Los cítricos

Poseen una cantidad considerable de vitamina C, además de múltiples beneficios para nuestra salud. Son extraordinarios antioxidantes y ayudan a reforzar nuestro sistema inmunitario, convirtiéndose en importantes aliados en la dieta diaria.

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Estas son las frutas más demandadas en todo el mundo, ya que contienen vitamina C o ácido ascórbico que nuestro organismo necesita para evitar y combatir los resfriados e infecciones. Un buen vaso de pomelo o naranja cada mañana nos ayudará a defendernos contra los catarros y evitará que nuestras heridas se infecten.

Pomelo, naranja, mandarina y limón, entre otras, no son las frutas que aportan más cantidad de vitamina C, ya que son superadas por el kiwi y las frutillas, pero resultan muy interesantes por su poder antioxidante y para prevenir un gran número de enfermedades del aparato respiratorio.

La característica común de este grupo de frutas es su acidez (ácido cítrico), pero su proporción es muy variada. Su relación con el contenido en azúcares, unida a la diversidad de tamaños, formas, colores, aromas y sabores de cada fruta hacen posible una variada oferta.

Múltiples beneficios

Los cítricos inciden positivamente en el metabolismo del colesterol y previenen de muchas enfermedades de la piel. Además, dada su gran cantidad de fibra, favorecen la actividad intestinal y, por consiguiente, la digestión. 

La vitamina C participa en muchos procesos vitales, como el desarrollo de huesos, encías y dientes; absorción de hierro, crecimiento y reparación de los tejidos, así como metabolización de grasas, producción de colágeno y cicatrización de heridas. 

La ingesta de vitamina C no debe ser indiscriminada. Los expertos recomiendan una dosis diaria de unos 60 mg para los adultos (una naranja o un poco más de medio vaso de jugo de frutas cítricas) y algo menos para los niños. Entre quienes necesitan tomar una mayor cantidad de vitamina C se incluyen las mujeres embarazadas, lactantes y los fumadores. Un nivel deficiente podría provocar poca resistencia a las infecciones, encías sangrantes y sensibles, así como caída del pelo, flojedad en los dientes y sequedad de la piel. Un exceso de esta tampoco es saludable, ya que puede producir dolor de estómago y diarrea.

Limón: es una fruta muy rica en vitamina C (50 mg por cada 100 g), además de ser una fuente menor de vitaminas B y E. También es rico en potasio, magnesio, calcio y fósforo, además de ser una fuente considerable de cobre, zinc, hierro y manganeso. Excelente para reforzar el sistema inmunológico, ya que potencia la actividad de los glóbulos blancos. El limón es un protector de la membrana mucosa que recubre el estómago, y un estimulante de las funciones del páncreas y el hígado. Tiene una acción beneficiosa sobre las afecciones de las vías respiratorias, como pulmonías, gripe, bronquitis, inflamaciones de garganta, afonía y amigdalitis. Para todos estos casos, es recomendable beber el jugo de limón en ayunas, mezclado y rebajado en agua, para evitar que la acidez del limón estropee el esmalte de los dientes. Su jugo se puede utilizar como acompañamiento de refrescos u otras bebidas, para aderezar ensaladas y otras preparaciones culinarias.

Naranja: es la reina de los meses fríos. Aporta 50 mg de vitamina C por cada 100 g, además de betacaroteno y bioflavonoides, lo que la convierte en un alimento muy recomendado para la prevención del cáncer. Contiene pequeñas cantidades de vitaminas B1, B2, B3, B5, B6 y E. Su ingesta diaria mantiene activas las defensas del organismo contra catarros, anginas y gripes. Su contenido antioxidante colabora en la inhibición de ciertos tipos de cáncer, como el de pulmón. Con ella se pueden elaborar numerosos platos: cerdo a la naranja, pollo a la naranja, mousses, helados, etc.

Pomelo: rico en vitamina C (su contenido es de 40 mg por cada 100 g), betacarotenos y bioflavonoides, lo que lo convierte en un alimento muy recomendado para la prevención del cáncer. Contiene pequeñas cantidades de vitaminas B1, B2, B3, B5, B6 y E. Si se toma en ayunas, incrementa su capacidad depurativa, diurética y laxante y, al mismo tiempo, es un eficaz estimulante del apetito, sin olvidar que sirve de remedio contra las várices y ayuda a reducir el colesterol.

Mandarina: su contribución de vitamina C es de casi la mitad que la naranja (35 mg por cada 100 g); también aporta ácido fólico y provitamina A, más abundante que en cualquier otro cítrico. Igualmente, contiene cantidades destacables de ácido cítrico, potasio y magnesio. Como se pela con facilidad, es ideal para los niños. Permite hacer jugo, mermeladas y dulces con almíbar.

Lima: es una variedad del limón que se distingue por ser más pequeña y redonda, con cáscara de color amarillo y sabor más dulce, además de contener menos vitamina C: 34 mg por cada 100 g. No se consume como fruta fresca, sino solo como jugo. Su acción astringente la hace adecuada para contener las diarreas.

Mermelada con gajos de mandarina

Se puede aromatizar con una rama de canela, un trocito de jengibre fresco o un anís estrellado, que se incorporan a la cocción en el momento de colocar los gajos de mandarina.

1 kg de mandarinas

8 cdas. de edulcorante en polvo para cocción (o 600 g de azúcar)

200 cc de agua

1. Lavar bien las mandarinas con cepillo y secarlas.

2. Pelarlas, separar los gajos y retirarles los hollejos.

3. Pesar los gajos. Calcular 8 cdas. de edulcorante (o 600 g de azúcar) por cada kilo de fruta.

4. Juntar las semillas, los hollejos y algunos trocitos de cáscaras para armar una bolsita con una tela o gasa. Cerrar bien.

Con azúcar

5. Colocar el azúcar en una cacerola y humedecerla con el agua. Llevar al fuego, dejar que rompa el hervor y cocinarla durante 3 min.

6. Incorporar los gajos de mandarina, la bolsita con semillas, y cocinar a fuego medio hasta obtener una preparación a punto de mermelada.

Con edulcorante

5. Colocar los gajos de mandarina en una cacerola con el agua, la bolsita de semillas y el edulcorante.

6. Llevar al fuego y, cuando rompa el hervor, bajar el fuego al mínimo y revolver ocasionalmente hasta que se reduzca y se obtenga el punto de mermelada. 

7. Cuando está llegando al final de la cocción, poner en un plato un poquito del dulce, llevarlo al freezer o congelador hasta que se enfríe y, de esta manera, ver su consistencia final.

8. Retirar la mermelada del fuego, retirar la bolsita de semillas y envasar el dulce en caliente en frascos de vidrio previamente esterilizados. 

9. Tapar los frascos y sumergirlos en agua hirviendo para esterilizarlos durante 20 min.

10. Retirar los frascos de la olla en la cual se realizó la esterilización y ubicarlos boca abajo sobre un lienzo. 

11. Cuando estén fríos, darlos vuelta y guardarlos en un lugar fresco y oscuro. De esta forma, la mermelada durará hasta 12 meses.

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