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Vegetariano hasta la médula; letrista de profundas canciones, a veces, llenas de oscuridad y, otras, de amor desmesurado. Por lo que se conoce de él, no es para nada gris, sino blanco o negro: matar animales para comerlos “es una muerte sin razón”, según la canción Meat is murder, tema de The Smiths, exgrupo de Morrissey, y no hacen falta explicaciones para entender la postura de este artista.
Ya que hablamos de “falta de explicaciones”, él siempre se mantiene reservado en todo lo referente a su vida sexual, aunque muchos lo consideren gay por haber tenido a una persona de su mismo género como pareja. Él confesó que más bien es “humanosexual”, que le atraen los humanos, pero no muchos. En realidad, es un misterio más grande el porqué de la obsesión de los medios de comunicación por conocer detalles privados de gente que nos brinda nada más que excelentes canciones.
Cuando era joven, Moz tuvo varias crisis de depresión, y aquello también se ve reflejado en sus canciones y le valió varios fieles seguidores que se sienten identificados con él. Tiró por la borda el prototipo de “el que todos querían ser” por siempre llevar en alto lo de “chico raro”, y no le fue mal.
Esa reserva que tiene para dar declaraciones de su vida personal, quizás sea lo que lo conserve en aquella lejanía que se encierra en la premisa de nunca saber qué en realidad piensa o quién en verdad es. Dejémoslo ahí. Mientras tanto, perdámonos en la poesía hecha canción que nos brinda, que es más que suficiente y, para colmo, lo escucharemos en vivo el 5 de diciembre en el Yacht y Golf Club Paraguayo, y seremos invitados de honor a aquel fascinante mundo de Morrissey.
Por Ayelén Díaz Chaparro (19 años)