Internet al servicio del amor

Ella buscaba y, aunque siempre soñaba con encontrarlo, nunca imaginó que sería mediante el chat de una red social muy conocida. Él estaba lejos, construyendo una casita; sin duda alguna, preparaba un lugarcito para el amor de su vida. La distancia fue un problema, pero nunca un impedimento para un amor tan sincero que cruzaría fronteras.

Cargando...

Penya, una chica de familia que vivía en un pueblito llamado Crisfor, con 35 años de edad, aún no había conocido el verdadero amor, aunque de alguna manera lo buscaba. Con mucha experiencia encima y un título universitario, dedicaba su vida a sus padres, quienes siempre la trataron como a una princesa, pues efectivamente lo era.

Jamblico, un hombre de 37 años, sencillo, trabajador, proveniente de una familia humilde pero digna, dedicaba su vida a la docencia en su pueblo natal Kista, situado a 13.000 km de Crisfor. Invertía su tiempo libre en construir una casita que sería el techo que acogería a la mujer de sus sueños, al amor de su vida.

Sin duda alguna, aunque muy distantes y sin conocerse, buscaban lo mismo; solo era cuestión de tiempo y, por sobre todo, que de alguna forma Dios haga que se encuentren. La manito de arriba los hizo coincidir en el chat de una red social muy conocida. Quedaron en verse y, para eso, Jamblico tuvo que cruzar toda una ciudad y hospedarse en Crisfor para llevar a Penya al mejor restaurante local.

Luego de ese momento, los dos sintieron cosas que jamás pudieron imaginar, pero Jamblico debía volver a Kista, no sin antes prometer junto con Penya volverse a encontrar. Las cosas se iban dando y, aunque se veían solo una vez al año, mantenían una estrecha relación a través de internet, dando lugar al fenómeno llamado amor, que en ellos iba creciendo cada día más.

Con el correr del tiempo, la relación fue fortaleciéndose y las cosas se tornaban difíciles a causa de la lejanía, por lo que alguien debía ceder: Jamblico dejaría su casa y trabajo o Penya a sus padres. Las circunstancias jugaron a favor de él. Ella, con lágrimas en los ojos y felicidad en el corazón, decide abandonar su ciudad confiada en su amor.

Por Javier Morales. (18 años) 

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...