Adicciones, un gran vacío

Conocer el origen de las palabras suele ser un buen punto de partida para analizar conceptos. Addictus fue un personaje de la antigua Roma al que le encantaba gastar todo su dinero en bienes o actividades que le dieran placer. Tal era su necesidad de disfrute y de saciarse, que no solo gastó y derrochó todos los bienes que él disponía, sino que también gastó y derrochó los bienes que no le pertenecían, y que correspondían a su acreedor. Como castigo por no poder pagar lo que tomó prestado, fue entregado como esclavo a su acreedor.

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¿Y que tiene que ver esto con las adicciones de hoy en día? Pensémoslo...

Tendemos a asociar la palabra “adicción”, con el consumo de alcohol y drogas, pero adicción hace referencia a cualquier acción recurrente del cerebro que se caracteriza por una búsqueda patológica de la recompensa o alivio, a través del uso de sustancias u otras conductas. A nivel neurobiológico la adicción a sustancias (como el alcohol y las drogas), y la adicción a personas, compras, deportes extremos, u otros, comparten las mismas bases cerebrales. Y ¿qué es lo que comparten estas personas, en apariencia tan diferentes? ¿Tenemos algo en común con “ellos”? 

Toda adicción parte de un sufrimiento. La persona se vuelve adicta (a algo o a alguien), buscando evadir un sufrimiento profundo que siente o alguna vez sintió. Llenar desde afuera un vacío interno fue la forma que encontró de sobrevivir emocionalmente en el mundo.

En la adicción existe una falta de libertad o una libertad muy reducida. La persona adicta, así como el personaje de Addictus, no puede decidir libremente desde la razón, consumir o no consumir “su droga”, simplemente “se lanza” hacia ella con total voracidad. Es como el hierro al imán: se lanza hacia él sin dudar y sin opción posible… pues para su naturaleza, la única opción es ir hacia el imán que lo atrae. En la adicción la impulsividad es grande y la voluntad es débil, por lo cual, no existe libertad. Uno de los trabajos a recorrer, será ir fortaleciendo el músculo de la voluntad que está tan atrofiado, e ir buscando mecanismos para regular la impulsividad.

Aunque la persona quiera justificar que “libremente” hace lo que hace y consume lo que consume, la realidad es que difícilmente pueda sostener periodos de abstinencia prolongados, simplemente apelando a su voluntad. Así como el castigo de Addictus fue ser entregado como esclavo, en la adicción la persona se vuelve un verdadero esclavo de sus partes menos sanas y menos desarrolladas.

En cualquier adicción, la necesidad fundamental de base es evitar el momento presente cuando es displacentero. Llámese dolor, tristeza, soledad, angustia o estrés: la adicción es la forma que encontró de saltar como en un trampolín: bien lejos de las sensaciones displacenteras, hacia momentos de “falsa felicidad”.

josievuchovick@gmail.com

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