Salió Froilán, ¿y ahora qué corruptos tomarán la UNA?

Los políticos siempre están a la pesca de situaciones que les permitan tener más poder. Pareciera que no importa cuánta buena intención pone la gente en una manifestación, sin falta aparece más de un inescrupuloso corrupto que quiere aprovecharse del hecho. La revolución de la UNA tiene que ser la excepción. No debemos dejar que, al buscar el gran cambio, sólo echemos un chancho para que entre otro.

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No estamos hablando del cambio del rector, sino de la eliminación de una gran rosca mafiosa de planilleros y funcionarios cómplices de incontables injusticias y robos a la educación paraguaya. En este proceso de depuración aparecen un montón de cuervos disfrazados de luchadores y supuestos profesores revolucionarios que nos hacen creer que son los más aptos para ocupar los cargos vacantes.

A dos meses de lucha, luego de manifestaciones y marchas, se ven diferentes posturas en el alumnado al tener que tomar decisiones. Esto es saludable, pues forma parte de la democracia; sin embargo, es muy necesaria la unidad, desde los del primer curso hasta a los que ya solo les falta defender su tesis. Lo más importante es mantenerse informados, y asistir a las plenarias y asambleas para participar activamente en los debates y decisiones.

Asimismo, los egresados toman un papel fundamental al ser quienes más entienden y conocen las penurias por las que pasa un joven al estar en la UNA, debido al deplorable sistema educativo universitario. ¡Que no nos roben la lucha! Pues esta no ha sido simplemente una expulsión de ladrones de una casa de estudios, sino un despertar de toda la nación.

Más de uno recordará que cuando le dijimos a mamá que íbamos a la toma del Rectorado, ella se mostró más que preocupada y hasta intentó convencernos de no asistir, seguramente por ser una de las que han callado muchos años, víctima de una educación en tiempos de opresión y dictadura.

Al transcurrir los días, la esperanza del cambio se contagió a miles de paraguayos. Fue así que hasta nuestros papás, dejando el miedo atrás, se animaron y pintaron su propio cartel para ir a gritar con nosotros: ¡UNA no te calles!

Por Lía M. Barrios (20 años)

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