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Cuando hay interminables tareas, lecciones que estudiar, problemas en la casa o mala onda de algunos compas, generalmente decimos que estamos estresados. Todos necesitamos de retos, pero el exceso puede ser perjudicial; la clave está en que logremos equilibrar el descanso, la alimentación, el ejercicio físico, el trabajo, el estudio y el ocio. Si se toma un respiro, por más pequeño que sea, llega el alivio.
Los momentos conflictivos forman parte de nuestra vida cotidiana, y la cantidad de tensión que cada persona es capaz de tolerar es diferente; además, varía según la época de nuestras vidas. Por lo general, los universitarios son los más propensos a este mal, porque el hecho de tener que viajar muchos kilómetros, empezar a hacerse cargo de su economía, coordinar el trabajo y estudio fácilmente le pueden alterar la paz.
La ansiedad puede afectar notoriamente nuestra salud, porque una persona que duerme poco y siempre está agobiada no come de manera equilibrada y saludable; probablemente disponga de menos recursos para afrontar situaciones conflictivas. Para evitar caer en esto, podemos comenzar organizando nuestro tiempo; debemos aprender a priorizar y ordenar nuestras ocupaciones.
Es importante que tengas un espacio en la rutina para relajarte, realizando actividades que permitan renovarte física y espiritualmente. Evitá la automedicación, el abuso de cafeínas, bebidas alcohólicas y comidas chatarra. Aunque no creas, al caminar, andar en bici, ir al gim o, incluso limpiar tu habitación, estás renovando tus fuerzas. Recordá dejar tiempo para reír, disfrutar y compartir con tus seres más queridos para aliviar la tensión y superar el estrés.
Por Matías Orué (17 años)