Efecto derrame del crecimiento: ¿Cómo la generación de riqueza mejora las condiciones de vida?

Una medida general para conocer el mejoramiento de las condiciones económicas de la población de un país es mediante el seguimiento del producto interno bruto (PIB) per cápita, el cual es la relación de todo lo producido de bienes y servicios en un país y la cantidad de habitantes del mismo. Si bien es un indicador que supone que todos los ingresos están distribuidos de manera equitativa, dado a que otorga igual ponderación a todos los estratos sociales y personas, es una buena aproximación de la mejora de la calidad de vida de una nación.

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Según la consultora Investor Economía, en los últimos 25 años, el crecimiento promedio del PIB del Paraguay fue del 3,4%, un porcentaje superior a la tasa de crecimiento demográfico (2,0%), lo cual implicaría que de alguna manera, los beneficios de la expansión del producto debieron elevar los ingresos de la población del país. En el año 2015, el ingreso promedio de un habitante paraguayo, a precios constantes, fue de G. 4.152.130, el cual aumentó 1,4 veces comparado al mismo indicador del año 1990.

El economista Adam Smith postulaba la idea de que los agentes, en búsqueda de beneficios individuales, podían generar beneficios colectivos mediante un efecto derrame, lo cual denominaba “externalidades”. Es decir, la expansión de la producción y la inversión podían generar beneficios cualitativos en la población sin que esta pague por ello. Así también, la construcción de fábricas e industrias en una zona podían generar un círculo virtuoso de aumento de las condiciones de vida de la población circundante.

En el caso paraguayo, la flexibilización de las medidas legales y tributarias para atraer inversiones tienen como propósito final el aumento del empleo y por tanto deberían reflejar en una mejora de las condiciones de vida de la población. Para esto, los datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) de la Dirección General de Estadística, Encuestas y Censos (DGEEC) sirven como herramienta eficaz para evaluar el desempeño de las políticas públicas.

Una medida para determinar el mejoramiento de la calidad de vida es a través de indicadores de vivienda, tales como número de piezas y dormitorios, equipamiento del hogar y tipos de elementos para la construcción. En este sentido, en cuanto al número de piezas y dormitorios de las zonas urbanas y rurales, se observa una tendencia creciente del 2006 al 2013. A partir del 2014, se tuvo un quiebre en la tendencia explicado por el registro de inundaciones, impactando principalmente en zonas urbanas.

Otro aspecto resaltante es la mayor brecha del número promedio de piezas y dormitorios de la zona urbana comparada con la zona rural. En el 2015, en las zonas rurales hubo en promedio de 2,08 dormitorios y 2,83 piezas; en contraste, en las zonas urbanas hubo en promedio 2,32 dormitorios y 3,51 piezas.

Es importante mencionar el papel de las instituciones en el balance de los intereses públicos y privados. El Estado es el responsable de equilibrar estos intereses mediante la elaboración de leyes, otorgamiento de educación gratuita, ampliación de la infraestructura vial, entre otros, los cuales son herramientas útiles para el aumento de la productividad y el crecimiento en el largo plazo de un país.

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