Hay que unificar el criterio sobre la legítima defensa

La semana pasada, cuatro asaltantes atacaron una despensa de Ciudad del Este. Dos de ellos entraron armados, golpearon al dueño, a su familia y a los empleados, a quienes agarraron del pelo y los tiraron al suelo.

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Luego de varios minutos de amenazas y humillaciones, los malvivientes salieron con un exiguo botín de 800.000 guaraníes.

Ya cuando los criminales subieron a las motocicletas en las que esperaban sus otros dos cómplices, el despensero tomó coraje, empuñó un arma que tenía guardada luego del último asalto que sufrió y salió a enfrentarse contra sus agresores.

En el video del golpe se ve que el despensero disparó tres veces desde su vereda, tal como él mismo lo admitió, justo cuando los maleantes estaban iniciando su fuga a bordo de las dos motocicletas.

Uno de los proyectiles, había sido, alcanzó a uno de los asaltantes, quien murió antes de llegar a un hospital, pero después de que tomara de rehén a otro ciudadano que manejaba su vehículo.

Hasta ahí uno puede afirmar que ese asaltante murió en su ley, porque quien mal anda, mal acaba.

Pero, al final, el que acabó más perjudicado fue el despensero que sufrió el humillante asalto, ya que su pecado fue haberse defendido y salvado la vida de su familia y empleados.

La fiscala Carolina Rosa Gadea, inicialmente, anunció que lo imputaría por homicidio doloso, con el argumento atenuante de la excitación emotiva, e incluso dijo que pediría arresto domiciliario para el valiente comerciante. Sin embargo, después retiró la imputación alegando que los testimonios de testigos salvaron al despensero.

La fiscala Gadea, entiendo, simplemente quería hacer cumplir la ley. El verdadero problema aquí es justamente nuestra ley. Resulta que en Paraguay si te asaltan y te matan, sos víctima. Pero si te asaltan, no te matan, vos te defendés y matás al asaltante, sos el victimario.

No puede ser que en un país ñembo serio como el nuestro la ley castigue la legítima defensa y considere víctimas a los “criminales inocentes”.

El argumento de la fiscala Gadea para imputar al despensero es que los asaltantes estaban de espaldas cuando fueron atacados, es decir, que estaban indefensos, en desventaja. ¿Entonces el despensero tenía que pedirle a los asaltantes que se dieran la vuelta a mirarlo y que lo apuntaran primero para poder reaccionar?

Insisto, no es la fiscala el problema, es la ley que ella hace cumplir.

Así, urge un cambio en la norma procesal o un criterio común que apliquen los representantes de la justicia en estos casos, en los que los asaltantes merecidamente terminan muertos a manos de sus víctimas.

ileguizamon@abc.com.py

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