Nuestro cuerpo merece respeto

Enseñemos a nuestros hijos que el cuerpo es la presencia en el mundo de la condición humana. Nadie es persona sin su cuerpo, pero no es solo el cuerpo lo que hace a la persona.

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A través de él nos expresamos, nos relacionamos y también nos identificamos. Es nuestra parte visible, la más palpable, más material. Es nuestra conexión con el mundo que nos rodea y siempre está poniéndonos en juego: en cada acción, durante el descanso y la comunicación. Por eso debemos prestarle atención, considerarlo y valorarlo; en otras palabras, respetarlo.Somos como somos

Nuestros hijos deben aprender que el cuerpo es único, al igual que el nombre y la familia. La apariencia física es como la envoltura de un regalo: lo más importante está adentro; sin embargo, por sobre todo, debemos hacerles entender que, como nos gustan los regalos envueltos prolijamente, así también debemos presentar a nuestro cuerpo.

Debemos enseñar a nuestros hijos a mirar más allá del color de la piel, es decir, el envoltorio en el que nos presentamos a todos es el regalo que la naturaleza nos hizo, para disfrutar de todo cuanto hay en ella, sin importar su tamaño, su color, ni su forma tanto como el hecho de conservarlo en buenas condiciones, y no solo en su envoltorio, sino también en su contenido, debemos primero que nada aprender a respetarlo, aceptarnos tal cual somos.

Recordemos que nuestro rostro, brazos, torso, piernas, cabellos y cada una de las partes de nuestro cuerpo también forman parte de nuestra identidad y, al igual que nuestro nombre, la familia a la que pertenecemos, debemos lucir con orgullo.

Tiempos de cambios

Un día, mirando en el espejo, podemos ver una imagen que nos resulte desconocida, ¿qué sucede?

Entre los 10 y 14 años, el cuerpo atraviesa un proceso de grandes cambios; estos hacen que nuestro cuerpo abandone la niñez y comience a ingresar al mundo de cambios de la pubertad.

Estos sucesos necesitan aún más de cuidados, de respeto.

Construyendo valores

Durante la época de los cambios, debemos insistir con nuestros hijos en que es importante que sean pacientes y tolerantes con su cuerpo. Como padres, debemos estar cerca para que sepan cómo reaccionar cuando sus cuerpos crecen demasiado a prisa. Enseñarles que deben confiarnos sus dudas e inquietudes, hacerles conscientes de que, si se acercan a nosotros, sus incertidumbres serán respetadas.

Nuestros hijos pueden crear entre sus pares su propio espacio de confianza; ahí podrán expresar los propios cambios y sus estados de ánimo y, como padres, debemos respetar este espacio. De esta manera, ellos verán que estos cambios les suceden a todos.
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