La noche transfigurada (1899), una de sus primeras obras, que son muy expresivas; pese a esa expresividad inicial, desde 1905 se encamina decididamente hacia el atonalismo, que comenzará a manifestarse en toda su plenitud hacia 1908.

Schönberg dejó, además de sus obras, un cuantioso legado en manuscritos musicales y de texto, fotografías históricas, su biblioteca, etc., bienes que se conservaron en un principio en el Instituto Arnold Schönberg de la Universidad de California del Sur, en Los Ángeles; luego, en 1998, estos materiales fueron cedidos al Centro Arnold Schönberg de Viena, archivo abierto para la investigación.

Con el paso del tiempo, la figura de Schönberg emerge como la de uno de los más grandes maestros de la música, un investigador de impresionante disciplina y un científico de la técnica compositiva cuya propuesta ha originado la más profunda revolución en los criterios del arte sonoro, abriendo insospechados caminos con su inventiva y audacia.

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