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La compañía es, junto con sus competidores, la bestia negra de numerosos artistas, que consideran que los servicios de “streaming” pagan poco a los artistas, además de reducir las ventas de discos.
A principios de noviembre, después de que la artista norteamericana Taylor Swift retirara el conjunto de sus canciones del servicio, el director ejecutivo de Spotify, Daniel Ek, contraatacó. “El pirateo no da un céntimo a los artistas, nada de nada, cero. Spotify pagó más de 2.000 millones de dólares a las discográficas, editores y sociedades de gestión de derechos de autor para que los distribuyan entre autores, compositores e intérpretes” desde su creación en 2008, aseguró.