Desarrolla a una parte, empobrece a la otra

La corrupción y la impunidad provocan estragos en la seguridad jurídica de una nación. Cuando el Estado de derecho se rompe en el ámbito general y los principios y valores en el privado, ya no queda nada. El aglomerado de personas, en este caso, se parece más a una manada que una sociedad de hombres libres.

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El Paraguay, probablemente, está pasando por su nivel más bajo en la moral y la política. Se ha creado una cofradía minoritaria que han copado los tres poderes del Estado, además de la consolidación de antiguos poderes de facto. Las corporaciones empresariales, industriales y del agronegocio se han reinventado bajo nombres nuevos, que intentan congraciarse con la población y el Mercosur.

El constructor de rutas asfaltadas se unió con el sojero, los que junto con el transportista constituyen una falange más poderosa que cualquier partido centenario. Desprecian las energías limpias y renovables porque les convienen las chatarras y los baches. Ningunean la esclusa de navegación, porque el negocio del combustible, los asfaltos caros y los bitrenes les dan lucros millonarios.

En el congreso se sientan groseramente los representantes del pueblo con los representantes de las corporaciones de responsabilidad diluida y lucro anónimo. Algunos son banqueros, otros son magnates de la comunicación o contrabandistas internacionales que contratan sicarios, escribas y leguleyos para mantener sus negociados. Vale todo; da lo mismo ser ingeniero, juez, policía o polizón. El fin supremo es imponer el caos, la anarquía y la barbarie, porque en su aparente solución está su emporio.

Para perpetuar el Estado que les conviene, modifican la constitución, hacen leyes sobre medida y, como son populistas, se mimetizan con el pueblo en los estadios, en los supermercados y los clubes. Hace tiempo compraron sus bancas y lo tornaron vitalicias; sin ellas se morirían de quebranto e inanición. Donde más se evidencia esta mugre es en la política partidaria, porque desde allí comienzan el tráfico de influencias que los enriquece, pero al mismo tiempo los delata. Es innato en un senador o diputado. Es la marca de fábrica patentada desde la colonia por los “pa’i, karai y mburuvicha”.

Los partidos se volvieron en coliseos donde se practican las artes marciales, el sumo y la lucha callejera, o la mezcla grosera de todos ellos, contra el débil e ignorante. Los caballeros y las damas se han vuelto minoría, lo que deja el camino libre a la prostitución del Estado. Las jaurías correligionarias disputan a jirones los despojos de la hacienda pública.

Si Paraguay ya estaba castigado por su mediterraneidad y por dos cruentas guerras, hoy lo están enterrando vivo sus jueces y fiscales. Se murió la moral, la ética sufre y las buenas costumbres, en terapia intensiva. Vayamos pues a lo que nos convoca hace unas décadas: la energía.

En la entrega anterior habíamos aportado algunas referencias jurídicas binacionales que blindan la factoría hidroenergética más poderosa de la tierra, la Itaipú. Dijimos que la binacionalidad era el engendro más fino y eficiente para generar desarrollo en una de las partes y pobreza disfrazada en la otra. Un híbrido geopolítico que, por las cifras y la estadística, es la recordista en desigualdad e inequidad. Este Frankenstein que se mide en megawatios ha causado muchas risas, pero también dolores de parto.

Demostramos que para abrir las compuertas de la binacional era preciso que la administración tuviese “cuentas nacionales” en ambos países (lo que no se dio en 45 años) y que el Tratado que la constituyó contemplase el acceso simple de sus Contralorías (lo que tampoco está contemplado). Tapiadas estas dos vías, solo queda la fórmula diplomática que, por tradición e historia, es la más complicada para nosotros, pero la más fácil para nuestro socio condómino. El tema nos ha conducido a un brete llamado “Comisión Binacional de Cuentas”, aún en fase de construcción. En resumen: 

Problema 1). Desde la década del 70, la revisión unilateral del Tribunal de Cuentas de la Unión, TCU (Brasil) se ha planteado de forma intermitente, prevaleciendo siempre el concepto de que al no haber cuentas nacionales, es “imposible jurídica y fácticamente” (Memoria y Balance IB, 2016)(1) . Solución 1: Aprovechar que el Tratado no es vitalicio para introducir todo o partes fundamentales del Acuerdo Lugo-Lula, firmado en el 2009, en él. En el cuerpo fundamental de este pacto se contempla la transparencia, la cogestión y la paridad. Solución 2: desechar las facturas legales de todas las compras en ambos países, creando una contabilidad paralela, o solución 3: crear una “Subsecretaria Binacional de Tributación”.

