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El gobierno entrante tendrá la trascendental tarea de concretar la implementación de una nueva Reforma Educativa, que precisa del concenso de todos los actores de la sociedad, estructurado a través de congresos nacionales. La actualización de la malla curricular será central, así como el establecimiento de líneamientos claros de la pedagogía que deben utilizar los docentes, en base a experiencias autóctonas. Igualmente se requerirá una mayor inversión presupuestaria para cumplir con las demandas acordadas con los gremios de educadores y con todo lo que implica la calidad educativa.
El déficit en gestión de recursos disponibles es preocupante en el MEC, al igual que el déficit presupuestario para cumplir con los requerimientos de infraestructura. El ministro deberá optimizar el uso de los recursos disponibles y captar otras cooperaciones. El MEC cuenta con varios millones de dólares disponibles de los Fondos para la Excelencia y la Educación, de la Unión Europea y otros aportes compensatorios internacionales que no han sido ejecutados, además debe buscar los mecanismos para evitar que autoridades departamentales sigan malversando fondos de educación.
La educación universitaria está en crisis y requiere ser reformada. Con una mirada crítica, el desafío del nuevo gobernante será señalar los puntos débiles del sistema, entre los que se cuentan la exclusión de la investigación, la pésima calidad educativa en su conjunto (primario, secundario y terciario) y un cuerpo docente poco crítico o mediocre. También deberá generar fuente de empleo para los becarios que retornan y así evitar la fuga de cerebros.