Portunharaní

En 1992, Wilson Bueno recorrió felizmente un territorio trilingüe –castellano, portugués, guaraní– con su ópera magna, cuyo título paradójico le da al Paraguay un mar. Un mar que es en realidad, nos dice hoy el poeta Cristino Bogado en este artículo, la «playa de Guaratuba sobre el Atlántico, movida y acunada con el oleaje del portunharaní».

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Originalmente escrito por uno de los poetas brasileños más importantes de las últimas décadas, Wilson Bueno, en una mezcla de portunhol (híbrido de portugués y español que se habla en la zona fronteriza de Brasil, Argentina y Paraguay) y guaraní, el libro Mar Paraguayo (Iluminuras, 1992) desafió desde su título –que le da un mar al Paraguay– las fronteras entre idiomas y territorios. Coincidiendo con el aniversario de su primera edición, que acaba de cumplir el año pasado un cuarto de siglo, el sello neoyorquino Nightboat Books acaba de publicar en octubre una traducción, bajo el título de Paraguayan Sea, a cargo de la poeta canadiense Erin Moure.

Ante todo, una postura sobre la traducción: el desafío no es –o no debe ser– convertir lo ajeno en propio, preservando, congelando el estado de la propia lengua, sino expandirla con el impulso que llega de lo foráneo. Al respecto, dos citas:

«Pito: “Me importa un pito” (Monólogo de Molly Bloom en la versión de Borges, 1925). Siendo estrictos con la teoría de la traducción de Blanchot, Borges se equivoca al traducir a Joyce en 1925. El punctum no es porteñizar a Joyce, volver lo Otro en lo Mismo, sino irlandizar lo porteño, trocar lo Mismo en Otro, pues, en el fondo, ¿para qué traducir si no vamos a salir de nuestro propio patio? Traducimos para dejarnos invadir con los patrimonios intangibles de allende el mar y los ríos, ¡no para exportar nuestros commodities de siempre! ¡Perdernos para crecer y enriquecernos! ¡Expandirnos, no repetirnos! ¡Modificar nuestro ser, no imponer nuestras taras como absolutos!» (Diccionario de subrayados).

«Nuestras versiones y traducciones, incluso las mejores, parten de un falso principio: pretender germanizar el sánscrito, el griego, el inglés, en lugar de sanscritizar el alemán, helenizarle, anglicizarle. Tienen más respecto por los usos de su propia lengua que por el espíritu de la obra extranjera... El error fundamental del traductor es congelar el estado en que se encuentra por azar su propia lengua, en lugar de someterla a la impulsión violenta que viene de un lenguaje extranjero» (Rudolf Pannwitz apud Benjamin apud Blanchot).

No traducir

Tal como el original mezclaba portunhol y guaraní, este Paraguayan Sea mezcla inglés y francés con guaraní. Con eso la traductora espera, explica ella misma, dar una respuesta a la pregunta sobre cómo crear en el «no traducir», en el «ne pas traduire», que es crear en sincronicidad con la mise en abyme, con el entre-lugar de la traducción.

La primera versión de este libro –en realidad, de un fragmento del libro– fue hecha por Moure en 2003 para la Oxford Book of Latin American Poetry empleando «franglawk», un mix de inglés, franchute y kanien’keha (mohawk). Después, la traductora canadiense se dio cuenta de que el guaraní era esencial en el escrito original de Bueno, «porque el guaraní sale de su texto en cada costura, incluso en la más infinitesimal, y sus epistemologías y realidades son cruciales».

Mar Paraguayo: Guaratuba

«Sábado, 13 de marzo de 2010 a las 11:09 UTC-03

Cristino y Ney, Ney y Cristiniño, para usteds, con exclusividad internacional, lo perrito de la Marafona del Balneario. De tan tiquitititittisssimo no existe, es solo la projeción de la soledad de una vida marafa de conhaques, bordeles, guaranias e boleros en las noches borrachas de la tríplice frontêra...

Bezotes,

Wilson Bueno».

Encontrar en mi buzón este viejo e-mail de Wilson Bueno me lleva a la pregunta de Erín Moure: ¿quién es la «marafona» (en portugués, «prostituta» y también «muñeca de trapo»)? Dos opciones: una migrante paraguaya que sabe guaraní, o una mariposa de la playa de Guaratuba que ha oído intensamente el guaraní de los paraguayos que veraneaban allí en los ochentas. También me lleva a arriesgar una lectura del título: Mar Paraguayo es la playa de Guaratuba, invadida anualmente por turistas paraguayos que mezclan el guaraní con su español. Playa de Guaratuba sobre el Atlántico, movida y acunada con el oleaje del portunharaní.

Frenglish-guaraní

Cotejemos un fragmento del original con la versión de Moure, Paraguayan Sea.

«En estos momentos es que me aperta acá en el lado esquerdo una lúgubre canción hecha de remorso, lo podrido veneno de la saudade y me pega, por todo el cuerpo, unas ganas de matar ô de morir. Quiçás, quiçás, quiçás. Chororó, guarará, chororó.

