¡Cuidado!, no corras en la calle

Mamá, papá o los abuelos siempre nos dicen: ¡Cuidado!, no corras en la calle, cuando vamos a salir para ir a la escuela, la casa de un amiguito o para hacer algún mandado. Claro, eso porque saben cuáles son los peligros que existen en las calles y cómo debemos cuidarnos.

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Sabios consejos

Un fin de semana, después de hacer las tareas de la escuela, Roberto y Eduardo decidieron ir a pasear en bicicleta por el barrio y visitar a otros compañeritos.

La mamá de los chicos, cuando escuchó lo que los niños querían hacer, les dijo:

—Pasear en bicicleta está muy bien chicos, pero deben tener mucho cuidado, respeten las normas de tránsito y pónganse sus protectores para el cuerpo.

—¡Mamá, no nos trates como bebés! Sabemos cómo pasear en bicicleta, nunca nos pasó nada. Además, nos vamos cerca, enseguida volvemos.

Los niños no hicieron caso a las recomendaciones de la madre y salieron a toda velocidad. Por supuesto, sin sus protectores para la cabeza, las manos y rodillas.

Cuando llegaron a una esquina con arena en la calle, la bicicleta de Roberto patinó y cayó al suelo, lastimándose las rodillas y los codos. Eduardo paró enseguida y llevó a su hermano hasta la casa pensando en el regaño que recibirían.

Cuando llagaron, la mamá limpió y curó las heridas de Roberto sin decirles una sola palabra. Este silencio les dolió más que un tremendo castigo. Los niños se miraron con culpa por no haber escuchado a su madre. Después de unos minutos de silencio, Roberto y Eduardo la abrazaron, le pidieron disculpas y prometieron tener más cuidado cuando salieran a la calle.

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