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Marcelo Fernando Pinheiro Veiga, alias Marcelo Piloto, brasileño, de 43 años de edad, fue expulsado de manera sorpresiva y casi en secreto hace exactamente una semana, cuando lo sacaron en horas de la madrugada de la Agrupación Especializada, lo alzaron a un avión en el Grupo Aerotáctico de Luque y lo entregaron a la Policía Federal del Brasil en la pista del aeropuerto de Itaipú, en Hernandarias.
Así como Jarvis Chimenes Pavão al anterior presidente de la República, Horacio Cartes, el criminal internacional Marcelo Piloto también hizo tambalear al gobierno de turno, en este caso el de Mario Abdo Benítez.
La cadena de eventos que precedieron a la expulsión de Marcelo Piloto, como el atroz crimen de su visita Lidia Meza Burgos, el asesinato de su abogada Laura Casuso, la conferencia de prensa en la que acusó de coimera a la Policía y los sucesivos intentos de rescate con comandos armados y hasta un coche bomba, colocaron a Paraguay en el ruido internacional, pero de la manera menos deseada.
La imagen proyectada por nuestro país, de que estaba a punto de capitular ante un delincuente extranjero, impulsó al mandatario del país decidir y asumir los riesgos de la expulsión, algo que en realidad debía haber ocurrido ya aquel 13 de diciembre de 2017, cuando Marcelo Piloto fue capturado en Cambyretã, Itapúa.
¿Por qué Marcelo Piloto no quería irse de Paraguay?
Pues por lo mismo que Jarvis Chimenes Pavão y la mayoría de los otros delincuentes internacionales: en nuestro país, pagando, pueden vivir cómodos y ser servidos como reyes en las cárceles que ocupan y hasta seguir manejando sin oposición alguna de sus negocios ilícitos.
Tan bien estaba Marcelo Piloto en Paraguay que no le importó matar a una mujer para que le abrieran una nueva causa en Paraguay. Claro, si lo condenaban por ese homicidio, iba a tener tiempo suficiente para planear un nuevo intento de rescate y así seguiría hasta que lo lograra.
El efecto de la expulsión de Marcelo Piloto, ordenada por Marito, fue tan positivo que nadie se atrevió a cuestionar el procedimiento ni las cuestiones legales.
Incluso, 72 horas después y exactamente bajo la misma modalidad, el Gobierno volvió a expulsar a otro “pez gordo” internacional, el también brasileño Rovilho Alekis Barboza, alias Bilão, detenido un año y medio antes en Ciudad del Este y con un proceso de extradición activo.
Entonces, si tan fácilmente pudieron ser expulsados Marcelo Piloto y Bilão, quienes tenían procesos de extradición pendientes y a punto de finiquitarse, por qué no hace lo mismo con el medio centenar de criminales internacionales encarcelados en nuestro país y requeridos por otras naciones. Este es el momento político adecuado para hacerlo. Es ahora o nunca, porque si llega a pasar esta efervescencia mediática y se disipa la rabia colectiva contra las acciones de los extranjeros recluidos, en otro momento será más difícil echarlos y daríamos pie de nuevo a las autoridades judiciales para que lucren con el retraso de los procesos.
ileguizamon@abc.com.py