Paraguay puede correr el riesgo de entrar en default o en cesación de pago de deudas

Las cuentas públicas del 2004 al 2011 se destacaban por cerrar el ejercicio siempre con saldo positivo, es decir, sus ingresos eran superiores a los gastos que demandaba el Estado, con lo que el Ministerio de Hacienda disponía de recursos adicionales, no solo para responder a los compromisos básicos, sino también para financiar proyectos de infraestructura. Sin embargo, esta bonanza fiscal de ocho años se vio abruptamente rota por una decisión política en 2011, durante el tratamiento del proyecto de Presupuesto General de la Nación para el 2012. Los legisladores, sin previsionar una fuente de financiamiento, aprobaron una suba salarial general de 40% para funcionarios públicos, que terminó impactando en la capacidad que hasta 2011 tenía el fisco para enfrentar holgadamente todos los compromisos del Estado. Con el nuevo escenario, desde el 2012 y hasta 2016, las finanzas públicas pasaron de tener superávit a déficit.

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El fisco pasó de tener superávit a arrastrar déficit, a partir del 2012 y hasta el año pasado, es decir, sus ingresos provenientes de recursos tributarios ya no eran suficientes para responder a todos los gastos, y menos para financiar las tan necesarias obras públicas que precisan nuestro país.

Aunque Paraguay contaba con el financiamiento de organismos internacionales como el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y otros, la urgencia de ejecución de los proyectos de infraestructura no podía estar sujeta siempre al tiempo de desembolso de estas instituciones, que en ocasiones llevan más de un año, con la aprobación de la entidad y en el Congreso Nacional, lo que solo terminaría agravando aún más el déficit en infraestructura existente en nuestra nación.

Además, el país no podía seguir siendo la isla desconocida en un mundo globalizado, así como seguir dependiendo de un modelo cerrado de financiamiento cuando sus demás vecinos ya exploraban otras fuentes como aprovechar el interés de grandes fondos de inversiones, de apostar sus capitales en países emergentes como Paraguay. En este marco surge la idea y posterior concreción de la salida histórica del país a los mercados internacionales con la emisión y colocación de sus bonos soberanos.

El hecho ocurrió en enero del 2013, cuando la cartera fiscal colocó sus títulos por un volumen de US$ 500 millones, a una tasa del 4,625%, a 10 años de plazo. Tras esto, por primera vez Paraguay comenzó a aparecer en los radares del mundo debido a su interacción en las operaciones de los grandes inversores del mercado internacional.

Con esta primera partida, el país comenzó la ejecución de importantes proyectos de infraestructura, que continuaron con la captación de más fondos de las siguientes colocaciones de bonos como la realizada en agosto de 2014, por US$ 1.000 millones a 30 años, y una tasa del 6,10%.

La tercera emisión fue concretada en abril del 2015, con una reapertura por US$ 280 millones a 4,15% y a 8 años de plazo. Y la última operación se llevó a cabo el año pasado, por un volumen equivalente a US$ 600 millones, a 10 años de plazo y a una tasa del 5%.

De acuerdo con los datos de la cartera económica, de los US$ 1.880 millones de recursos captados entre el 2014 y el 2016, ascendieron a US$ 605.9 millones de emisiones, y se destinaron al reperfilamiento de la deuda (roll over) y el resto para el financiamiento de obras públicas.

Para el 2017, el Ministerio de Hacienda tiene previsto salir al exterior con una emisión de US$ 550 millones, de los US$ 558 millones que estima comercializar durante este año. Este monto es inferior a lo que en teoría el PGN 2016 en vigencia para el 2017 tras el veto, que era de US$ 672 millones. Sin embargo esta proyección camina entre la legitimidad y no, según las diferentes interpretaciones de los parlamentarios.

El default y sus consecuencias

Las autoridades del Ministerio de Hacienda y el Banco Central del Paraguay dijeron que al no contar con la línea de crédito solicitada, el país corría el riesgo de entrar en un default. ¿Qué es ese default al que se refieren las autoridades del país?

En el contexto económico el default se define como un incumplimiento de repago de una deuda financiera. A partir de 1900 existieron más de 200 episodios de incumplimiento de obligaciones financieras por parte de estados soberanos en todo el mundo. La década del 80 fue uno de los periodos de mayor número de default, con 74 episodios (FMI, 2008).

Estos eventos de incumplimiento de pago de deudas soberanas tienen distintas implicancias en la economía de una nación, dependiendo del nivel de la falta de pago y de la exposición del sector financiero del país. En casos agudos el incumplimiento de pago tiene repercusiones muy profundas en la economía y toman la denominación de crisis de deuda.

