Poder de las tijeras

Definitivamente, el cabello tiene mucho poder. Puede ser desde un arma arrojadiza hasta el inicio de un cambio vital e, incluso, una expresión artística. Ya lo decía el estilista británico Guido Palau: “Cada peluquero tiene su propio estilo y esto es lo que hace de la peluquería una forma de arte”.

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Desde esa premisa podemos admitir que el oficio consolidado por el estilista Dino Gallitelli fue de gran influencia en su hijo Stefano, quien desde hace unos años se destaca en la profesión, conquistando reconocimientos internacionales. Cuando le comentó a su padre la idea de incurrir en el mundo de los cortes y desmechados, este le indicó que primeramente, concluya la carrera que había comenzado y, luego, conversarían.

Con el título en mano, Stefano insistió y, tras sus prácticas y formación, se convirtió en uno de los profesionales más solicitados del negocio familiar. Recientemente regresó de Bélgica, donde conquistó un importante sitial entre cientos de representantes del rubro. Ambos fusionan sus ideas, complementando conocimiento, compitiendo de vez en cuando, pero –por sobre todo– admitiendo la admiración que sienten al desarrollarse en un mismo campo.

Luego de que Stefano te reiterara su interés por el estilismo tras concluir la facultad, ¿cuál fue tu primera reacción?

D: El hecho de haberle dicho que termine la carrera, más que nada, fue porque consideré una pena abandonarla faltando solo dos años para finalizarla. Las disciplinas administrativas son muy importantes al desarrollar actividades comerciales; después de todo, la peluquería conlleva un ejercicio de traffic, logrando así un estatus de vida por sobre el oficio artesanal solamente, trabajando de modo más dinámico como lo hacemos en este momento. 

Varias veces me pregunté qué hubiese ocurrido si a los 35 años no hubiera logrado el éxito profesional. En ese caso, como cualquier padre podría desear a un hijo suyo el aval de la formación.

Una vez que comenzaron a trabajar juntos, desde lo cotidiano –como cortar el cabello, armonizar un estilo– hasta el aspecto comercial, ¿qué fue lo que más costó y cómo cambió esa nueva relación, su biorritmo de padre e hijo?

S: Realmente, no cuesta nada. Se conversa y discute. Él tiene su opinión y yo la mía. Dialogamos y, finalmente, siempre llegamos a un acuerdo. No veo ninguna traba. Sinceramente, no costó nada.

¿Hubo momentos en los que te decía: “Mirá, Stefano, te estás pasando de mano con las tijeras” o algo así?, ¿cómo resolvieron esas situaciones?

D: Sí hubo correcciones, pero él llegó con la mente preparada para esto. Hoy en día existen videos que enseñan la posición de las manos, tijeras, etcétera, sumados a las orientaciones que puedo brindarle más todo nuestro equipo de profesionales. Siempre hay alguien a quien consultar los casos más difíciles. Estos, generalmente, son o mucho cabello o poco. A veces es complicado sacarlo.

Después de los cortes, peinados y verificaciones, ¿resulta sencillo desconectarse de la vida en la peluquería para disfrutar los momentos en familia?

S: Particularmente, me cuesta desenchufarme. Tengo la mente muy metida en la peluquería y me llevo los problemas a casa. La gente que entiende me dice: “Tenés que cerrar la puerta e irte”. No es tan sencillo y, muchas veces, no se puede. Al estar a cargo de un salón, generalmente, es imposible.

D: No es fácil encontrar una persona que se ocupe. Con el tiempo aprendemos que si no podés solucionar un problema o aportar algo en ese momento, tu digestión y tranquilidad mental te lo agradecerán si lo olvidás un rato (risas). Todo tiene su momento para ser desenredado; de lo contrario, uno puede terminar mal. Lo ideal es cerrar la puerta, pero a veces no se puede. La ansiedad es mayor.

¿Cómo es un día cotidiano de trabajo juntos?

D: No siempre coincidimos en algunos de los salones. Cada uno atiende a sus clientes. En ocasiones competimos para ver quién lo hace mejor (risas de ambos).

¿Compiten mucho entre ustedes?

D: La peluquería se trata un poco de eso. Constantemente estás mirando lo que hace el otro, ya que, de alguna forma, querrás copiar lo bueno. Él tuvo la suerte de formarse con un sistema líder en el mundo: el de Toni & Guy (academia británica de estilismo). Mirarlo me renueva.

Stefano, ¿cómo se da esa retroalimentación profesional, teniendo en cuenta todo lo que construyó tu papá?

S: Él tiene un mix de técnicas incorporadas durante los últimos 40 o 50 años. Asimiló todo lo que aprendió y creó su propio estilo. Antes todo era más visual y uno debía imaginarse el resultado final. Pocos sabían cortar, pues no había quien te enseñe. Eso era como un tabú. Hoy en día está todo estudiado y vos sabés cómo quedará cada corte al levantar el cabello.

¿Qué aspectos admirás de tu padre, más allá de la carrera que te inculcó?

S: Su perseverancia, ya que luego de tantos años dedicándose a esto sigue con ganas de aprender, innovar y formarse, aun cuando podría tomarse el tiempo de relajarse y disfrutar lo que construyó. Lo siento con ganas de seguir dando mucho más de sí.

En tu caso, Dino, ¿qué aspectos valorás de tu hijo y la carrera que viene desarrollando?

D: Nunca influí en alguna decisión profesional que mis hijos escogieran. Con el mayor, con él, con Adri, quien también está en lo mismo. Ella se inclinó hacia esto y ahora trabaja como maquilladora en Nueva York. Nacer, vivir, desarrollarte dentro de una peluquería en algo les habrá afectado (risas). Desde chicos andan dando vueltas por aquí. Incluso, la madre de Stefano tiene también un salón de belleza y se forja un hábito.

Siento mucha satisfacción y creo que entregué todo el empeño para que se realicen, logren sus metas y desarrollen sus objetivos (piensa un momento)... quizá, un poco más rápido que yo. 

Apuntando a la excelencia en el servicio, padre e hijo buscan ampliar los horizontes de la empresa, para consolidar su relación profesional, abrir nuevas brechas para el conocimiento; asimilar todo el bagaje, la experiencia y las nuevas técnicas de ejecución estilística, y brindar, de ese modo, continuos matices de perfección.

Dino y Stefano Gallitelli

Un dúo de padre e hijo se destaca en el ámbito del estilismo capilar, renovando prácticas, adquiriendo nuevas técnicas de ejecución y trabajo, inmersos en el torbellino de vivencias que remarcan el cotidiano familiar.

Galardón internacional

Una reconocida marca de productos capilares masculinos, presente en más de 40 países, convoca periódicamente a una competencia de estilismo: “Primero, se da localmente y cada país escoge a sus ganadores”, explica Stefano, quien se adjudicó el primer lugar aquí. Luego, esos trabajos llegan a la central de Bruselas (Bélgica), donde seleccionan los 15 mejores del mundo.

“Mi propuesta quedó entre las finalistas del certamen, y en otra etapa debíamos realizar el estilismo de un modelo que nos asignaban, siguiendo las indicaciones del jurado y con el tiempo medido”, profundiza.

“Llegar a esas instancias resulta bastante gratificante, además de los contactos que uno realiza, más allá del reconocimiento al esfuerzo”, finaliza este joven profesional, quien inició su carrera a los 23 años.

carlos.canete@abc.com.py

Fotos: Arcenio Acuña

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