Papi, ¡quiero mi premio por haber ingresado a la facu!

“¿Qué me vas a dar como premio?”, es lo primero que preguntan muchos adolescentes a sus padres después de ingresar a la facultad o aprobar todas las materias. Pues algunos jóvenes creen que luego de cumplir con su responsabilidad tienen que recibir una gratificación. Dejemos ese “síndrome” de mejor alumno y niño mimado a los chicos de Preescolar que esperan el sellito de carita feliz, ya que en el mundo real no siempre habrá halagos por hacer la tarea.

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Desde la escuela se acostumbra a los alumnos a hacer las cosas vai vai y esta situación empeora en el colegio, porque lo único que importa es pasar. “Así nomás ya”, “Qué piko lo que tanto”; se dice a la hora de realizar un trabajo práctico o tarea; de esta forma, la mediocridad se va volviendo cada vez más normal y los deberes bien hechos, una novedad; por lo tanto, se convierten en motivo de fiesta.

Por otro lado, alcanzar metas es algo que hay que proponerse para realizarse personalmente con una fuerza de voluntad que no surge gracias a un “incentivo”. ¿Acaso no se ingresa a la facultad con el objetivo de ser un profesional o se aprueban las materias para aprender?

Ese discurso de los padres que dice: “Andá, entonces, mi hijo y golpeate la cabeza para aprender”, es más que cierto. Ya que quienes sufren el “síndrome” de mejor alumno, cuando tengan que demostrar su capacidad en una empresa y esperen inocentemente la palmadita en la espalda acompañada del “guapo, guapo”, su jefe pasará de largo, lo cual será doloroso para aquellos que estuvieron acostumbrados a realizar las cosas a cambio de una recompensa.

En el mundo real, por más de que suene duro, se aplica el dicho: “Cada uno para sí y Dios para todos”; entonces ¿quién se va a ocupar de consolar a un niño mimado? La única opción que queda es ser fuerte y ubicarse en el tiempo y espacio, pues la realidad es muy diferente a la clase de Preescolar.

Hay que dejar bien en claro que las obligaciones, como lo dice su nombre, son una obligación realizarlas, no son algo magnífico que merezca ser tan aplaudido, solamente que en nuestro país, como es poco usual que las tareas se hagan de buena forma, la responsabilidad parece ser algo de otro mundo. Así como las cosas se hacen sin esperar nada a cambio, los objetivos se cumplen para realizarse personalmente y no por conseguir premios.

Por Ayelén Díaz (18 años)

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