Un default generalmente tiene consecuencias en aspectos económicos y reputacionales de una economía, que varían de acuerdo al grado de compromiso de la economía.

Efectos económicos

En los casos más agudos un default soberano puede desencadenar una serie de eventos en el sistema financiero de un país, donde la crisis de deuda llega a generar una crisis financiera/cambiaria. El default puede generar incertidumbre en el sector financiero, que también puede ser tenedor de bonos. Los acreedores extranjeros del sector público y privado pueden restringir sus flujos ante los riesgos inminentes contrayendo los créditos en la economía o elevando el costo del crédito. Esta caída de flujos de capital desde el extranjero podría generar presiones sobre el tipo de cambio por la escasez de divisa. Ante la posibilidad de la depreciación de la moneda y la incertidumbre de ahorristas e inversionistas, aumenta la demanda de divisas para proteger el valor de los activos, incrementando aún más las presiones sobre el tipo de cambio. Para evitar corridas bancarias, los gobiernos pueden declarar feriados bancarios y otras medidas de controles de capital para atenuar la depreciación de la moneda y las restricciones crediticias. Esta situación se traduce en aumentos en el tipo de cambio, incrementos en la tasa de inflación, y una restricción y encarecimiento del crédito en el sector financiero. Todos estos factores repercuten en el resto de la economía, frenando la actividad económica y por ende generando una caída en el Producto Interno Bruto (PIB).

Efectos reputacionales

Los compradores de bonos soberanos generalmente están en una situación de mayor exposición que un prestatario privado. El sistema judicial en un país obliga a deudores a entregar bienes y propiedades para cancelar deudas, mientras que no existe un organismo internacional que obligue a los gobiernos a hacerlo. Las sanciones que se pueden administrar son principalmente de reputación, con aumentos en el riesgo país y tasas de interés hasta una exclusión de los mercados internacionales de bonos soberanos.

En forma anecdótica sobresale el caso del navío de la marina argentina, que en 2012 fue detenido en un puerto de Ghana, gestionado por un fondo de inversiones de EE.UU como medida de presión para recuperar sus inversiones. Los gobiernos tienen importantes incentivos para cumplir con sus obligaciones y así mantener una buena reputación con los inversionistas. El buen posicionamiento en el mercado de deudas internacionales le permite al Gobierno acceder a créditos en mejores condiciones, un recurso valioso para el desarrollo de un país.

Crisis de deuda en la historia reciente: los años 80 México, Argentina y Brasil

A continuación repasamos algunos de los mayores eventos de default en la historia reciente y cerramos con una evaluación de los riesgos en Paraguay.

Los años 80 fueron un periodo particularmente difícil para varios países en América Latina. Esta década es conocida como “la década perdida” para Latinoamérica.

Esta crisis surge en los años 70 cuando las naciones exportadoras de petróleo generaban grandes ganancias por el alto precio del petróleo. Estas ganancias fueron depositadas como ahorros en bancos de EE.UU., que a su vez buscaban mercados para otorgar créditos a bajas tasas de interés. Los fondos llegaron a Latinoamérica y parte de estos créditos se utilizaron para financiar las políticas de industrialización en países como México, Brasil, y Argentina. Con la caída del precio del petróleo, a principios de los años 80, la coyuntura económica mundial cambió y las condiciones de los créditos dejaron de ser favorables, generando grandes presiones sobre las economías y gobiernos endeudados de la región.

En 1982 México fue el primer país en caer en default, comunicando a la Reserva Federal de Estados Unidos su incapacidad de cumplir con sus obligaciones de pago, que en ese entonces alcanzaban US$ 80 mil millones.

Brasil y Argentina enfrentaron dificultades financieras similares y también entraron en default. El default de Argentina alcanzaba US$ 35.000 millones y el de Brasil fue de US$ 140.000 millones. Paraguay también cayó en default, por un monto de casi US$ 700 millones (Banco de Canadá, 2016). En total, 16 países fueron parte de la crisis de deuda de la región.

Los impactos económicos en términos de crecimiento económico, tipo de cambio, y tasas de inflación fueron profundos y alcanzaron niveles históricos en algunos países. Latinoamérica se caracterizó por un estancamiento económico, creciendo a una tasa promedio anual de 1,5%, entre 1981 y 1990. En este periodo, Brasil se expandió a una tasa promedio anual de 1,7% y Argentina -1,4%. Paraguay creció a una tasa de 4,1% anual.

