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La morcilla es uno de los componentes que más me gustan en la picada previa al asado. Lamentablemente, casi siempre se tiene que recurrir a un tenedor (los exagerados, a una cuchara) para que el trocito de morcilla no se termine de desintegrar al clavarle el palillo para llevarlo a la boca.
Es que cuando el asador, o el mozo, corta las morcillas asadas, la más leve presión de la hoja del cuchillo ya comienza a aplastarlas y “despanzurrarlas”. Por eso, algunos prefieren cortarlas en solo dos porciones grandes. Esta incómoda experiencia la pude verificar no solamente aquí en nuestro país, sino también durante los años que pasé tanto en Argentina como en Brasil.
Hace dos años, aquí en Asunción, en una especie de brainstorming individual, se me ocurrió la idea y me propuse experimentarla de inmediato en un asado en familia. “Proyecto piloto” que le dicen. El resultado fue excepcionalmente satisfactorio. Mi hija me preguntaba cuál de mis buenos amigos curepas me había pasado el dato por mail.
En vista del éxito inicial, la siguiente vez invité a unos amigos; uno de ellos, asador consuetudinario. Este tipo no salía de su asombro y reconocía que era la primera vez que acompañaba ese procedimiento gastronómico. Hace poco me confió que había explicado el método a varias personas, incluyendo asadores profesionales, quienes ya lo están aplicando con éxito.
El método es demasiado sencillo:
1. Cortar las morcillas crudas en trocitos de 1 cm (o un poco más) de grosor.
2. Ensartar los trocitos en un palillo de madera (los utilizados para brochetas).
3. Asar a la parrilla.
4. Con ayuda de un tenedor grande de a dos puntas, sacar de una vez del espeto los trozos asados.
5. Ahora sí, con ayuda del palillo de dientes, comenzar a disfrutar de la picada.
¡Buen provecho!
Por Hermes G. Escolar, Ing. MDE
hescolar@hotmail.com