Problema 2) La Sentencia Nº 88/2015, plenario del TCU, apoya la Sentencia de acompañamiento N° 1470/2016, plenario del TCU, que aún aguarda el resultado de la apelación; sin hablar de la latente “inconstitucionalidad” brasileña, razón que todavía permite la aplicación de la Sentencia 279/1995. Es decir, todavía priman los “entendimientos diplomáticos” en lugar del acceso simple de sus poderes contralores nacionales. En Brasil, para dificultar aún más, la solución definitiva está en esferas del Supremo Tribunal Federal (Acción Civil Originaria N° 1905-PR). Solución: Es la más sencilla de todas, nombrar un patriota en el Ministerio de Relaciones Exteriores, quien simplemente enviará notas reversales, derribando ese argumento jurídico. Solo así el Supremo Tribunal (Brasil) percibirá señales geopolíticas claras.

Problema 3) La Itaipú-Brasil aduce, considerando la prelación de leyes, la supremacía del artículo 71, V, de la Constitución Federal, y que “las condiciones previstas en esa norma para que pueda haber fiscalización sin previo entendimiento diplomático, no están presentes”. Solución: similar al ítem anterior.

Problema 4). Existe decisión judicial en el ámbito de la Corte Suprema de Justicia, Paraguay (sentencia 280/2011), que concluye en el mismo sentido: “son necesarios previos entendimientos e instrumentos diplomáticos para crear mecanismo adicional de control externo de la Itaipú, que debe ser binacional y conjunto” (2) (Idem). Solución: juicio político a los miembros de la Corte Suprema que engendraron ese veredicto y escrache público a los abogados que crearon ese adefesio.

Problema 5). “Itaipú tiene estructura activa de gobernanza corporativa, con la ventaja de ser siempre binacional, incluyendo auditorías internas conjuntas (paraguayo-brasileñas), Comité de Ética Binacional, Sistema de Planeamiento Binacional; Sistema de Contabilidad y Presupuesto Binacional, Ouvidoria/Defensoría, ... y los representantes de los Ministerios de Relaciones Exteriores que acompañan las reuniones del Consejo de Administración de la Itaipú” (3). (Idem). 

Si todas estas soluciones propuestas no son consideradas solo nos resta aceptar resignadamente la figura de un tratado “vitalicio” y la hegemonía complaciente ante nuestros vecinos; de ahí a la creación de una constitución binacional, una policía binacional, un himno y una bandera binacional, solo queda a un paso.

Vemos cada tanto y ante escandalosos casos de corrupción en los países latinoamericanos, que los organismos de aplicación de la diplomacia exterior de EE.UU. retiran la visa a líderes políticos y administradores envueltos en ellos. Ese espíritu debería primar en la cuentas nacionales, así como también en las “cuentas binacionales”; solo así los directores y consejeros se cuidarán más.

Por último, la geopolítica surge como una interrogación intelectual acerca del modo como los grupos humanos ocupan, se apropian y usan recursos compartidos o se sirven de territorios ajenos para expandir su poder económico. https://geopoliticasur.wordpress.com/geopolitica-geopolitica/ (4). Es por ello que estaremos atentos a cualquier señal de la contraparte, mientras nuestros representantes duermen.

(*) Exsuperintendente de Energías Renovables y vicepresidente de la Sociedad de Ingenieros Liberales del Paraguay.

(1) Memoria y Balance IB, 2016.

(2) Idem.

(3) Idem.

(4) https://geopoliticasur.wordpress.com/geopolitica-geopolitica/

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