Crecida evidencia la desorganización del Gobierno

Luego de la crecida de ríos y afluentes que inundó numerosos barrios y ciudades del país, miles de familias quedaron desamparadas, víctimas de la desidia de las autoridades municipales y ministeriales. La falta de un plan de Gobierno para hacer frente a este tipo de urgencias ambientales se evidencia en la preocupante desorganización a la hora de reubicar a los damnificados, entregar los víveres y brindarles asistencia médica.

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Miles de compatriotas deben resignarse a vivir en las más precarias condiciones, en medio de la basura y las correntadas ocasionadas por los frecuentes temporales que se registran en esta época del año. Algunos perdieron prácticamente todo y se vieron obligados a abandonar sus hogares. En tanto, las autoridades pertinentes, lejos de controlar la terrible situación, solo se limitan a ofrecer “soluciones parches”, como campamentos provisorios y carpas sin usar que terminan por caerse.

Lamentablemente, ya suman casi 250.000 damnificados por la inundación en todo el país. Si bien varios de estos recibieron víveres, fueron beneficiadas con asistencia médica y se encuentran reubicadas en zonas lejanas de la inundación, todavía hay miles que deben ingeniarse con el poquísimo dinero y bienes que disponen para poder sobrevivir entre tantas necesidades, porque la ayuda que brinda el Gobierno no les alcanza.

Algunas zonas del interior fueron afectadas por la crecida, de tal forma que la asistencia aún no pudo llegar hasta esas poblaciones debido a los deteriorados caminos; entonces, los lugareños deben luchar contra el desabastecimiento de alimentos y la imposibilidad de trasladarse a otras ciudades. Mientras que en regiones a las que sí se puede acceder, los afectados se encuentran con la dura realidad de que las donaciones se entregan, en su mayoría, solo a los simpatizantes de cierto partido político.

Cada año, miles de paraguayos son afectados por la inundación; sin embargo, en esta ocasión la carencia de infraestructura para hacer frente a los azotes de la naturaleza, a causa de la falta de previsión y la desorganización de las autoridades nacionales y municipales, desencadenó en una emergencia nacional muy difícil de controlar.

Por Sandra Villalba (19 años)

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