2009

“Un pillo favorecido por la suerte deja de ser un pillo. Se convierte en un banquero, un político, un administrador, un comerciante: en una palabra, un hombre que ha triunfado”. Etienne Rey

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La Itaipú Binacional siempre ha tenido suerte con los pillos. Ellos vienen de afuera o se acomodan desde adentro; vienen por medios políticos, por medios deportivos, por parentesco, por padrinazgo o por “concursos” amañados. Es imposible filtrarlos, pero se los descubre enseguida. Más temprano que tarde cometen los mismos errores que sus antecesores o mentores políticos y se amoldan a la “patria contratista”. El hijo de un ingeniero de 60 Hertz es casi seguro que volverá a ser entreguista y claudicante.

Los que provienen de afuera llegan con la buena fama de ser eficientes o buenos administradores pero, al poco tiempo, sufren la descomposición del orín y la polilla. El cargo directivo corrompe al mejor alumno de Harvard, de Columbia o de Cambridge. ¡Poderoso caballero es Don Dinero! 

¿Qué tuvimos en el 2009? Entre los viajes de Lugo a las islas Galápagos y las anotaciones de su famosa agenda, el Acuerdo Lugo-Lula fue lo mejor. Dos gobiernos ideológicamente afines tendrían que convencer a sus congresos a que se triplique los ingresos del más pobre, que se construya la línea de 500 KV y la esclusa de navegación, entre otros. Estos presidentes sometidos a una idea continental del Brasil, el liderazgo latinoamericano del ALBA, hicieron un esfuerzo sobre-humano para conseguir lo que el Tratado lo negaba desde el inicio: la equidad.

Acuerdan, en 25 puntos, una especie de compensación por el incumplimiento de varios puntos; resultó en una ratificación y leve mejoramiento del Tratado y otras relaciones bilaterales. El pueblo brasileño representado en su congreso y la poderosa maquinaria geopolítica de Itamaraty concuerdan en reconocer al Paraguay el derecho a vender sus excedentes a un precio justo, en forma gradual. Pero seamos sinceros, al poco tiempo del ascenso al poder de Dilma y, aprovechando el juicio político de Lugo y el desconocimiento a nuestro gobierno constitucional, manda archivar el mencionado pacto.

Con el gobierno de Cartes la suerte ya estaba jugada desde el momento de su elección. El tabaco brasileño que ingresa de contrabando y regresa con el plus de una maquila, también de contrabando, haría el resto. La inmoralidad comercial paraguaya le sirve en bandeja todos nuestros excedentes energéticos. La cesión hidroeléctrica a precio de banana estaría garantizada hasta el 2018.

En el 2012 se incorpora al debate energético un gran economista mundial, Jeffrey Sachs. Sus estudios revolucionan el mundillo eléctrico y descoloca por un tiempo a nuestros socios condóminos. ¡Itaipú ya fue cancelada en el 2008! Que grosería diplomática, que osadía del gobierno de Federico Franco. ¡Cómo se anima esto un gobierno no reconocido por los demás socios del Mercosur! 

Recuerdo que el mismo día de la presentación en el Banco Central, mientras el público lo aplaudía de pie, un consejero de la época que sobrevivió hasta la fecha, ya cuestionaba el análisis de equidad de Sachs. Me imagino que luego de tanto tiempo estará “aconsejando” lo mismo. El asesor de las NN.UU. y presidente del Columbia Vale Center volvió luego de un quinquenio a decir lo mismo. Un tiro por la culata para los claudicantes consuetudinarios. Su presentación sobre el calentamiento global en el Carmelitas Center quedó desapercibida. Se suponía que no diría una palabra sobre la equidad en Itaipu; pero, gracias a las fuerzas del bien, al tino periodístico y la osadía de unos pocos, pronuncia una sola frase: “…mejores condiciones de venta de la energía”.

Ahora solo nos resta esperar los resultados electorales del 2018. Si asciende un estadista, estoy seguro que desempolvará el estudio de Jeffrey Sachs y el Acuerdo Lugo-Lula. Tendrá que solucionar el tema del tabaco con el Brasil, la triangulación comercial de las tres fronteras y dejarles en paz a los brasiguayos. 

Son tres misiones cuasi-imposibles teniendo un campesinado con una rebeldía creciente, un EPP invisible pero activo y una exclusión social y política de 70 años. La ANDE deberá revivir su infraestructura y el país entero podrá observar la industrialización y la sustitución de importaciones.

Nunca olvidemos que el 95% del territorio nacional sigue en manos de un 5% de la población. Una injusticia desde cualquier punto de vista. Tampoco olvidemos que el 90% de Presupuesto Nacional está inmovilizado por “gastos rígidos”, o sea salarios. 

De esa torta, el 90% es del Partido Colorado. Aproximadamente 250 mil empleados del Estado llevando todo lo recaudado por impuestos de IVA, IRP, Iragro, Iracis, etc., pagados por 7 millones de habitantes. ¡Sin ninguna duda este modelo excluyente fracasó hace dos décadas! 

Si hubiésemos implementado la venta de nuestros excedentes a partir del 2010, en forma gradual como reza el acuerdo, hoy nuestros ingresos serían mucho mayores que la mísera complacencia interesada. La tarifa estaría basada en la energía y no en la potencia, como cualquier medidor de la ANDE. El directorio sería parejo y la cogestión no sería una utopía. ¡Somos maestros en perder oportunidades! Siempre caemos en la vieja treta del “divide y vencerás” y “después de mí, el diluvio” del partido dominante. El “sistema”, hoy con servidumbre multicolor, se encarga de identificar el precio de algunos políticos, los compra y luego los gerentes entreguistas de Itaipu hacen el resto.

Por último y haciendo revisión periodística encontramos un hecho interesante: “Un grupo de manifestantes se acercará a la Cancillería nacional a entregar una nota en la que se expresará el apoyo de las organizaciones sociales, partidos y movimientos de izquierda, a las gestiones realizadas por el equipo negociador de nuestro país para la reivindicación de los derechos paraguayos en la hidroeléctrica Itaipú” (ABC, agosto/2009). Se refería a la Comisión de Entes Binacionales Hidroeléctricos, CEBH. En ese año había dos equipos energéticos: uno liderado por Carlos Mateo y el otro por Ricardo Canese. Era el juego que Brasil quería; un perro y un gato peleando territorio, mientras ellos seguían llevando nuestra energía, nuestra dignidad y nuestro potencial de desarrollo a las industrias de San Pablo.

El escenario para el 2018, nueve años después, es el mismo. Dos grupos bien identificados; uno recorriendo el país con el eslogan: “Itaipú, hagamos patria”, y el otro: “Itaipú, solo pusimos el agua”. Mientras, los 9 sindicatos de la binacional, deshojando margaritas y mirando sus ombligos.

(*) Exsuperintendente de Energías Renovables de IB.

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