La química del beso

Para el ser humano, besarse no supone algo trivial, sino que produce un intercambio muy profundo de sensaciones y emociones. El beso desencadena una tormenta hormonal en nuestro organismo y es clave para que los seres humanos vivamos en armonía.

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El beso y la salud

Un beso apasionado puede llegar a consumir unas 12 calorías, debido a que este gesto tierno genera una acción que mueve hasta 36 músculos, al mismo tiempo que las pulsaciones del corazón aumentan de 60 a 100 latidos cada vez que unos labios se unen a otros. Participan 5 pares craneales, el nervio facial, el hipogloso, glosofaríngeo, el olfatorio y el nervio trigémino, de los doce que tenemos en esa parte del cuerpo. La señal que emite el beso llega hasta el cerebro, deja rastro en la memoria e interviene en un gran número de circuitos neuronales.

El beso y la secreción hormonal

Según investigadores de la Universidad de Pittsburg (EE.UU.), existe un gen, al que han denominado KISS-1 (o gen del beso) que, junto a otro, inician los cambios hormonales que desencadenan la pubertad. También un estudio de la Universidad de Princeton (EE.UU.), evidencia que el cerebro humano está equipado con neuronas que le ayudan a encontrar los labios de su pareja tanto con los ojos cerrados como en espacios sin luz.

Al unir la boca con la de otra persona, el sistema límbico, situado en el centro del cerebro, se encarga de transmitir esta información a otras áreas como la corteza o al tronco del encéfalo que regula los mecanismos vegetativos de la respiración, el ritmo cardiaco, la tensión arterial, el tono muscular, la salivación o la secreción hormonal.

Investigaciones científicas demuestran que cuando se produce un beso apasionado se liberan hormonas, como las endorfinas, que generan una sensación de bienestar y que tienen efecto analgésico. A ellas se les une la oxitocina y la testosterona, la primera relacionada con la lactancia y la excitación sexual, mientras que la segunda está involucrada en un gran número de procesos fisiológicos incluido también el relacionado con el deseo sexual. A estas les siguen la adrenalina y noradrenalina, que aumentan la tensión arterial y los latidos cardíacos.

El beso es un test

Helen Fisher, profesora de antropología en la Universidad Rutger (EE.UU.), también ha analizado el papel del beso, y asegura que "besar es un poderoso mecanismo de adaptación" presente en más del 90 % de las sociedades humanas.

En los humanos, el beso es fundamentalmente una cuestión química, según Fisher. La saliva masculina tiene testosterona y los hombres prefieren los besos húmedos porque inconscientemente intentan transferir testosterona para provocar el apetito sexual en las mujeres, según la experta. Además, este tipo de besos podría ayudarles a "medir los niveles de estrógenos femeninos de su pareja, para hacerse una idea de su grado de fertilidad". En cuanto a las mujeres, el beso les sirve para detectar el estado del sistema inmune de su posible pareja y saber "cuánto se cuida".

El beso estimula

Por otra parte, la antropóloga sostiene que existen tres sistemas cerebrales diferentes que evolucionaron en el Homo Sapiens para permitir el emparejamiento y la reproducción. El primero es el deseo sexual alimentado por la testosterona, tanto en hombres como en mujeres. El segundo regula el amor pasional u obsesivo y parece estar vinculado a una actividad elevada de la dopamina, un estimulante natural. El tercero, que controla el apego y permite a una pareja permanecer unida suficiente tiempo como para criar hijos, está ligado a un nivel mayor de oxitocina. El beso, probablemente, permite que se estimulen esos tres sistemas, concluye Fisher.

El beso y sus riesgos

En un beso entre dos personas además de cambiar sentimientos y placer, también se realiza un “intercambio” de salud oral. Alrededor de cuarenta mil microorganismos pueden pasar de boca a boca durante un beso. Este acto de amor debe evitarse en casos de enfermedades altamente contagiosas, como la mononucleosis (llamada popularmente enfermedad del beso), la hepatitis A o la gripe A (H1N1), entre otras.

Larga vida al beso

Vivimos más y mejor gracias al beso. El investigador alemán Arthur Sazbo, de la Universidad Wilfrid Laurier de Ontario, Canadá, sostiene que las parejas que se despiden con un beso antes de irse a trabajar tienen menos ausentismo laboral, menos accidentes de tráfico, ganan un 25 % de dinero más y su esperanza de vida se alarga cinco años. ¿La explicación? Los que empiezan el día con un beso lo hacen con una actitud más positiva y más energía vital.

adanei@abc.com.py

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