Brinks’imi: si, si, es contigo que hablo, juguete-de pelos y atado a mi colo, de tal forma acojido, como se hubiera nascido exclusivamente para esso, su linguita destra, que tan marafas a veces, hein, Brinks, que dices, que dices tu? paraguayta cumple, como en las correspondências que, ahora, há mucho tiempo, no lo sê que es recibir. La marafona no tiene quien la escriba. Brinks’i. Brinks’imi.»

(Brinks, fragmento ilustrado de Mar paraguayo, Felicita Cartonera, 2010)

«At such moments, I wake up with lugubrious lyrics of remorse gipping my left side, the rotten poison of the pining of saudade, and my entire body is clenched in the desire to kill or die. Perhaps, perhaps, perhaps. Chororó, guarará, chororó.

Brinks’imi: yes, yes, it’s you I talk to, plaything of fur lying leashed in my lap, so cuddly, as if born exclusively for this life, wee tongue lolling skillfully, you’re so floozerific at times, eh, Brinks, whatcha saying, wahatdya say? A Paraguayan girl always delivers, as in the letters that, now, for a long time, I’ve forgotten what it feels like to receive. No one writes to floozy. Brinks’i. Brinks’imi.»

(Paraguayan Sea, translated by Erín Moure, p. 53)

La primera edición, de 1992, es del sello de San Paulo Iluminuras. Después, hay una edición chilena de Intemperie (2004), una argentina de Tsé-Tsé (2005) y una mexicana de Bonobos (2006). Todas estas ediciones son la reimpresión del escrito intraducible, mezcla de portunhol y guaraní. Esta edición neoyorquina (2017) es el primer intento de traición del original.

Ñandutirenimbó (telaraña)

La literatura («ñandutirenimbó» (1), telaraña) de Paraguayan Sea es un conjuro: «Escribo para que no se rompa dentro las cordas de mi corazón» (edición de Iluminuras, 1992, p. 32). «I write that my heartstrings don’t snap dedans» (edición de Nightboat Books, 2017, p. 25).

«Las hormigas de Dios enciendiendo-se en nestos crepúsculos de vierbos y sustantivos, en nesta enredada telaraña (…) Yo nasço a cada rato del rato del rato» (Iluminuras, pp. 33-34).

«Ants of divinity blazing up in this dusk of verbs and nouns, in my tangle-web -webtangle (…) Oui, because I’m born each ratty moment of the moment du moment raté» (Nightboat Books, p. 27).

Esta edición neoyorquina es una apuesta, desde el momento en que intenta traducir un libro de por sí intraducible. Intraducible porque, como dice Derrida, si un texto juega con varios idiomas a la vez, uno no puede traducirlo; si la traducción consiste en pasar un texto a otra lengua, no puede ser traducido a una lengua: «Se necesita más de una lengua para traducirlo. Así que es intraducible debido a su multiplicidad». Así, solo se puede traducir lo que está escrito en un idioma, mientras que el libro de Bueno pertenece a la fauna de los libros multilingüísticos (aúna y alea español, portugués y guaraní) o neolingüísticos, como Larva (Ríos), Finnegans Wake (Joyce), Folisofía (Murena), La naranja mecánica (Burgess), Catatau (Leminski), El astronauta paraguayo (Diegues), El altar de los marineros borrachos (Kanese), etc. Puede haber, muy en el fondo, algo de ansiedad frente al mercado americano (recordemos que esta versión es publicada por una editorial de Nueva York), tan apegado al inglés, que no lee si no aparece algo de inglés en el texto. Tampoco el frenglish cumple la ley de Bueno de que una lengua es el error de la otra (lengua); de allí esa homeostasis entre el portugués y el español. Errar en inglés no te hace caer necesariamente en el francés… Lo que sí acontece con el portugués, gallego, etc., cuando uno se resbala y derrapa en español. Otra marca esencial de Mar Paraguayo es escribir en español palabras con la fonética del portugués y viceversa. O crear neologismos remedando la morfología de alguna de esas lenguas sin cumplir realmente ninguna de sus leyes.

El libro se completa con textos legitimadores de Andrés Ajens, Christian Kent, una interviú de Claudio Daniel con Bueno y un postfacio de la traductora. Y tres breves textos de contratapa, entre ellos uno del afamado Forrest Gander (traductor del mítico poeta boliviano Jaime Sáenz).

Wilson Bueno (nacido en Jaguapita, Provincia del Paraná, Brasil, en 1949, y fallecido en desgraciadas circunstancias en su casa de Curitiba en 2010) es uno de los más influyentes autores de Brasil. Su producción incluye, además de su obra maestra, Mar Paraguayo (1992), Bolero’s Bar (1986), Manual de Zoofilia (1991), Cristal (1995), Pequeño Tratado de Brinquedos (1996), Jardim Zoológico (1999), A Cavalo (2000), Amar-te a ti nem sei se com Carícias (2004) y Cachorros do Céu (2005).

Erín Moure (Alberta, Canadá, 1955) es poeta y traductora. Ha publicado libros de poesía, ensayos, memorias y traducciones del francés, español, gallego y portugués. Vive en Montreal.

Notas

(1) En la novela aparece la figura del ñandutí y del crochet, que la narradora ejecuta al tiempo que urde su relato. La narradora entrelaza su discurso mientras borda el ñandutí; cada lazada se constituye como una trampa, cada frase es un lazo para enredar al lector.

kurubeta@gmail.com

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