Diez mitos energéticos

Una de las bondades de la libertad de expresión es el retorno o la crítica a las ideas que volvemos públicas. Habíamos dicho que el objetivo principal de estos escritos es la búsqueda del bien común; sin embargo, advertíamos también que no siempre el bien común gusta a las minorías políticas o poderes de facto que lideran el Estado, especialmente si esta minoría lleva grandes dividendos económicos que los torna ricos y poderosos. Nadie quiere mover el estado que le conviene.

Cargando...

Cuando la crítica a las acciones del Estado trasciende las fronteras, como es el caso de las binacionales Itaipú y Yacyretá, la cuestión se vuelve aún más compleja. Además de los enemigos internos, aparecen los enemigos externos. Estos agentes encubiertos, rentados o no, son verdaderos guardianes geopolíticos de sus respectivos países y, para cuidar los intereses de su terruño y para intentar crear acólitos, prosélitos o confundir a la opinión pública, usan las herramientas informáticas de la globalización. No los culpamos y mucho menos los detestamos; sencillamente intentaremos desenmascararlos con la verdad.

Algunos mitos serán desmenuzados a la luz de los documentos oficiales, de manera que el lector acceda, por lo menos, a una razonable duda. Para el efecto recurriremos a algunos hechos y conceptos irrefutables. Muchos de éstos están asentados en los propios Tratados, mientras que otros en la jurisprudencia universal. Iniciamos así:

1. El mito de la inutilidad del agua

Como sabemos, muchos de nuestros negociadores, técnicos o diplomáticos de 60 Hertz (frecuencia de la energía brasileña) aceptan el concepto que “Paraguay solo puso el agua”. Errado. Sin el agua no habría hidroeléctrica, por consiguiente Brasil no tendría toda la energía que llevó, durante 32 años, para mover las maquinarias de su desarrollo.

2. El mito de la debilidad militar y diplomática del Paraguay.

Este concepto acuñaron los cobardes que detestan a los López, a Estigarribia, a los Ayala (Eligio y Eusebio) y a todos los que ofrendaron sus vidas por la independencia y soberanía nacional. Se olvidan de que este país es admirado hasta por el Papa por un episodio épico y heroico que quedó en todos los anales de historia universal: La Guerra de la Triple Alianza.

3. El mito del vitaliciado del Tratado de Itaipú. Conocí a algunos ingenieros paraguayos que andan con el Tratado de Itaipú bajo el brazo, como si fuera la Santa Biblia.

Son fanáticos del concepto: “pacta sun servanda” que nuestros socios condóminos de Itaipú tanto gustan; sin embargo, lo desconocen cuando se trata de cumplir algo a nuestro favor, como la construcción de la exclusa de navegación. Esta flagrante violación interrumpe el transporte más barato y eficiente, el fluvial, especialmente importante para un país mediterráneo como el nuestro. A estos entreguistas se les aclara que nada hecho por el hombre es perfecto, ni un tratado internacional ratificado por los tres poderes del Estado. Todo es revisable, negociable y modificable cuando afecta a una de las partes.

4. El mito de los gastos sociales. La deuda social de Itaipú es con todo el Paraguay y no solo con el Alto Paraná o Canindeyú.

El Tratado dictatorial, leonino e injusto de Itaipú anuló el concepto del “precio justo” por la energía cedida, asentado en el Acta de Foz de Yguazú, de 1966, pero omitida en el Tratado del 73. Los gastos sociales no podrán sustituir jamás, ni en 50 años más este crimen de lesa humanidad.

5. El mito de la tarifa favorable para la ANDE Todos sabemos que nuestro país no contrata toda la potencia que debería, especialmente aquella que se expande en las horas pico.

Por consiguiente existe una “complacencia interesada” que representa un ahorro inmediato para la ANDE, pero una gran pérdida para el Paraguay en el mediano y largo plazo. Es mejor contratar toda la energía necesaria, pero vender nuestros excedentes a precio justo, que recibir migajas a cambio de la cesión del filet mignon energético. El usuario final jamás sentirá en sus medidores si la ANDE se maneja con criterios verdaderamente técnicos, económicos y patriotas.

