Semillas sanadoras

Ofrecen grandes beneficios para la salud y pueden incorporarse a los platos aportando estilo, textura, color, sabor y muchos nutrientes importantes para el organismo. Cuáles son y cómo utilizarlas en nuestras recetas cotidianas

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Lino

La semilla de lino contiene 27 componentes anticancerígenos y uno de ellos es la lignina. La semilla de lino contiene 100 veces más lignina que los mejores granos integrales. Ningún otro vegetal conocido hasta ahora iguala esas propiedades. Protege y evita la formación de tumores. Según investigaciones científicas, ayuda a prevenir el cáncer, gastritis, estreñimiento, acidez estomacal, calma el sistema nervioso, alivia alergias, retiene el envejecimiento, útil para el tratamiento de anemias, ideal para acabar con la arteriosclerosis, elimina el colesterol adherido en las arterias, y es buena para prevenir la esclerosis múltiple, trombosis coronaria, alta presión arterial, arritmia cardíaca, asma, incrementa las plaquetas en la sangre, disminuye las enfermedades inflamatorias, ayuda a los riñones a excretar agua y sodio, entre otros beneficios. Son muy ricas en ácidos grasos omega 3 por lo que resulta un buen alimento para el corazón. También aportan vitamina C y E con fuerte poder antioxidante, y minerales como el calcio, hierro, potasio y magnesio. Lo más apreciable de esta semilla es su riqueza en fibra soluble que ayuda a reducir las glucemias y el colesterol al tiempo, y resulta una gran arma para revertir la constipación y cuidar la salud del intestino.

Modo de empleo: dos cucharadas soperas por día, pulverizadas con un míxer o en la procesadora, y mezcladas en una taza de agua tibia, en un vaso de jugo de fruta, o bien sobre una ensalada de fruta o yogur.

Sésamo

Estas semillas pueden ser blancas o negras. La diferencia más notable entre estos dos tipos de sésamo es el color. Las semillas de sésamo negro no tienen cáscara, mientras que en las del sésamo blanco, esta es retirada. Son ricas en minerales (como el calcio), en fibra, en vitaminas del complejo B, proteínas y grasas poliinsaturadas. Son eficaces para disminuir el colesterol, retardar el envejecimiento, mantener el tono muscular, mejorar la circulación sanguínea, la osteoporosis, las enfermedades nerviosas y las alergias. Sirven para aumentar la producción de leche, para prevenir la calvicie y para combatir el estrés, entre otros más. Son ricas en grasas insaturadas y en una elevada cantidad de proteínas de origen vegetal. Aportan vitaminas E y del complejo B, que ayudan al funcionamiento del sistema nervioso central. Destaca, sobre todo, su gran contenido en calcio, y en menor medida, poseen fósforo, hierro y magnesio.

Modo de empleo: lo ideal es consumir las semillas crudas y molidas, o bien tostarlas levemente. Los ácidos grasos se alteran por efecto del calor. El molido favorece su absorción. Es muy difícil masticarlas bien hasta transformarlas en un fino polvo. Si no se trituran, no son bien asimiladas y se eliminan por materia fecal. Una vez molidas, se deben consumir en el día o, a lo sumo, en dos a tres días, dado que son de fácil oxidación. El sésamo negro tiene un gusto ligeramente amargo, pero produce el aceite de mejor calidad. El sésamo blanco tiene un sabor más a tierra y nueces, que funciona muy bien para acompañar recetas dulces, tal como pasteles o barras de sésamo recubierto con miel.

