La voz de los documentos

La selección de los documentos que esta exposición permite apreciar corresponde a uno de los periodos más dramáticos de la historia del Paraguay. El que transcurrió entre los rescoldos de la guerra del Paraguay contra la Triple Alianza (1864-1870) y el convulsionado lustro que siguió a la finalización de la guerra con Bolivia setenta años más tarde, desarrollándose entre ambas gestas (últimas décadas del siglo XIX y primeras del siglo XX) la lenta incubación de la guerra por la posesión del Chaco.

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Son hechos muy conocidos por casi todos los paraguayos, aunque no tanto como para sustentar los enconados debates que se mantienen sobre los mismos, desde su conclusión hasta nuestros días. No porque estos hechos, y sus antecedentes y secuelas, no sean importantes, sino porque lo que se afirma de ellos se fundamenta –casi siempre– en la pasión partidaria antes que en un acabado conocimiento de lo realmente acontecido. En la bronca entre grupos o familias, antes que en un saber real de lo que fueron aquellos sucesos y de lo que motivó sus fenómenos conexos.

Y este es el valor sustantivo y primordial de la exposición que nos regala la Fundación Huellas de la Cultura Paraguaya. Pues estos documentos –exhibidos al público por primera vez– se refieren a los mismos hechos que nos enfrentan desde hace mucho tiempo. Exactamente los mismos, con la diferencia de que ahora son los protagonistas los que nos hablan de ellos. De ahí su legitimidad y carácter. No se trata de la fría o pretenciosa crónica histórica que nos cuenta la interpretación de un historiador, ni de la mera descripción de un acontecimiento guerrero o diplomático. Es la verdad segura e incontrastable que, siguiendo la precisa caligrafía impregnada en papeles amarillentos, trasuntan las ideas y expresiones de quienes se constituyeron en los grandes protagonistas del período histórico mencionado.

Hay muchos de estos testimonios, todos de gran valor. Pero sacando a la luz el contenido de algunos –por exclusivo orden cronológico– veríamos, antes que cualquier otro, los Cantares a la memoria del general José Eduvigis Díaz, que se escriben y cantan a partir de la muerte del héroe, el 7 de febrero de 1867, cuando la guerra todavía promediaba.

Después, un documento firmado el 5 de marzo de 1870 anunciando los muy discutibles o reprochables festejos que se celebraban en Asunción por la muerte del mariscal Francisco Solano López y la conclusión de la guerra.

Varias hojas numeradas, suscritas por el general José Antonio Correa da Cámara, vizconde de Pelotas, narran la muerte del mariscal Francisco Solano López en Cerro Corá. Y pueden también apreciarse los planos del sitio de la batalla final, que significó la muerte del presidente paraguayo.

Aparecen también los terribles años de la posguerra retratados en varios documentos firmados por los principales actores de aquel remedo institucional que fue la «civilización» impuesta al Paraguay hasta el advenimiento del siglo XX.

Ya en este siglo, los documentos denotan las febriles negociaciones que, irónicamente, ponía en el calendario una futura guerra con Bolivia. Y aparecen nuevos nombres para dar curso a las mismas situaciones que, a lo largo del siglo anterior, no pudieron dar con una fórmula adecuada para arreglar límites precisos y justos con nuestros vecinos.

Y se hizo la guerra. Y también los documentos exhiben testimonios de ella, hasta una última carta que el general José Félix Estigarribia envía al presidente Eusebio Ayala desde el frente. Está fechada el 3 de junio de 1935, nueve días antes del cese del fuego y el fin de aquella contienda.

Después, lo de siempre. Y los documentos exhibidos por la Fundación Huellas de la Cultura Paraguaya también lo testimonian: la victoria, la borrachera del poder, la anarquía... Y el «Presidente de la Victoria» escribiendo una esquela desde las mazmorras donde lo metieron preso los eternos anunciantes de «nuevos rumbos», desde la Independencia Nacional, en 1811... hasta, prácticamente, ayer.

Arquitecto e historiador

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