Ganar es igual a ganar

Itaipú y Yacyretá son fieles testimonios que desnudan la incapacidad del Estado en la defensa de los intereses nacionales. En él se percibe una política exterior endeble, genuflexa y claudicante.

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Para estos ocasionales funcionarios al servicio estatal, que reservan la historia patria y actúan como si el holocausto genocida ocasionado por la triple alianza fuera un mito, las escandalosas asimetrías en el aprovechamiento de las hidroeléctricas binacionales solo son relatos indecorosos que enturbian las buenas relaciones.

Atornillados en sus mullidas poltronas, se esmeran en agradar al poder de turno, no importa su procedencia, asegurándose un buen pasar. Se desentienden de las enormes injusticias con las que los socios condóminos controlan la sociedad hidroeléctrica. Estas infamias son un formidable obstáculo para el desarrollo económico y social del estoico pueblo paraguayo, que no acaba de desperezarse para exigir cuentas.

Un consorcio con intereses comunes y participación igualitaria, en la que a una de las partes solo es autorizada a aprovechar un magro cinco por ciento, mientras la gran porción mueve las industrias de San Pablo y sostiene la demanda eléctrica argentina, no puede caracterizarse como tal. Es en realidad, una inicua explotación que refleja la diferencia de magnitudes entre los socios y un descarado desacato al derecho internacional. Guardando las proporciones, es el mensú expoliado por las empresas extranjeras que en su momento estaban radicadas en Paraguay.

Asimetrías

Se ha reclamado las asimetrías, no mucho y hay que reconocer en un solo gobierno.

No obstante, algunos de nuestros técnicos y contados políticos junto a la prensa patriota e independiente, sin compromisos con los espacios publicitarios o vacancias hidroeléctricas disponibles, desde siempre han demostrado con argumentos irrefutables esta vergonzosa situación.

El notable académico Jeffrey Sachs, y sus investigadores del Columbia Vale Center, ratificando científicamente estos estudios, señalaban que solo en el año 2012 el Paraguay dejó de percibir unos US$ 748 millones en Itaipú.

La pregunta cae de maduro: ¿Habría necesidad de emitir bonos soberanos, que de pagarse puntualmente, compromete a las generaciones venideras de paraguayos hasta el año 2048?

Qué temeridad, atribuible a estos novatos dirigentes que solo conocen de mojar la camiseta en los torneos deportivos en exclusivas universidades extranjeras. Probablemente, como los de Itaipú, tienen diseñado su futuro en un país mejor dotado.

De igual modo en Yacyretá, la cuenta ocasionada por la provisión de energía a Ebisa, escondida en los pliegues de la corrupción, impide que el Paraguay reciba lo que le corresponde por su energía y por la inundación. Se pretende camuflar con la gestión paritaria estas abdicaciones que a la falta de patriotismo sirvió a muchos para conseguir una prosperidad invasiva que hace metástasis en todo el cuerpo social. También cabe la pregunta: ¿Cómo arreglar a futuro este desaguisado, genuino propiciador de la inequidad social?

La teoría académica nos enseña la ecuación recomendada en las relaciones internacionales: ganar es igual a ganar. Simplemente, el siempre perdidoso en los acuerdos y convenios no puede integrarse como país a ninguna asociación supranacional, multinacional o binacional si su expectativa consiste en perder. El ideal es que todos ganen en beneficio de la armonía, la integración y la prosperidad. Es la deuda histórica que urgentemente necesitan reparar los socios condóminos. Sin embargo, cómo hacerla realidad si nosotros nada reivindicamos asumiendo la complicidad en el statu quo.

Compromiso

El servicio exterior se debiera comprometer con ahínco y con insistencia, hasta tanto podamos disponer de toda nuestra energía hidroeléctrica, en conseguir que la ANDE pueda vender a los mercados brasileño y argentino la porción hasta ahora no utilizada de la electricidad paraguaya.

Muchos de sus integrantes, diseminados por el mundo, ni siquiera mencionan esta enorme injusticia contra su patria. Causa la impresión de sentirse avergonzados en sus trajes a la medida. Solo se limitan a mencionar el notable potencial energético del Paraguay. No, los injustos impedimentos sobre la libre disponibilidad y la consecuente pérdida de nuestra soberanía energética.

Si a nuestros representantes no importa ¿por qué ha de importar a los anfitriones un tema que nuestros juristas blindaron jurídicamente para impedir el control estatal? Hoy, los más notables, elegirán al mejor para ocupar la silla vacante de la Corte. Qué ironía.

De una buena vez la opinión pública debería preguntarse si realmente nuestros gobernantes tienen interés en recuperar, por lo menos, parte de nuestra soberanía energética. De no ser así, no cabe más que esperar tiempos mejores.

juanantoniopozzo@gmail.com

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