Girasol

Estas semillas, llamadas también pipas, son una fuente de alimento excepcional porque contienen vitamina E y también poseen una cantidad razonable de tiamina, una parte de la vitamina B. Son ricas en minerales, como manganeso, magnesio, cobre, selenio y fósforo. Constituyen una excelente manera de conseguir vitamina B, folato y triptófano. Ayudan a rebajar los niveles tanto de colesterol alto como a bajar los triglicéridos altos. Son ricas en antioxidantes, por lo que ayudan a prevenir la aparición del cáncer a la vez que son útiles para luchar contra los efectos más nocivos del envejecimiento. Contienen una gran cantidad de fibra dietética, por lo que están recomendadas a la hora de mejorar la motilidad intestinal, siendo útiles contra el estreñimiento. Aportan saciedad y son muy depurativas. Por tanto, están recomendadas a la hora de adelgazar y de perder peso. Destaca su contenido en fibras y minerales, como el potasio, fósforo, magnesio y calcio, así como su riqueza en ácido fólico. Estos micronutrientes son fundamentales para el funcionamiento del sistema nervioso y muscular del organismo, por lo que puede ser el tentempié ideal de los deportistas.

Modo de empleo: Pueden consumirse solas o acompañando comidas dulces o saladas, frías o calientes.

Calabaza

Las calabazas eran ya muy valoradas en la antigüedad por los nativos americanos, debido a sus propiedades nutritivas y medicinales. Sus múltiples beneficios derivan de un alto contenido en nutrientes esenciales para nuestro organismo. Son muy ricas en ácidos grasos omega 3 y omega 6, y poseen un gran número de vitaminas y minerales, entre los que destacan el magnesio, selenio, potasio, fósforo, vitamina A y E. Su aporte en fibras ayuda a reducir el colesterol en sangre y a evitar el mal funcionamiento intestinal. Son útiles para prevenir problemas de próstata, cálculos renales, protegen el corazón y el hígado, alivian la artritis, y son ideales para mitigar el insomnio y la ansiedad.

Modo de empleo: se pueden pelar y comer, aunque esto requiere, sin duda, mucha paciencia. También son muy sabrosas tostadas en el horno. Lo mejor es comerlas frescas, recién sacadas del fruto, pero también se pueden poner a secar al sol y comerlas enseguida. Hay quienes las fríen con un poco de aceite y sal, o les agregan miel o mermelada.

Chía

La planta de chía es de origen mexicano y sus semillas ha sido ampliamente reconocidas por sus propiedades y beneficios, que ya eran conocidos y aprovechados por varias culturas precolombinas, como los aztecas y los mayas. Ricas en zinc, un elemento importante para el adecuado funcionamiento del sistema inmune, también poseen proteínas de buena calidad, selenio con poder antioxidante, hierro, magnesio, calcio y fósforo, entre los minerales más abundantes. Es antioxidante, reduce el apetito, controla el nivel de azúcar en sangre, facilita la digestión por la gran cantidad de fibra que aporta, ayuda a limpiar el sistema digestivo, reduce el colesterol, proporciona energía, vitalidad, fuerza y resistencia, mejora el equilibrio emocional, mejora el funcionamiento de las articulaciones, disminuye el riesgo de sufrir artritis, entre otros beneficios.

Modo de empleo: como no tienen olor, ni sabor, pueden ser agregadas a cualquier alimento, como yogur, leche, jugos, ensalada de frutas, verduras, aderezos, mermeladas, galletas, también cuando elabora una ensalada, postres, helados, sopas, salsas, cremas, budines, panes, rebozados de carnes, aderezos, otros.

Amapola

Las semillas de amapola son una buena fuente de calcio y cobre; el calcio juega un importante papel en la salud ósea, ayuda al corazón y al sistema nervioso, y el cobre, fortalece los huesos, protege de daños al ADN y mantiene los tejidos conectivos fuertes.

También, poseen un alto contenido en vitamina A con efecto antioxidante, y protector de la piel y el cabello. Además, destaca en esta semilla su aporte de muchos otros minerales, como el manganeso, magnesio, fósforo, cobre, hierro, zinc, potasio y selenio en tan solo una cucharada de semillas de amapola.

Modo de empleo: dos cucharadas de semillas de amapola proporcionan el 65 % del requerimiento de la ingesta diaria de manganeso para las mujeres y el 51 % para los hombres, y aumentan el consumo de fósforo. El fósforo, junto con el calcio, forma parte del tejido óseo, mientras que el manganeso da lugar a la formación de colágeno, que protege a los huesos de todo tipo de daños.

Fuente: directoalpaladar.com y mejorconsalud.com

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