6. El mito de la tarifa baja de Itaipú

Muchos creen que es más conveniente para el país una tarifa baja, porque una tarifa alta afectaría a la economía nacional.

Falso de toda falsedad. El Paraguay nunca llegó a usar, históricamente, ni el 10% de todo lo producido. Brasil llevó el 90% y más. Por Tratado, la tarifa debe estar en función directa al costo de producción. Teóricamente, cuanto más bajo es el costo de producción, más baja debe ser la tarifa. ¿Qué es lo que encarece el costo de producción y por consiguiente la tarifa de Itaipú? Es fácil ver en los estados contables, desde los inicios, que el grueso del costo lo causa el servicio de la deuda. ¿Acaso la deuda espuria no es el resultado de la aplicación de una tarifa por debajo del costo de producción? No olvide el lector que este segmento de US$ 4.196 millones fue declarado ilegal e injusto por la propia Contraloría General de la República. ¿No es esto una verdad?

7. El mito de la transparencia y la paridad administrativa. A ningún presidente del Paraguay ni del Brasil le convenía la verdadera transparencia en Itaipú.

En el Brasil se evidenciaría los grandes negociados de los consorcios gigantes “barrageiros” de la Eletrobrás, de la Petrobras y otros pequeños Estados dentro de la Unión. En Paraguay no existirían la clase de los “barones de Itaipú”, ni la ANR llegaría tan lejos. Si existiera verdadera transparencia no existirían las sobrefacturaciones, las empresas de portafolio, la clientela política, las reforestaciones fantasmas, las aradas y rastreadas políticas; en fin, los grandes negociados que generaron más corruptos que energía.

8. El mito del desarrollo.

“A maior usina do mundo” solo existió, geopolítica y económicamente hablando, para Brasil. Paraguay siempre fue un convidado de piedra en una opípara mesa imperialista.

¿Quién fue el más favorecido en su desarrollo en estos 32 años? O dicho de otra manera: ¿Quién llevó la mayor parte de una energía renovable, a precio de costo? ¿Quién llegó a la 6ª economía del mundo con energía de Itaipú?

9. El mito de la excelencia.

El uso de un corto tiempo o de pocos datos en la estadística nos lleva a lo que se llama “sesgo”. Es la vil manipulación de los datos para obtener resultados falsos, pero que convienen a los que los promueven. Si juzgamos a la Itaipú por los resultados de hace solo un par de años, estaríamos “sesgando” el análisis. ¿Acaso Itaipú no es el resultado de 42 años de un Tratado injusto y 32 años de abdicación a nuestra soberanía energética? ¿Podemos, en consecuencia juzgarlo por tan poco tiempo y decir que es la 8ª maravilla del mundo?

10. El mito de la igualdad, la hermandad y la equidad.

Dijimos hasta el hartazgo que las naciones y los Estados cuidan sus intereses y no sentimientos difusos y abstractos. En las ciencias políticas se estudia que los Estados tienden en forma natural a acrecentar su poder y sus fronteras. ¿Acaso no vemos a diario eso con la invasión pacífica de los brasiguayos? ¿Acaso no fuimos cercenados territorialmente en una guerra genocida? No bastó el aniquilamiento de una raza, ni la mutilación de nuestra geografía; también tenían que sacarnos nuestra energía, el desarrollo y nuestra dignidad. Como muestra basta un botón. Aquí tenemos varios, entre ellos la gran hipocresía del Mercosur ¡Ovaléma!

¡Agua!

Sin el agua no habría hidroeléctrica, luego Brasil no tendría toda la energía que llevó, durante 32 años para mover las maquinarias de su desarrollo

Brasil

“A maior usina do mundo” solo existió, geopolítica y económicamente hablando, para Brasil. Paraguay siempre fue un convidado de piedra.

(*) Electricista, Ing. Agrónomo. Magíster en Planificación y Conducción Estratégica Nacional.

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...