Igualmente, los desequilibrios macroeconómicos generados por el default de la deuda contribuyeron a altas tasas de depreciación de los tipos de cambio y tasas de inflación. Argentina y Brasil alcanzaban una tasa de inflación de 3000% en 1989 y 1990, respectivamente. Paraguay tuvo una tasa de inflación relativamente baja de 37%, en 1990 (Banco Mundial).

Rusia 1998

En 1998 Rusia atravesaba una coyuntura económica por la que las autoridades del gobierno resolvieron devaluar la moneda, que fue un precursor del default con inversionistas. La depreciación se dio luego de que se redujeran las reservas de divisas del Banco Central de Rusia, que se utilizaban para defender el tipo de cambio. El monto del default fue de US$ 70.000 millones. Consecuentemente, el PIB cayó 5,3% y la tasa de inflación alcanzó 85%, en 1999. A pesar de haber tenido una recuperación relativamente pronta, la crisis económica de Rusia se destacó por su efecto contagio en países como EE.UU., Europa, y otras naciones en su región.

Argentina 2001

En 2001, luego de aproximadamente 10 años del Plan Convertibilidad, donde el peso argentino se intercambiaba con el dólar norteamericano a un ratio de uno por uno, el gobierno volvió a entrar en default con los tenedores de bonos soberanos y organismos multilaterales. El monto del default fue de cerca de US$ 100.000 millones y las consecuencias económicas fueron similares a las de las crisis de 1980. El tipo de cambio se depreció en 75% y el Producto Interno Bruto, en 2002, cayó 10%. El default se resolvió por completo recién en el 2016, cuando el gobierno del presidente Macri acordó pagar a los últimos de los inversionistas privados, conocidos como los tenedores de bonos de los “fondos buitres”. Al llegar a un acuerdo, Argentina tuvo autorización para volver a emitir bonos en los mercados internacionales de deuda.

Grecia 2012

La crisis de deuda de Grecia comenzó alrededor del 2009 luego de la crisis financiera de EE.UU y Europa se propagara. Grecia mantenía un déficit fiscal de casi 13% del PIB, mayor al 3% establecido como límite para países de la Unión Europea. Los aumentos de los gastos salariales de funcionarios públicos y los preparativos para los Juegos Olímpicos de 2004 también contribuyeron a un alto nivel de endeudamiento.

Comenzando en el 2009, Grecia tuvo seis años de contracciones del PIB, cayendo a un promedio anual de 5% hasta el 2013. En 2012, Grecia entraba en unos de los mayores defaults de deuda soberana en la historia, por un monto mayor a los US$ 300.000 millones. Entre las acciones de recuperación de Grecia se incluyeron medidas de austeridad fiscal, asistencia financiera del Fondo Monetario Internacional y la Unión Europea, y un recorte del valor nominal de bonos emitidos.

Paraguay actual

Los casos ilustrados anteriormente son ejemplos de crisis muy profundas, donde los gobiernos mantenían niveles de endeudamiento mayores a los niveles actuales de Paraguay. Además, en algunos casos ya habían agotado sus niveles de reserva de divisas, defendiendo el valor de su moneda y sus mercados de capitales estaban muy integrados al sistema financiero mundial.

Paraguay no se caracteriza por estas situaciones, no obstante la principal consecuencia sería un aumento del riesgo. Esto implica que todos los créditos otorgados al país, ya sea al sector público o al sector privado serían más costosos por las mayores tasas de interés relacionadas al riesgo país.

La amortización de la deuda en 2017 serían de aproximadamente US$ 312 millones de los cuales aproximadamente 50% sería deuda externa (Informe de Finanzas Públicas, 2017).

Los bonos internos que mantiene el sector público representan el 7% de la cartera de créditos del sistema bancario, por lo que la exposición del sector privado a la deuda del Estado no es menor.

Finalmente sería el sector productivo y los hogares los que se verían afectados negativamente ante una circunstancia de un eventual default.

Las mayores tasas de interés relacionadas al riesgo país causarían una retracción en el nivel de inversiones y actividad económica, que finalmente afectaría el nivel de empleo y el ingreso de los hogares.

* Para este 2017, Hacienda tiene previsto salir al exterior con una emisión de US$ 550 millones, de los US$ 558 millones que estima comercializar durante el año. Sin embargo, dicha proyección camina entre la legitimidad y no, según las diferentes interpretaciones.

* Las autoridades del Banco Central del Paraguay (BCP) y del Ministerio de Hacienda dijeron que al no contar con la línea de crédito requerida, el país corría el riesgo de entrar en default. Pero Paraguay no se caracteriza por esta situación, no obstante la principal consecuencia sería el aumento del riesgo.

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