Piraretá

A inicios del siglo XX EE.UU. disfrutó de un periodo de expansión económica en un ambiente de libertades económicas y democracia política. El petróleo, el automóvil, la aviación, la electricidad, la radio, el teléfono, elevaron los estándares de vida y crearon fortunas. Este auge fue interrumpido, entre otros, por las consecuencias políticas económicas y sociales del Tratado de Versalles, y en octubre de 1929 se desplomó la bolsa de Nueva York. En las semanas y meses siguientes hubo corridas bancarias, quiebras, deflación, desempleo y sobrevino la Gran Depresión mundial.

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En 1930 el presidente Hoover promulgó la ley tarifaria de “Smoot-Hawley”. Recurrió así a un expediente económico coercitivo para supuestamente proteger al obrero norteamericano pero que lo terminó perjudicando, y profundizando la depresión mundial. Los países afectados tomaron represalias, cerrando sus economías, y el costo de vida se encareció al limitarse la competencia, caer las exportaciones, y perjudicarse las inversiones norteamericanas de ultramar.

Los ingresos fiscales de los países latinoamericanos dependían mayormente de exportaciones. Los envíos al exterior de cobre y nitrato de Chile, por ejemplo, se redujeron drásticamente en 1932 con respecto a 1929. Esta crisis abrió una nueva era de autoritarismo económico estatista en Chile y otros países latinoamericanos. En el Paraguay el general Rafael Franco perpetró un golpe de Estado y a través del Decreto 152 de febrero de 1936 declaró el inicio de la “transformación totalitaria social del Paraguay”, invocando el “totalitarismo europeo”.

Así, se desató una competencia entre la ideología del desarrollo autoritario del mundo totalitario europeo, e ideología liberal capitalista del mundo democrático anglosajón. El presidente Roosevelt reafirmó con su “Nuevo Trato” su fe en un desarrollo en libertad y democracia.

Ante la caída de Francia ante el Eje, el 14 de junio de 1940, el asesor presidencial Nelson Rockefeller aconsejó crear una oficina que coordinase los esfuerzos económicos y de seguridad hemisféricas, formándose la Oficina de Asuntos Interamericanos.

En abril de 1942 Brasil, Paraguay y otros países cesaron relaciones diplomáticas con los países del Eje. En las semanas siguientes el presidente Morínigo expulsó a los agentes nazis, creándose gran tensión entre el ejército y el gobierno, y precipitándose un nuevo y más ambicioso convenio de cooperación entre los Estados Unidos y Paraguay, firmado en diciembre, 1942.

Albion Patterson, un profesor de lenguas de Connecticut, y con experiencia en mercadeo agrícola, llegó al Paraguay en diciembre de ese año para asumir como primer director del Servicio Técnico Interamericano de Cooperación Agrícola (Stica) o “servicio”. También llegó Floyd Dominy, agente del servicio de extensión agrícola de Wyoming, para relevar datos sobre la situación de la agricultura y la economía en el Paraguay.

Patterson observó que uno de los principales obstáculos para el éxito de una política de desarrollo en el Paraguay era la falta de economistas. Patterson trabajó con jóvenes economistas de la Universidad Nacional de Asunción para organizar censos y preparar informes sobre la economía paraguaya. En 1948 se acopló a Stica el agente de extensión agrícola de Montana, Elvin Duerst, especializado en economía agrícola. El servicio organizó el Crédito Agrícola de Habilitación (CAH), las colonias agrícolas modelos de Piraretá y Misiones.

Durante su misión en Paraguay, Patterson empezó a intercambiar correspondencia con el profesor Theodore Schultz de la Universidad de Chicago, especializado en economía agrícola. Patterson y Schultz coincidirían en la fundamental importancia de las instituciones y el capital humano para lograr el desarrollo. Para Schultz, más importantes que acerías, cementeras y petroleras estatales es el fortalecimiento de ese conjunto de virtudes y aptitudes que integran el llamado capital humano.

El presidente Harry Truman, en el cuarto punto de su discurso inaugural de enero de 1949, declaró que la democracia y el capitalismo pueden proveer al bienestar del individuo. Los “recursos materiales” que para asistencia son “limitados” pero “nuestros recursos tecnológicos son imponderables y están en constante crecimiento y son inagotables”. El programa de la Oficina de Asuntos Interamericanos de la Segunda Guerra Mundial fue relanzado por Harry Truman como el programa “Punto Cuatro”, y continuó en el Paraguay bajo la jefatura de Patterson.

En 1949 el economista Hans Singer, de las Naciones Unidas, publicó su investigación “Relaciones de precios de la post-guerra entre los países subdesarrollados y los países industrializados”, en la que argumenta que entre 1876-1948 los términos del intercambio entre los países del centro y los países de la periferia sufrieron un constante deterioro por causas estructurales. El economista Raúl Prebisch, por su parte, afirmó que la estructura de los mercados globales es favorable a los países de centro en detrimento de las naciones de la periferia. La “teoría de la dependencia” que sostiene la hipótesis “Prebisch-Singer”, rehabilitó el pensamiento económico autoritario latinoamericano durante la guerra fría, justificando el uso de los poderes coercitivos del Estado para intervenir, estatizar, y proteger.

En 1950 Raúl Prebisch escribe “El desarrollo económico de América Latina y algunos de sus principales problemas”, y es nombrado jefe de Cepal, con sede en Santiago. En 1953 Albion Patterson es transferido del programa Punto Cuatro de Paraguay al de Chile. Los intercambios y reflexiones sobre agricultura, economía, y desarrollo, iniciados entre Albion Patterson y Schultz en la década del 40 en Paraguay, continuaron. Para entonces, Shultz había estudiado por dos años las economías latinoamericanas y profundizado las ideas para su teoría del “Capital Humano”.

Entre las correspondencias y reflexiones de Patterson y Schultz surge la idea de auspiciar un programa de educación superior en economía para formar economistas en una tradición distinta al autoritarismo intervencionista centralizado y arraigado en el pensamiento latinoamericano. Fue así que en 1956 la Universidad Católica de Chile y la Universidad de Chicago celebraron un convenio de intercambio de profesores y de becas de posgrado. Los profesores Theodore Schultz y Arnold Harberger llegaron a Santiago en marzo de ese año para la firma del convenio, y los tres primeros becados, Sergio de Castro, Carlos Massad, y Ernesto Fontaine, viajaron a Chicago en 1957. El programa duró entre 1956 y 1964. A su regreso, un grupo de becados bajo el liderazgo de Castro elaborarían un programa económico bajo el título de “El Ladrillo”, originalmente para el candidato del Partido Liberal de las elecciones de 1970, Jorge Alessandri.

Este año Paraguay no alcanzó el grado de inversión logrado por Chile, Perú, Colombia y otros países debido a una ideología de desarrollo obstinadamente autoritaria. El inconstitucional veto al Presupuesto 2017; la emisión de bonos sin aprobación del Congreso y mediante una medida cautelar de una Corte sometida; la intención de reformar la Constitución a través del procedimiento de la enmienda; la improcedente acción de nulidad contra un dictamen de la Contraloría para otorgar en concesión en el aeropuerto; y las agresiones y represalias a objetores, periodistas, y medios, son todos síntomas de un pensamiento económico autoritario hegemónico, que pretende subordinar la institucionalidad, el desarrollo y el capital humano a poderes discrecionales incontrolados.

(*) Abogado, máster en leyes, Universidad de Chicago

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